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La Opinión

México-Argentina, ¿el principio de un eje progresista en América Latina?

La alianza progresista México-Argentina se cocina desde mayo, cuando Axel Kicillof, gobernador electo de Buenos Aires, se reunió con legisladores y funcionarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador

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México-Argentina, ¿el principio de un eje progresista en América Latina?

La izquierda cree que México y Argentina podrían liderar un bloque progresista en América Latina. La derecha piensa que se trataría de una alianza populista.El fin de semana arribó a nuestro país el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández Reyes, para sostener encuentros con el presidente Andrés Manuel López Obrador y con empresarios mexicanos, entre los que destaca Carlos Slim.

Fernández era el candidato del Partido Justicialista, la formación política que representa a la izquierda peronista en Argentina, y obtuvo un holgado triunfo en los comicios del 27 de octubre con promesas electorales de mejoras sociales y de reformas económicas lejanas a la ortodoxia neoliberal.

Su compañera de fórmula era Cristina Fernández de Kirchner, quien ahora fungirá como vicepresidenta. Se trata de la expresidenta que dirigió a la nación sudamericana entre 2007 y 2015, en un gobierno que algunos han tildado de populista y otros han caracterizado como progresista. Ambos tomarán posesión de sus respectivos cargos el 10 de diciembre de este año. 

Puesto que se trata del gobernante que representa el regreso de la izquierda peronista al poder y debido a que éste es el primer viaje al extranjero que realiza como presidente electo, la visita de Fernández a México ha llamado la atención a varios sectores tanto de la izquierda como de la derecha en nuestro país y en América Latina.

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La izquierda argumenta que la visita de Fernández es todo un hito. Dicen que la elección de México como primera visita de trabajo del presidente electo demuestra la importancia que el nuevo mandatario le conferirá a esta relación binacional.

 También arguyen que probablemente este encuentro abra las puertas a un eje progresista latinoamericano, es decir, a una alianza diplomática entre ambos países con el objetivo de encabezar a un bloque izquierdista en América Latina, en el que probablemente podrían entrar países como Bolivia de Evo Morales o El Salvador de Nayib Bukele, entre otros. 

Según los izquierdistas, la formación del eje progresista es posible gracias a que lo impulsarían dos “gigantes latinoamericanos”, los cuales tienen gran influencia regional y fuerte presencia global, pues ambos forman parte del G-20 y su voz pesa en los foros internacionales, como la ONU. 

El bloque funcionaría como cobijo y respaldo diplomático para el desarrollo de agendas progresistas con programas sociales ambiciosos en América Latina y contrarrestaría a “las ambiciones imperialistas” estadounidenses en la región, lo cual ayudaría a destrabar por la vía pacífica las crisis político-sociales en Nicaragua y Venezuela.

La izquierda asegura que la alianza México-Argentina también sería muy útil para el gobierno de Fernández en los procesos de renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pues México podría utilizar su cercana relación con Estados Unidos para conseguir el beneplácito de Washington en aras de que Buenos Aires consiga un buen trato con el FMI. 

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En contraparte, la derecha argumenta que el acercamiento entre ambos países sería nocivo para toda Latinoamérica, pues auspiciaría una agenda populista irresponsable en la región, lo que no traería otra cosa que gasto social desmedido, un creciente endeudamiento público y nulo desarrollo económico. 

Asimismo, esta alianza proveería el apoyo diplomático que necesitan Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua, lo que facilitaría la permanencia de estos dictadores en el poder. También legitimaría el presunto fraude electoral con el que Evo Morales se reeligió en Bolivia. 

Ambos sectores dicen que la visita de Fernández no es de una reunión diplomática cualquiera, pues la alianza progresista (según la izquierda) o populista (según la derecha) México-Argentina es un proyecto, que se está cocinando desde mayo, cuando Axel Kicillof, uno de los economistas y operadores políticos más importantes del peronismo y ahora gobernador electo de Buenos Aires, visitó nuestro país y se reunió con varios legisladores y funcionarios públicos de alto nivel. 

Tanto la izquierda como la derecha exageran al evaluar la importancia de la visita de Fernández y las posibilidades de éxito de un eje diplomático comandado por México y Argentina. 

En primer lugar, es verdad que México y Argentina son dos de los tres gigantes de la región, pero también es verdad que el más importante de estos gigantes es el tercero: Brasil. Un bloque diplomático latinoamericano que realmente pese a nivel global tiene que contar con Brasil. Si no, está destinado a fracasar. 

Le guste o no a los mexicanos y a los argentinos, Brasil es el país más importante de la región: es la economía más grande, cuenta con más recursos naturales, tiene una industria más desarrollada, posee el aparato diplomático más poderoso y un largo etcétera. Pero es obvio que Brasil de Jair Bolsonaro, un presidente cuasifascista, no respaldará este bloque, sino que lo obstaculizará. De hecho, se negó a felicitar a Fernández por su victoria electoral y anunció que no asistirá a su toma de posesión. 

En segundo lugar, Argentina está sumida en una profunda crisis económica, por lo que el gobierno de Fernández estará demasiado ocupado en combatir los niveles exorbitantes de inflación, el desempleo, la pobreza y el malestar social como para concentrar esfuerzos importantes en un proyecto diplomático tan ambicioso.

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Además, un país disminuido en lo económico pierde automáticamente gran parte de su peso en el escenario internacional. 

En tercer lugar, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha mostrado un desinterés casi total por la política exterior. El mandatario mexicano ha dicho en repetidas ocasiones que “la mejor política exterior es una buena política interna”.

López Obrador se ha negado a realizar visitas de trabajo al extranjero, no ha asistido a importantes cumbres internacionales (como la reunión anual del G-20 o la Asamblea General de la ONU) y sólo ha recibido a mandatarios de países que poco pesan en la escena global, como Cuba, El Salvador y Panamá

En realidad, los únicos esfuerzos importantes que ha realizado AMLO en materia de política exterior han sido con el objetivo de mantener una relación estable con Estados Unidos tanto en lo comercial como en lo político. 

En suma, no hay razones para pensar que el gobierno de López Obrador va a cambiar su actitud respecto a la política exterior para posicionarse como líder de un bloque diplomático latinoamericano. Tampoco hay motivos para considerar a una Argentina debilitada económicamente, deslegitimada diplomáticamente y ocupada en resolver sus problemas internos como un actor de peso para encabezar una iniciativa de política exterior de altos vuelos. 

No habrá eje progresista ni bloque populista.

Por Jacques Coste Cacho

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