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La Opinión

Argentina vive un divorcio en malos términos

El 24 de marzo de 2022, Argentina conmemoró el 46 aniversario del golpe militar contra Isabel Perón

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Meses más o menos, pero el divorcio político y de poder entre el presidente de Argentina, Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner es un hecho consumado, lo peor es que la batalla final entre ambos se espera sin cuartel, mientras ese país se desmorona económicamente.

Podrá decir lo que quiera la vicepresidenta, pero ella impulsó la llegada de su jefe con la finalidad de poder seguir operando a su gusto los hilos del poder, así como lo hizo hace unos años Vladimir Putin con Dmitri Medvédev, a quien puso como Presidente para el seguir dirigiendo la orquesta tras bambalinas.

El problema es que Argentina padece las miserias políticas de una dirigencia que dirime sus peleas en público. El presidente Fernández y su vicepresidenta ya no se hablan, en momentos en que el país sudamericano padece una grave crisis económica y una presión cada vez más fuerte por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

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El acuerdo que Argentina cerró con el FMI por una deuda de 45 mil millones de dólares fue la gota que rebalsó el vaso. El kirchnerismo votó en contra del texto en el Congreso, con el argumento de que un ajuste de la economía, como acordó Fernández, sentencia de muerte cualquier posibilidad de triunfo en las elecciones generales de 2023.

Los hombres de negocios en Argentina están inquietos por la pelea Cristina-Alberto. Algunos –importantes– proponen al presidente Fernández recomponerse con Cristina y sacrificar a Martín Guzmán, ministro de Economía, para sanar su disputa por las negociaciones con el FMI.

El problema de fondo es la rivalidad por el poder en el gobierno, pero también las diferencias del rumbo que ambos pretenden para Argentina. La verdad es que Alberto Fernández fue destapado e impulsado por Cristina como candidato a la Presidencia y, es verdad, que a ella debe ser el jefe de la Casa Rosada.

El asunto es que la vicepresidenta parece que ejerce más poder que su jefe, quien para muchos es considerado como un fracaso de gobierno, al que le afectó duramente dos años de pandemia de Covid-19 y hoy lucha a contracorriente, como casi todos los gobiernos de la región y del mundo.

El 24 de marzo, Argentina conmemoró el 46 aniversario del golpe militar contra Isabel Perón. El presidente Fernández realizó un pequeño acto protocolar, mientras que Cristina de Kirchner y su agrupación política, La Cámpora, movilizaron a 70 mil seguidores hacia la Plaza de Mayo.

Al frente de la movilización estuvo Máximo Kirchner, hijo de la vicepresidenta y su operador político y económico, en el acto los seguidores de Cristina mostraron en la calle el músculo y mandaron un mensaje claro a la Casa Rosada: nosotros somos el pueblo, la verdadera base electoral del gobierno.

El pleito entre Alberto y Cristina llegó a finales del año pasado, cuando el oficialista Frente de Todos sufrió un duro varapalo en las elecciones primarias obligatorias. La vicepresidenta achacó a su delfín político la derrota. Los ministros le respondieron presentando su renuncia y forzaron a Fernández a un cambio de gabinete que no estaba en sus planes.

En Argentina, nadie tiene claro dónde está la salida del atolladero. El asunto es que el descontrol político que genera la pelea interna entre el presidente Fernández y su vicepresidenta ya dejó de ser un tema de preocupación sólo para los integrantes del oficialismo.

La mayoría de la dirigencia política y el establishment empiezan a inquietarse por temor a que la fractura interna pueda derivar en una crisis institucional. “Si los dos no se reúnan lo antes posible y pactan consensos mínimos, esto termina mal”, comentó al diario MDZ, en su versión web, una de las principales espadas de Juntos por el Cambio.

Ni siquiera el homenaje por los 40 años de la guerra de Malvinas funcionó como ancla de unidad entre el Presidente y la vicepresidenta. La disputa abierta, que más bien parece una pelea callejera, quedó plasmada este 2 de abril en dos actos distintos, en horarios y lugares distintos, para recordar a los caídos y veteranos que participaron del conflicto bélico con Gran Bretaña en 1982.

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El discurso de Cristina, el pasado 13 de abril en apertura de sesiones parlamentarias de EuroLat2022, volvió a dejar al descubierto la lucha interna del gobierno del Frente de Todos. La oposición lamentó que, mientras la tasa de inflación mensual marcó un nuevo récord, el oficialismo sigue “peleando por el poder”.

Todo parece indicar que el actual gobierno de Argentina tiene los días contados, y aunque Cristina tenga el poder popular en las calles, el que manda en el gobierno es el presidente Alberto; si la fórmula de los Fernández sirvió para sacar del poder a Mauricio Macri, hoy esa misma fórmula los está destruyendo. O usted ¿qué cree?

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