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Sonora

Los seris son un pueblo en resistencia

Los seris honran con sus tradiciones a la vida, el desierto y al mar, que les da prosperidad y alimentos. Comparten su espiritualidad con los visitantes

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HERMOSILLO, Sonora. Con rap, rock y pop y otras fiestas a realizarse el 30 de junio y 1 de julio, los seris -como se les conoce a los habitantes del pueblo originario de Sonora- buscan compartir su tradición con las personas de dentro y fuera de las dos comunidades que integran: Punta Chueca, ubicada en el municipio de Hermosillo, y El Desemboque, en Pitiquito.

“Es un homenaje a la vida y abundancia del desierto, y también del mar que nos da prosperidad y alimentos”, manifestó Zara Monroy, gestora cultural de la etnia seri.

La celebración lleva inmerso el sentido espiritual, de unión y de agradecimiento por la fundación de su pueblo, agregó la mujer, quien ha dedicado varios años de su vida a promover la cultura seri.

La Nación Comcáac recibirá su Año Nuevo en un escenario rodeado por el Mar de Cortés y asentado en pleno desierto de Sonora, para agradecer la abundancia que la naturaleza traerá en este ciclo que comienza, así como para  celebrar la resistencia de un pueblo vivo.

Punta Chueca -o Socáaix, en su lengua original, el cmiique iitom- está ubicada a 141 kilómetros de distancia de Hermosillo, es decir, a cerca de dos horas de viaje en carretera desde la capital sonorense.  

Allí, la fiesta principal es organizada por Ramona Barnett, presidenta del Consejo de Ancianos de la Nación Comcáac, es decir, por su máxima autoridad. Es donde se realiza el izamiento de la bandera roja, blanca y azul, con la presencia de la Guardia Tradicional, en un homenaje a los fundadores del territorio.

Son los guerreros de hoy quienes recuerdan a los guerreros del pasado, caídos durante el exterminio ejecutado por la colonia española y también víctimas de la persecución de los rancheros mexicanos, cuando los seris eran todavía un pueblo nómada. En esta fiesta, se lanzan disparos que atraviesan el mar, desde el límite del pueblo, y dirigidos hacia la isla Tiburón, la más grande de México, que es además un sitio sagrado y ceremonial del que son guardianes.

Una fiesta más, será la que los seris dediquen exclusivamente a niñas y niños de la comunidad, enfocada en el aprendizaje y reconocimiento de la tradición por las nuevas generaciones, con quienes trabajan en la revitalización de la lengua materna.

La tercera fiesta, se hará en honor a la mujer seri fundadora de la celebración y que se realiza precisamente en la zona que le da el nombre a la comunidad: una punta de arena con forma torcida y que se interna en el Xepe, como los seris nombran al mar.

Y, finalmente, también habrá una fiesta organizada por el comandante de la Guardia Tradicional de los seris, que es la que más convoca a visitantes foráneos a compartir con los comcáac, con un programa que incluye las músicas fusión de la etnia: rap, metal, pop y otros géneros son mezclados por los músicos jóvenes y adultos con los sonidos y las voces ancestrales.

Los seris son hospitalarios

Fuera del sentido particular de cada una de las celebraciones, en todo el pueblo habrá música, danza, historias, comida tradicional, pintura facial, juegos, viajes en lancha a la isla Tiburón y arte popular en venta, hecho a mano con los elementos que el mar y el desierto les proveen a las artesanas.

Los visitantes podrán tomar el licor hecho de la pulpa de pitaya, probar el simiit o pan seri y las tortillas hechas de harina de péchita -que es la vaina del árbol de mezquite- y, por única ocasión en el año, comer tortuga marina.

“La caguama es la que nos ayudó con la creación y fundación del mundo, en la cosmovisión comcáac, por eso se sacrifica para la ceremonia, pero es en honor a ella”, explicó Zara.  

Este año, el Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA) de Hermosillo, se sumó para acompañar, apoyar y aportar a la etnia en sus festejos, donde Diana Reyes, su directora, se reunió con las personas organizadoras de cada fiesta para atender sus peticiones.

“Fue una reunión de acercamiento para conocer cómo quieren que IMCA participe en la celebración pues, regularmente, solo piden apoyo en despensa”, dijo Reyes, “escuchamos a cada organización de fiesta para poder apoyarles; la organización es totalmente de ellos y nosotros solo nos sumamos y atendemos sus peticiones”.

En esta ocasión, agregó la directora, el IMCA apoyará con distintos elementos a cada una de las cuatro fiestas, en las que algunas le solicitaron equipo de sonido; apoyo económico para los cantores y músicos que participarán; tela para la elaboración de trajes tradicionales; y despensa con artículos no perecederos, pero también con carne y pollo.

Zara expuso que, anteriormente, la etnia no estaba abierta para recibir a turistas, pero con el paso de los años, la comunidad comenzó a dar da acogida a decenas de personas que se vuelven parte de los rituales, con quienes desean compartir su territorio y cultura, y que representan además una fuente de ingresos para la gente del pueblo.

“Esperamos gente para que se deje algo de economía, una aportación para las artesanas que viven mucho de esto”, dijo, “puede ir la gente y compartir en la fiesta y comprar también lo que está en venta; en nuestro pueblo está el compartir y la unión.

Con ese dinero, las familias seris se apoyan para comprar lo que hace falta en sus casas, porque otras temporadas hemos estado muy mal como pueblo, no hemos tenido agua para tomar o comida en las cocinas… el mar ha estado en mal tiempo para que los pescadores puedan trabajar y las señoras artesanas tampoco, porque no entra turismo al pueblo”.

Aún así, Zara afirma que la Nación Comcáac sigue con la frente en alto. “Vamos con voz, con pies y seguimos caminando como pueblo”, concluyó, “nuestra celebración es íntima y bonita, pero a la gente le va a gustar mucho.

Todo es para que vean que estamos aquí, que habíamos tenido tiempos de guerra, pero que ahora nuestro canto es de poder, de sanación, medicina y celebración”.

Por Astrid Arellano

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