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La Opinión

El empleado de la caja idiota de Olegario Vázquez

Señor Ciro Gómez Leyva te explicó: ¿Grosero por cuestionarle al presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador por la caja idiota? No

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Carlos Pozos
Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios educarán a los niños.

El 3 de agosto de 2020 fue un día de fiesta para los dueños de Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios por la firma del Acuerdo por la Educación con el secretario de Educación Pública (SEP), Esteban Moctezuma Barragán y con la presencia del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Se trata de un acuerdo para regresar a clases con un esquema robusto, oficial y válido que dará servicio a 30 millones de estudiantes de 16 grados escolares y en seis canales de televisión, con una amplia cobertura nacional y durante 12 horas diarias y durante siete días de la semana. -Servicio por el cual el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pagará millones de pesos-, porque las televisoras dueñas de la caja idiota no lo harán gratis.

En ese marco, el jefe de la Nación me dio el uso de la palabra y aproveché para reconocer el esfuerzo de las partes y en particular de Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios para mejorar los contenidos ofrecidos a la teleaudiencia y a los estudiantes en momentos en que no pueden regresar a clases de manera presencial por la crisis sanitaria de coronavirus (Covid-19).

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Fue cuando expresé: “Muy buenos días, presidente de México. Su servidor, Carlos Pozos, reportero de Lord Molécula. Buenos días a los invitados”.

“Nada más reconocer que es muy plausible a los empresarios de la radio y la televisión este convenio con el gobierno en materia de educación, porque así se muestra que la televisión ha dejado de ser esa caja, perdón por la palabra, que idiotizaba al pueblo de México y está tomando una nueva transformación. Mis felicitaciones para los empresarios de la radio y la televisión”.

Ese día acompañaron al presidente López Obrador: Esteban Moctezuma Barragán, secretario de Educación Pública (SEP), Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud (SSA), Hugo López Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, así como Ricardo Sheffield Padilla, titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

También estuvieron Rodolfo González Valderrama, director general de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación, José Antonio Álvarez Lima, director de Canal 11 y  Jenaro Villamil Rodríguez, titular del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR).

En Palacio Nacional también estuvieron Emilio Azcárraga Jean, presidente ejecutivo del Consejo de Administración de Grupo Televisa, Francisco González Albuerne, director general de Grupo Milenio y vicepresidente de Grupo Multimedios, así como Olegario Vázquez Aldir, director ejecutivo de Grupo Empresarial Ángeles y Benjamín Salinas Sada, director general de TV Azteca.

Los dueños de las televisoras saben que el Acuerdo por la Educación es una oportunidad para que incrementen su función social, al desplegar contenidos educativos. Hoy por hoy las televisoras son indispensables para cumplir los programas de estudio en medio de la emergencia sanitaria y también es su oportunidad para fortalecer sus finanzas.

Tradicionalmente se les ha señalado lo poco que aportan a la educación y a la  formación de valores, con la producción y transmisión de programas de baja calidad, y por el efecto enajenante de los mismos.      

No fue una falta de respeto a los dueños de Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios, porque antes de decir “idiotizaba”. También ofrecí “disculpas al público que nos ve y nos escucha”, y hablar de la “caja idiota” no fue una ocurrencia mía, sino referí una frase conocida de un filósofo canadiense, estudioso de los medios masivos de comunicación.

Les recuerdo amigos lectores, que en la conferencia Mañanera tenía como invitado al experto en comunicación Jenaro Villamil, quien me dio claridad en torno a los medios de comunicación —empresas de comunicación, en México, que en lo que se refiere a televisión privada, han tenido que transformase de cara las nuevas tecnologías, al dominio de Google, Facebook, Twitter, Apple o Netflix—. 

Tal vez para algunos fue una grosería, (cuestión de enfoques dijera el eslogan del viejo Heraldo de México). Para la editorial de televisión de Grupo Imagen, fue una grosería, tuvieron que mencionar mi nombre. Sólo dije lo que gran parte de la ciudadanía sabe que Televisa y luego TV Azteca fomentaron la ignorancia del pueblo desde los años 50´s.

Esa caja de televisión –ahora pantallas- dictó a la gente cómo pensar, cómo vestir, qué comer, qué fumar, qué vehículo desear, qué melodía aceptar, qué artista deberías idolatrar, qué beber, y porque partido político y candidato votar.

¡Qué alguien me explique si eso no es idiotizar! O bien que me den ejemplos de televisión con contenido, educativa, formativa y cultural. ¿Qué aportan a la sociedad programas como Ventaneando o la Rosa de Guadalupe? Y de noticieros y noticiarios mejor no hablamos.

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Ese mismo día de mi pregunta el primer mandatario de la nación explicó que se les pagará por los servicios brindados por operatividad a las televisoras, con lo cual esos empresarios no son los grandes benefactores de nuestro país.

¿Tenemos que agradecer el convenio con las cuatro empresas televisivas de México, y por ende, tenemos que agradecer a Emilio Azcárraga Jean, presidente ejecutivo del Consejo de Administración de Grupo Televisa; Francisco González Albuerne, director general de Grupo Milenio y vicepresidente de Grupo Multimedios; Olegario Vázquez Aldir, director ejecutivo de Grupo Empresarial Ángeles y Benjamín Salinas Sada, director general de TV Azteca?

Desde que estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente en la década de los años 80´s catalogamos a la televisión como la caja estúpida, la pantalla que idiotiza y la “caja tonta”. Pero el aparado ¿Es tonto? Debo reconocer que a mí como a muchos o mejor digamos millones de compatriotas nos crió y enseñó cosas diferentes y creó tipos de personas diferentes. 

El aparato como invento no se cuestiona, se cuestiona a los propietarios de las empresarios que dieron una televisión con contenidos pobres, que formó seres humanos de mala calidad moral y ética, que sólo piensan en el dinero como patrón de éxito.

Regreso a los conductores que están frente a las cámaras de televisión y hacen uso del micrófono, les recuerdo que ya lo señaló Jenaro Villamil, hay una Rebelión de las audiencias y deben aceptar que hemos pasado de la era de la televisión a la era del trendinding topic y el like.

El 80 por ciento de las audiencias que se informan a través de los medios digitales, y muchos de los televidentes, desaprueban la línea informativa y de entretenimiento de Televisa y de TV Azteca, Imagen Televisión y Multimedios.

Como consumidores y audiencias debemos de exigir y dejar en la historia los contenidos sosos, planos, que no alimentan más que nuestro ego y sueños y deseos reprimidos, contenidos que adormecen la parte pensante y racional de nuestro cerebro.

Hoy con el gobierno de la Cuarta Transformación han comenzado a cambiar las formas de comunicarse, los mismos medios de comunicación han sufrido también modificaciones en sus hábitos, aunado a esto estamos presentes ante los tiempos de una revolución en la información.

La sociedad accede a distintos tipos de información, por diversos canales, la oferta actualmente es basta, y son los consumidores quienes deciden cuáles le son útiles para tomar decisiones, y aunque es cierto, esta inmediatez de la información conlleva también otros aciertos y desaciertos, como toda revolución, todavía queda mucho por andar. 

A muchas empresas privadas y personajes, todavía hoy les duele entender el cambio o aceptar la competencia. Pero yo soy optimista, estoy seguro de que la sociedad y estos actores superarán estos traumas iniciales y acabarán reconociendo el valor de la oferta en los canales de la información. La gente logrará elegir los que correspondan a sus ideales y forjará una sociedad capaz de analizar los problemas del país bajo su propia lupa y perspectiva. Hay que seguir caminando.

Durante este andar, en los últimos tiempos me ha tocado ver y sentir el desprecio por las opiniones contrarias y es que más allá de disentir, atacamos pidiendo se reconsidere nuestro proceso de pensamiento y de ideas. La verdad es que opinar es algo tan inherente a las personas, que además como periodista me rehúso a coartar, lo que además es mi derecho.

Las reglas son parejas, la libertad de expresión, a la información y de opinión para todos son iguales, se trata de derechos irrenunciables, aunque en su legítimo ejercicio generen polémicas, disgustos, irritación, críticas y descalificaciones contra quienes escriben y opinan. Y es que, vuelvo a repetir, una cosa es disentir y otra es atacar, dividir y restar.

En tiempos de la 4T, el periodismo sufre una transformación, este gremio que nunca se ha caracterizado por la unión de sus miembros en México, pero si por un gran canibalismo, en donde los egos dominan. Ahora hay una polarización y heridas a flor de piel y un doble discurso al no querer aceptar que la época dorada donde su palabra era “sagrada”, donde los líderes de “opinión” marcaban la agenda de las noticias, y donde ellos elegían la temporalidad de estas mismas ya desapareció. Los medios, los periodistas, los modos, los métodos y las opiniones están transformándose nos guste o no. Y la caja idiota también se transforma.

La libertad de expresión, de informarnos y de opinar no es una concesión que los comunicadores quitan o dan a capricho, es un derecho reconocido por los gobiernos democráticos, en el caso de México, que se fue ganando y que se encuentran en la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La Organización de las Naciones Unidas, en la mismísima Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 19, cita: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. 

Pero hay que tener cuidado de cómo usamos estos derechos, pues informar y dar nuestra opinión o expresarnos libremente, no significa tener el derecho a molestar, insultar, distorsionar, querer imponer ideas con intereses ocultos, aleccionar sólo por el hecho de tener un “micrófono”, sí se opina, informa y expresa con libertad y con respeto a este derecho, cada quién se hace responsable de su palabra, porque sabe que no transgrede a nadie, y se hace un uso responsable de su “micrófono”.

Por primera vez en la historia de México, la libertad de expresión se ha democratizado y se ejerce tan ampliamente que ha llevado a las mentes más conservadoras a cuestionar, incluso, el trabajo serio y profesional de periodistas, por el simple hecho de no estar de acuerdo en su punto de vista o en su visión de la realidad del país.

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En materia de libertad de expresión, no se trata de estar de acuerdo o no con lo que la gente piensa, sino de expresar y defender la propia percepción de los hechos, los pensamientos e ideas y reflexiones que éstos nos provocan.

Y es que cuando se me acusa de hablar de más o de menos, de mis formas de preguntar, de mi carrera de periodista y me pregunto: ¿Quién es el prototipo del periodismo? ¿Realmente puede existir? ¿Cómo se puede decidir cuáles son periodistas verdaderos y legítimos, y quiénes son los profanos e improvisados? Sí a eso vamos, yo les puedo mostrar mi título y mi cédula que me avalan como licenciado en Periodismo, así como los años de carrera que tal vez no tan renombrada como otros compañeros del gremio, pero que me han forjado profesionalmente. 

Qué pasaría si solicitamos su cédula profesional o título a todos los integrantes del gremio de periodistas de México, nos llevaríamos varias sorpresas, pues encontraríamos: abogados, ingenieros, analistas, politólogos, que en su momento se ganaron los lugares estelares, aún sin ser reporteros o periodistas. ¿Es malo?

No se trata de gritar más fuerte o más veces, o de confabularse desde la caja idiota en contra quienes piensan diferente, tampoco se trata de abusar de la tribuna que les da un medio de comunicación, para descalificar y ofender a otros comunicadores, con el resentimiento que puede provenir de que se les hayan acabado los privilegios que generosamente obtuvieron en el  pasado.

Hablar de ética, es muy complejo, y como diría mi abuela, primero hay que limpiarse la boca. Es de gente educada escuchar los consejos, pero también es de gente responsable, y profesional no acusar sin sustento, no descalificar el trabajo de otros profesionales o de empíricos, por no estar de acuerdo y no usar calificativos peyorativos. 

Avanzamos en el ejercicio de la libertad de expresión, qué bueno, los mexicanos lo merecemos, pero qué lejos estamos del respeto a la profesión de los periodistas, a los propios periodistas y a las instituciones, a las personas, a su color de piel, a su forma de hablar, a su aspecto físico, es decir, respeto al de alado.

Concluyo en mi humilde opinión: el respeto ante todo colegas ¡Respecto!

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