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Baja California

La Navidad lejos de casa que celebran los migrantes en Tijuana

Miles de centroamericanos, quienes buscan el sueño americano, pasan en estos días de frío de Navidad y Año Nuevo en los albergues de Tijuana

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TIJUANA, México.– Han viajado miles de kilómetros desde países centroamericanos o de otras regiones marginadas del sur de México para llegar a Tijuana, en donde pasan Navidad y Año Nuevo, en espera de encontrar más al norte lo que llaman el sueño americano.

Son migrantes, refugiados por la inseguridad y la pobreza que en esta época navideña se sumergen en la nostalgia de estar con los suyos.

Pero están lejos de casa y el único hogar que ahora tienen es un albergue que desde hace tres décadas se ha encargado de tenderles la mano y de que estas fiestas decembrinas no sea tan frías, solitarias y tristes.

Ese hogar es la Casa del Migrante de Tijuana que actualmente tiene alrededor de 150 inquilinos temporales con quienes celebra las tradicionales posadas navideñas de estos días.

Y mientras cantan villancicos, cargan al niño Dios, rompen la piñata, comen tamales y toman champurrado, los hombres, mujeres y niños aquí refugiados cuentan su propia historia de peregrinos.

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“Eso de la Navidad para mi es muy triste, porque deje a mi familia, a mis hijos, a mi esposa, todo, tuve que hacer esto por algo mejor, para darle a mi familia lo que no le puedo darle en Honduras”, dijo Manuel de Jesús López Castro.

“Deje a mi familia con todo el dolor de mi corazón para ir a Estados Unidos y apoyarla, gracias a Dios he podido librar muchas cosas y aunque uno sea valiente se le llenan los ojos de lágrimas”, confesó el migrante hondureño.

“Siento nostalgia, estar lejos de mis papás, de mis hermanos, estoy aquí con mi esposo y mis hijas, no teníamos en cuenta que íbamos a estar mucho tiempo acá en México. Tenemos siete meses, no pensábamos que íbamos a estar acá en Tijuana”, dijo Darly Padilla, también originaria de Honduras.

Para José Luis Pérez, quien dejó su hogar en Nicaragua, su sueño es llegar a Estados Unidos, pero ya lleva ocho meses refugiado en Tijuana.

“En estas fechas de Navidad que son especiales uno se siente solo, veo a la gente que la pasa en familia. Yo me siento solo es triste, por eso para mí estas celebraciones que hacen en aquí son momentos especiales, porque la vida del migrante es muy dura: uno a veces tiene que dormir en la calle, por eso a todos los migrantes les digo que no pierdan el sueño ni la inspiración”, comentó el nicaragüense.

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Otro de los que viven en la Casa del Migrante es Ignacio Vargas, quien pasó cuatro meses en una cárcel de inmigración de Estados Unidos para luego ser deportado tras 19 años de vivir en ese país.

“Ahora me siento en libertad”, dijo el migrante deportado, “pero estoy alejado alejado de mi familia, el año pasado estaba en mi casa, ahora estamos aquí con nuevos amigos, es una Navidad diferente porque ahora no estoy con mi familia, pero gracias a esta casa de refugio podemos disfrutar y tenemos un plato de comida en la mesa”.

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