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La Opinión

La relación de México y Estados Unidos es cada vez más distante

El gobierno de México demandó ante una corte federal de Estados Unidos a fabricantes de armas por abastecer al mercado criminal, quienes generan violencia y crimen

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Ahora mismo la relación bilateral entre Estados Unidos y México se encuentra en uno de sus puntos más álgidos, en buena medida porque ambos presidentes tienen sus propias agendas y por una casi inexistente empatía.

Esta polarización tiene sus orígenes desde aquella visita de julio de 2020, cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador viajó a Washington para entrevistarse con su entonces homólogo el republicano Donald Trump, quien se encontraba en campaña para reelegirse como presidente de Estados Unidos y en una lucha electoral sin cuartel con el demócrata Joe Biden.

El argumento de aquella visita por parte del gobierno mexicano fue la ratificación del nuevo tratado trilateral de comercio (T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá, pero los demócratas interpretaron la visita como un espaldarazo a la candidatura del republicano, quien finalmente perdió. 

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Ambos presidentes tenían algunas afinidades, pese a que Trump pertenece a el ala más conservadora de Estados Unidos y AMLO a la izquierda latinoamericana, pero ambos son de corte populista e impulsores del uso, producción y consumo de los combustibles fósiles.

Trump pactó con su entonces homólogo mexicano contener las hordas de migrantes centroamericanos a cambio de no elevar aranceles a varios productos de manufactura mexicana, pero en cuanto Biden tomó posesión, México quitó los cerrojos fronterizos y la avalancha de migrantes se abalanzó hacia suelo estadounidense.

Eso provocó que el nuevo gobierno estadounidense no pudiera cancelar algunas de las medidas extremas de la gestión de Trump como son las expulsiones fast track de familias de migrantes, conocidas como T-42, por recomendación de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) para supuestamente frenar los contagios por Covid-19 en la zona fronteriza.

Incluso, fue necesario que la vicepresidente Kamala Harris tomara el asunto como una prioridad de gobierno, lo que incluyó una visita a México para sentar nuevas bases de coordinación en materia migratoria, pero a decir verdad, las reuniones en nuestro país no dieron muchos resultados que digamos.

Otra política con rumbos diferentes es la energética, según al menos 20 congresistas estadounidenses, el presidente López Obrador crea barreras comerciales para las empresas de EU y va en contra del espíritu del T-MEC (socios México, Estados Unidos y Canadá).

Mediante una carta enviada a Biden, los legisladores pidieron una pronta solución al problema, ya que la incertidumbre en el sector energético está generando un panorama adverso para inversionistas estadounidenses.

Las preocupaciones son por el trato preferencial a las empresas energéticas nacionales de México, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como la demora o cancelación de permisos para las compañías de energía estadounidense.

En la misiva se puede leer que el descontento que existe por la Ley de la Industria Eléctrica y la Ley de Hidrocarburos, por lo que los congresistas pidieron al presidente Biden que aborde estas violaciones con su homólogo mexicano, ya que consideraron que es necesario establecer un campo de juego nivelado para las empresas de Estados Unidos que operan en México.

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Es seguro que el mandatario mexicano no va a revisar su agenda y mucho menos a cambiarla por las quejas de los congresistas de EU, por el contrario, casi todos los días el gobierno de México mandas señales a su vecino del norte de las diferencias entre ambos países a no ser que la Casa Blanca eche andar una nueva estrategia de presión.

El gobierno de México demandó ante una corte federal de Estados Unidos a varios fabricantes de armas en ese país, a quienes acusa de abastecer al mercado criminal local y a los que reclama una compensación económica que podría alcanzar los 10 mil millones de dólares.

Desde hace años, varios gobiernos mexicanos han pedido a Washington hacer más para frenar el tráfico ilegal de armas, pero es la primera vez que el reclamo llega a los tribunales, impulsado por el interés del presidente López Obrador de hallar nuevas formas de atajar el problema. 

El tema es muy espinoso en Estados Unidos, tiene una alta carga en la política doméstica, pues el lobby de las armas en el Congreso estadounidense es muy fuerte y generalmente apoya a los republicanos, todo esto sin contar que en 2020 dejó una derrama económica de nueve mil millones de dólares, en un año de pandemia.

La inédita demanda civil, interpuesta ante una corte federal de distrito en Massachusetts, acusa a unidades de Smith & Wesson; Barrett Firearms; Colt’s Manufacturing Company; Glock Inc; Sturm, Ruger & Company y otras de “prácticas negligentes” que facilitan el tráfico ilegal de sus productos a México.

Esta polarización entre vecinos ha tenido otros capítulos muy rasposos, en materia geopolítica, hay dos puntos a destacar: la reciente propuesta de AMLO para cambiar o enterrar a la Organización de los Estados Americanos (OEA) por un organismo más afín a las necesidades de los pueblos latinoamericanos, que “no sea lacayo de nadie”.

Pero si usted recuerda, en este espacio hemos señalado la alta injerencia de Estados Unidos en la OEA, que recibe de Washington el 51 por ciento de su presupuesto para operar y que casi no hay decisión en ese organismo que no pase por el aval de la Casa Blanca.

La propuesta de AMLO se alinea con la postura de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia en contra de la OEA y de paso desvela que México tiene un distanciamiento cada vez más claro con Washington. 

Además, en las próximas semanas (10 al 20 de agosto) el suelo mexicano será sede de las negociaciones por la paz en Venezuela entre la oposición que encabeza Juan Guaidó y el gobierno de Nicolás Maduro. Habrá que ver qué tan neutral resulta el gobierno mexicano y cómo se comporta EU.

Aunque el punto más difícil de esta agria vecindad, puede ser las posturas de los gobiernos de México y Estados Unidos en la crisis social en Cuba, que volvió a tomar reflectores mundiales con una ola de protestas el pasado 11 de julio, el gobierno de Miguel Díaz-Canel dice que fue orquestas desde Florida, lo que es posible, pero lo que es seguro es que no esperaban el número de persona que se sumaron ese día fuera tan multitudinario.

Cuba es un “ejemplo de resistencia” y “merece ser declarada Patrimonio de la Humanidad”, cuando AMLO pronunció estas palabras y se mostró en contra del embargo y sanciones por parte de Estados Unidos, él mismo reconoció que podrían provocar “enojo en algunos o en muchos”.

Las duras palabras contra la política de Washington siguen a los elogios que AMLO regaló a Cuba durante una ceremonia ante representantes de países americanos entre los que se encontraba el propio ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, quien calificó después de “trascendental” su discurso y agradeció a México “por su liderazgo y solidaridad”.

La admiración y buena sintonía del Presidente mexicano hacia la isla caribeña no es nueva. Pero su postura ante las denuncias de violencia por parte del gobierno cubano durante las recientes protestas vividas en el país ha recibido duras críticas y cuestionamientos.

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Para mostrar su apoyo, México anunció el envío de dos buques con insumos en el marco de lo que llamó “asistencia humanitaria” hacia Cuba, que además de las protestas está viviendo su peor momento sanitario desde que comenzó la pandemia y una dura crisis económica.

Horas antes, EU había endurecido las sanciones contra algunos funcionarios cubanos tras la represión de las últimas manifestaciones. 

Lo que es claro para los mexicanos es que pese al cariño y hermandad hacia el pueblo cubano de un amplio sector de la sociedad, la decisión de marcar distancia con tu vecino del norte y principal socio comercial tiene muchos más riesgos que beneficios, peor aún si se trata Estados Unidos. O usted ¿Qué cree?

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