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Seguridad

Los chalecos antibalas ligeros y duraderos para enfrentar a la violencia y el crimen en México

Se desarrollan prendas que lucen normales, pero protegen igual que las de los cuerpos de seguridad

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Foto: Daniel Galeana

Mucho antes del Covid-19, el país enfrenta algo que médicamente es un problema tan grande que ya es considerado una epidemia: los ataques con armas de fuego, y para lo cual la moda blindada también evoluciona, con chalecos antibalas más ligeros y duraderos.

En 2019, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave) reportó que cada 5.8 horas ingresó una persona con heridas por arma de fuego o punzocortante a una sala de urgencias en el país.

En ese año, se registraron 51 mil 620 casos en los hospitales públicos y privados del país, cuatro mil más que el año previo.

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De acuerdo con el Inegi, los asesinatos son la octava causa de muerte entre los mexicanos, quienes buscan una vacuna efectiva contra la violencia que nadie ha podido frenar en tres sexenios y al parecer, la encontraron.

Según el Consejo Nacional de la Industria Balística, la industria del blindaje creció exponencialmente en los últimos cinco años. Sólo en el último año, la demanda por el blindaje aumentó 17 por ciento.

Al cierre del año pasado, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) más de 35 mil personas perdieron la vida a través del homicidio. 2020 fue el segundo año consecutivo con estas cifras.

Por si fuera poco, el domingo 26 de abril fue el día más violento del año, al concentrar 115 defunciones por este motivo y representó el tercer día con más bajas en lo que va del sexenio.

Además, los datos del mismo organismo en los primeros tres meses del año arrojan que los homicidios intencionales, conocidos como dolosos, alcanzaron siete mil 52, de los cuales, casi siete de cada 10 se cometieron con arma de fuego.

Las empresas de blindaje apuesta a chalecos antibalas seguros.

Los ataques con pistola son cada vez más comunes en México, pues la proliferación de armas legales e ilegales día con día se hace más evidente.

La semana pasada, la Secretaría de Seguridad Ciudadana detuvo a un hombre por rifar armas entre locatarios de la Central de Abasto de la capital del país.

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Los locatarios identifican el proceso como Rifa, entre amigos. Los boletos del sorteo eran impresos con la leyenda “La Efectiva” y el logotipo de un trébol verde en papeles de color amarillo, rojo, morado, y verde, y cada boleto se vendía por hasta cinco mil pesos.

Otro caso, que también ocurrió en menos de dos semanas fue el de un par de jóvenes que trataron de ingresar al parque de diversiones Six Flags con una subametralladora.

La proliferación de armas en el país ocurre pese a que en México sólo existe una tienda para comprar pistolas de forma legal y es controlada por la Secretaría de la Defensa Nacional.

Sin embargo, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) estima que en la última década más de 2.5 millones de armas han cruzado la frontera de Estados Unidos hacia México.

En febrero, Fabián Medina, jefe de la oficina de esa dependencia, y de uno de los funcionarios del gobierno que le da seguimiento al tema del tráfico de armas, señaló que el flujo es consecuencia de las necesidades de abastecimiento a los grupos del crimen organizado, aunque no presentó cifras del incremento.

Durante un foro sobre tráfico de armas en la frontera entre México y Estados Unidos, Medina destacó que se estima que en Arizona se trafica 15 por ciento de las armas que entran ilegalmente al país.

Dijo que el principal punto de tráfico de armas es la ciudad de Nogales, en Sonora, y que entre abril de 2020 y enero de 2021, del total de los decomisos en la frontera 81 por ciento correspondió a municiones, 11 por ciento a cargadores y 7.0 por ciento a partes de armas.

Según Ignacio Baca Torres, secretario y presidente de la Comisión de Blindaje Corporal del Consejo Nacional de la Industria Balística, tradicionalmente las prendas blindadas han sido utilizadas por elementos de seguridad pública, guardias privados y personal militar.

Sin embargo, debido al aumento en la inseguridad del país en los últimos años, los ciudadanos han buscado protegerse con prendas mucho más discretas, pero que ofrecen la misma protección balística.

“El blindaje en México ha aumentado en dos vertientes. El primer sector que ha aumentado es el de la protección para las fuerzas del orden (policíaco y militar), derivado de la creciente violencia por temas particulares de la lucha contra las organizaciones delictivas; si le damos un valor diría que entre 15 por ciento y 20 por ciento”, aseguró.

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La segunda vertiente, añadió, es que existe un aumento muy destacable en la adquisición de productos de blindaje personal para los elementos de empresas que tienen a su cargo la protección privada, productos de blindajes muy similares a los policiacos, y por supuesto, para las personas en general.

Empresarios, escoltas o cualquier persona que en su actividad se sienta en riesgo y que busca la oportunidad de protegerse ante cualquier atentado por arma de fuego, ya sea por un robo común con armas de fuego o un tema de preocupación de ser víctima de crímenes de alto impacto, señaló.

Así fabrican los chalecos antibalas.

Verdaderamente existe la preocupación y la necesidad de sentirse seguros. En este caso el blindaje personal ha aumentado más de 25 por ciento en los últimos cinco años, refirió.

En este sentido, el sector privado ha desarrollado prendas que cada vez se parecen más a la ropa común, que incluso pueden pasar desapercibidas, pero proteger de la misma forma y cumplir con las mismas certificaciones internacionales que utilizan los cuerpos de seguridad y la milicia.

“En el mercado privado hemos diseñado prendas balísticas cada vez más livianas, pero con la particularidad de ser lo más semejante a la ropa casual, ya sea una chamarra rompe vientos o un chaleco tipo sport. También se han diseñado prendas que puedan usarse por debajo de la ropa, ya sea como forma de chaleco interno o playera”, abundó.

Ignacio Baca expuso que estos últimos han tenido bastante aceptación por la forma práctica de usarlos y que se camuflan con la ropa en la vida cotidiana y sin alertar que están protegidos”.

Afirmó que los adultos son quienes buscan más prendas para prevenir los impactos de bala, aunque su costo es alto para el promedio de la población.

Destacó que el costo es relativo, si hacemos una comparación de una prenda de marca de mediana a alta gama versus una prenda que tiene capacidad de detener balas.

“Creo que el precio pasaría a segundo plano, siempre haciendo hincapié en que este último está creado y diseñado para en la medida de lo posible salvar vidas. Para dar un precio estimado podemos decir que, una prenda balística certificada y que cumple con todos los estándares y requisitos, rondaría y partiría de los 400 dólares hacia arriba dependiendo de su configuración balística, tamaño y peso”, apuntó.

Además, precisó, si bien las prendas se asemejan a la ropa común, son distintas y más pesadas que la ropa normal.

“Como todas las prendas nuevas que tienen un adicional en el peso o es algo a lo que el cuerpo no está acostumbrado se notará esa sensación de portar algo extraño en el torso, pero no son incómodas y la tecnología, que está cambiando constantemente para mejorar los materiales, los hace más ligeros y confortables”, resaltó.

De acuerdo con Baca, una prenda de blindaje balístico pesa alrededor de tres kilogramos si es ropa exterior, como un chaleco sport o una chamarra; sin embargo su peso se reduce a 2.8 kilogramos si son prendas interiores.

Por otro lado, abundó, dependiendo de la configuración balística y los materiales tanto para la solución en el panel balístico como en el portador de los paneles balísticos y del tamaño, podría disminuir o aumentar el peso.

El directivo mencionó que todas las prendas certificadas por el Consejo del que forma parte, dice, cumplen con los niveles establecidos por el Instituto Nacional de Justicia de Estados Unidos (NIJ, por sus siglas en inglés).

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La norma NIJ es el estándar de blindaje mayormente usado para las fuerzas del orden en el mundo. Portar un chaleco antibalas con certificación NIJ garantiza la confiabilidad de un producto determinado contra los diversos tipos de municiones de pistola existentes, señala el portal de la empresa Arvak, especializada en la fabricación de equipos para fuerzas de seguridad.

Al respecto, Ignacio Baca señaló que “en México los niveles más utilizados son el nivel NIJ III-A para disparos provenientes de armas cortas hasta un máximo de calibre magnum .44, en algunos casos y dependiendo del calibre y el arma que la detone, puede aguantar más de 10 tiros siendo que, en laboratorio, se prueban con 6 rondas, o disparos, en diferentes ángulos y los calibres más altos que provienen de armas largas como los NIJ III para calibres hasta 7.62, en laboratorio, de hasta seis disparos NIJ IV hasta calibre .30 y protección de balas endurecidas AP armour piercing probadas con hasta cuatro balazos si es que fue fabricada para multiimpactos”.

Cada prenda, estimó, dura entre cinco y siete años, aunque depende mucho de la configuración de la prenda y el mantenimiento de la misma.

“Actualmente existen productos de marcas y empresas reconocidas, como las que podemos encontrar a través del Consejo Nacional de la Industria de la Balística, que en el mercado mexicano han logrado tener certificados por hasta siete años, obviando que es bajo el correcto uso y mantenimiento del chaleco antibalas o que ya haya cumplido su misión que es detener balas porque en ese momento pierde su garantía”, precisó.

Agregó que existe la inquietud por conocer y adquirir este tipo de prendas y aunados al desarrollo de nuevas tecnologías que se traducen en prendas mucho más confortables y con mejores capacidades balísticas; creemos que habrá un incremento en ventas, pero más importante un incremento de personas que adquieren estos productos y salvar más vidas que es lo más importante”, dice Ignacio Baca.

Mario Alavez | El Sol de México

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