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La tarde que ardió la Cineteca Nacional

El miércoles 24 de marzo de 1982 los espectadores de la sala “Fernando de Fuentes” de la Cineteca Nacional seguían con interés la trama de la película La tierra de la gran promesa

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El miércoles 24 de marzo de 1982 los espectadores de la sala “Fernando de Fuentes” de la Cineteca Nacional seguían con interés la trama de la película La tierra de la gran promesa, una de las obras maestras del cineasta de Polonia, Andrzej Wajda, cuando a las 17:50 horas se escucharon explosiones que provocaron un incendio que consumió parte de riqueza cultural del país.

El filme era parte de un ciclo del director de ese país europeo, que exhibía dicha sala y luego de esta cinta iba a proyectarse El hombre de mármol.

La tierra de la gran promesa es una adaptación de la novela del escritor Wladyslaw Reymont, y narra la búsqueda de Polonia para dejar de ser una nación semifeudal y convertirse en un país capitalista.

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En la segunda sala de la Cineteca Nacional, ubicada en la esquina de Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, llamada El Salón Rojo, el público estaba listo para ver la película La yegua de fuerza, una producción de la cineasta francesa Joyce Buñuel, nuera de Luis Buñuel, cuyos protagonistas son Carole Laure, Pierre Santini y Liliane Roveyre. La trama es una crónica de una ama de casa hastiada de la rutina.

En la sala Fernando de Fuente, faltaba un buen rato para que la película terminara, eran las 17:50 horas cuando los espectadores escucharon la primera de ocho explosiones que originaron un incendio de grandes dimensiones y que terminó con la Cineteca Nacional en 14 horas.

El público no acabó de ver La tierra de la gran promesa, porque tras el estallido vino el humo y una lengua de fuego brotó de la pantalla y con ello inició una tarde noche desastrosa para el cine mexicano.

El personal de la institución empezó el desalojo de las salas de exhibición, trató de hacerlo con cuidado, pero el estruendo de las explosiones provocó el pánico entre los espectadores, quienes pretendieron salir del recinto desordenadamente.

Los primeros asistentes que lograron alcanzar la calle contaron a los reporteros que en la huida hubo personas aplastadas, porque todos querían salir al mismo tiempo, ya que el humo en el lugar era sofocante y el fuego devoraba rápidamente los materiales.

Los estallidos registrados fueron de tal magnitud que casas ubicadas a medio kilómetro a la redonda sufrieron la ruptura de sus vidrios.

A la hora de que inició el fuego, había cerca de mil personas en el inmueble, entre público, trabajadores e invitados a la inauguración de una exposición.

Los primeros bomberos, que llegaron de la estación de Tlalpan a combatir el fuego junto con los de los Estudios Churubusco, pronto percibieron la magnitud de la tarea que tenían enfrente, un edificio que era pasto de las llamas por los productos inflamables que había ahí, entre cortinajes, butacas, madera y papel.

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Entonces, algunos de los empleados del recinto les informaron que en los sótanos del inmueble había miles de rollos de películas elaborados con nitrato de plata, un material sumamente peligroso y que ardía sin parar; por si fuera poco había tambos de diésel en el sótano para uso de la estación eléctrica de emergencia.

Por eso, en la ya noche de ese 24 de marzo, el fuego y el humo avanzaban rápidamente por todo el edificio, a pesar de que los vulcanos lanzaban y lanzaban chorros de agua y de químicos para apagar la conflagración, la cual parecía avivarse con el paso del tiempo.

Ante el desastre inminente, autoridades capitalinas suspendieron la la circulación en la Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, detuvieron el servicio de la Línea 2 del Metro y ordenaron el desalojo de la Casa de Cuna del DIF, la cual está al lado contrario de la Cineteca.

Bomberos de todas las estaciones atendían el incendio, y 25 ambulancias de la Cruz Roja y 10 de la entonces Dirección General de Policía y Tránsito permanecían en el lugar de los hechos para atender a los heridos.

A las 20:00 horas llegó Margarita López Portillo, directora general de Radio, Televisión y Cinematografía, a la Cineteca Nacional, que para ese momento ya estaba envuelta en llamas.

Los noticiarios nocturnos estelares de la televisión proyectaron a la hermana del presidente José López Portillo fuera de sí, impactada por la magnitud de la tragedia. Expresó que había advertido del peligro que representaba la cineteca, porque sus sótanos, sin las precauciones debidas, almacenaban miles de cintas elaboradas con nitrato de plata.

La funcionaria aseguró que ante esto solicitó recursos por 25 millones de pesos para cubrir las bodegas con material aislante, pero no le autorizaron el presupuesto para eso.

Ella, como muchos cineastas mexicanos, reconoció la pérdida del archivo histórico del cine de México.

En medio de la confusión, las versiones del origen del fuego eran diversas, una de afirmaba que la explosión de una parrilla en el restaurante Wings, contiguo al inmueble, provocó la conflagración; otra, en la que coincidía empleados y espectadores, indicó que el incendio inició tras la pantalla de la sala Fernando de Fuentes; y los peritajes de la Dirección General de Tránsito apuntaron a un corto circuito, como lo que provocó el siniestro.

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El saldo inicial de la tragedia fue el fallecimiento de tres bomberos, de un hombre y una mujer, y 57 personas lesionadas.

Periódicos de la época y el documental Los rollos perdidos dan cuenta de que los bomberos apagaron el incendio a las 10:35 horas del día jueves 25 de marzo; además de las pérdidas humanas, los reportes indicaron la destrucción de seis mil filmes nacionales e internacionales, los cuales estaban en cuatro almacenes al tope.

También, el fuego acabó con fotografías, materiales impresos, y piezas de películas de Sergio Einstein, cineasta ruso, revistas, algunos de ellos irrecuperables.

La Dirección General de Policía y Tránsito mantuvo su versión de que un corto circuito en los sótanos del inmueble causó la conflagración, que dejó a dos personas muertas y el capitán de bomberos Venustiano González, cuyo cuerpo fue rescatado, el viernes 26 de marzo, tras de que removieron los escombros de una bodega; mientras que la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal levantó el acta 36/442/982.

La información de las secuelas del incendio perdió fuerza en los días siguientes, la cifra oficial de muertos fue la misma, aunque no fue posible comprobar si los cuerpos de emergencia rescataron más cadáveres entre los escombros.

Hasta el miércoles 14 de abril de ese año, la entonces Procuraduría General de la República presentó el informe oficial del siniestro, cuya causa fue un cortocircuito en las instalaciones eléctricas de las oficinas adjuntas a la sala privada denominada Salvador Toscano.

El incendio inició a las 17:50 horas, las explosiones se originaron por la acumulación de gases en las bodegas, donde había más de dos mil cintas elaboradas con nitrato de celulosa.

En 2018, el cineasta Homero Gibrán Bazán llevó a cabo el documental Los rollos perdidos en el que directores de cine hablan sobre el incendio de la Cineteca Nacional y el tesoro fílmico perdido, todo en unas horas que duró el fuego.

La película muestra al recinto infestado por el fuego, al día siguiente el panorama de escombros y seis meses después lo demolieron.

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Finalmente, así acabó la Cineteca Nacional, inaugurada, con una inversión de 300 millones de pesos, por el presidente Luis Echeverría Álvarez el 17 de enero de 1974 con la proyección del filme nacional El compadre Mendoza, obra de Fernando de Fuentes.

Manuel Cosme  l El Sol de México

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