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Instrumentos más respetuosos con el medioambiente: Convierte los champiñones en música

La idea surgió cuando Rachel Rosenkrantz estudiaba, ya que el champiñón se ha utilizado para sustituir al poliestireno

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Instrumentos más respetuosos con el medioambiente: Convierte los champiñones en música

Rachel Rosenkrantz, una fabricante de guitarras francesa, asegura que si se dejan las esporas de los champiñones en un molde durante un par de semanas, se convierten en un material esponjoso parecido al queso brie.

Una vez que el micelio, el talo de los hongos formado comúnmente de filamentos ramificados, adquiere la textura de la corteza de un queso blando y maduro, Rosenkrantz lo deshidrata para convertirlo en un material ligero y biodegradable, con el que fabrica sus guitarras.

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Esta diseñadora industrial de formación empezó su carrera como lutier –fabricante de instrumentos de cuerda– hace una década. Pero en los últimos años ha recurrido al micelio y otros biomateriales para fabricar instrumentos más respetuosos con el medioambiente y sin plásticos.

La mujer sonríe al hacer su analogía con el queso brie, lo que no deja de ser un guiño a sus raíces francesas. La diseñadora se crió en Montfermeil, un suburbio del este de París, y ahora reside cerca de Providence, donde enseña en la prestigiosa Escuela de Diseño de Rhode Island.

Su taller, situado en el sótano de su soleado apartamento lleno de plantas y libros, alberga sus artesanías y hace las veces de laboratorio: en él cultiva materiales como la piel del hongo kombucha o manchú para fabricar cabezas de banjo y utiliza piel de pescado para hacer golpeadores.

“En el mundo del diseño, todo el mundo trabaja con biomateriales“, explica a la agencia AFP esta diseñadora de 42 años.

“Ya no es una solución hippie” y menciona a BMW, que ha empleado fibra de lino en la fabricación del salpicadero, o a Hermès, que ha empleado piel derivada de hongos en el forro de sus lujosos bolsos.

Opciones más sostenibles

Tradicionalmente, los lutiers fabrican sus guitarras con maderas como cedropalisandrocaoba ébano, en función de las cualidades acústicas que cada quien busque.

La madera también es biodegradable, pero factores como la sobreexplotación forestal han llevado a fabricantes como ella a elegir opciones más sostenibles, como reutilizar madera o recurrir a maderas locales.

“¿Necesitamos utilizar las mismas especies que hace 400 años? ¿Quién toca música como hace 400 años? Sólo un puñado de estudiantes en Julliard“, el prestigioso conservatorio de Manhattan, dice.

Para Rosenkrantz, las maderas como el álamo o el bambú, hasta ahora ignoradas, podrían ofrecer nuevas oportunidades. También sugiere reutilizar parte de viejas guitarras que todavía están en buen estado para fabricar nuevos instrumentos.

El micelio es un material fácil de cultivar, de moldear y de sustituir, incluso si empieza a desintegrarse, y puede convertirse en instrumentos acústicos y eléctricos. ¿Y en cuanto al sonido? La guitarra hongo de Rosenkrantz no es hueca como una versión acústica tradicional de madera, sino más bien estratificada y afinada.

“La idea surgió cuando estudiaba los envases, ya que el champiñón se ha utilizado para sustituir al poliestireno“, que “es conocido por ser un buen conductor del sonido, porque está lleno de aire“, detalla.

La diseñadora se dio cuenta de que el micelio también era conductor del sonido, aunque “tiene un timbre diferente, y no suena a nada conocido… Es simplemente un sonido nuevo“, precisa.

No reemplazará al cedro porque no lo es“, pero descubrió que los materiales de hongos funcionan mejor con formatos eléctricos.

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Hay que contribuir a la causa

Algunas de las guitarras que fabrica Rosenkrantz para sus clientes están hechas totalmente de madera y otras integran materiales más experimentales.

Dado el tiempo que lleva hacer una guitarra única desde cero, el precio de sus instrumentos no baja de 6 mil dólares.

Pero en el caso de un prototipo basado en madera de champiñones, “mi sueño es que una gran compañía diga: ‘Hagámoslo, 50 euros, cada niño puede tener una“, dice.

Con la exploración de biomateriales, los diseñadores pueden contribuir a construir un futuro más sostenible. “Estoy experimentando para ayudar a la causa de alguna manera”, destaca.

Maggy Donaldson | El Sol de México

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