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El Extranjero

“Dios es más grande que el Covid-19”, aseguran los evangélicos en América

Los evangélicos en América Latina y Estados Unidos rechazan el confinamiento social para frenar el Covid-19 entre su corriente religiosa

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Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo
Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo

Durante esta pandemia se han visto comportamientos diversos de varios sectores de la sociedad que se resisten a guardar las cuarentenas, uno de esos grupos son los evangélicos, quienes en América no han dejado de estar activos fuera de las cuarentenas por la pandemia de coronavirus (Covid-19). 

En Nueva York, el epicentro del contagio en Estados Unidos y el mundo, nueve líderes de organizaciones cristianas evangélicas exhortaron al gobierno de Donald Trump que deje en libertad a migrantes detenidos “que no representen una amenaza para la seguridad pública” durante la pandemia de Covid-19.

Del otro extremo del continente, la agenda del evangelista y presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, —quien abiertamente rechaza el confinamiento— continúa avanzando en medio de la pandemia de Covid-19, que ha causado más de 11 mil muertos en ese país.

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Bolsonaro ha sido gobpeado por la grave crisis sanitaria de Covid-19, política y económica en los últimos 70 días. Pero para salir de ese mal momento el mandatario ha acelerado políticas que son claros guiños a sus principales bases electorales: Iglesias evangélicas, ruralistas, madereros, minería, deforestadores y defensores de las armas. Todo ello en detrimento de los derechos indígenas y ambientales, la educación y la reducción de la violencia.

Según una encuesta de la firma Datafolha realizada en abril de 2020, en Brasil los evangélicos evalúan de manera más positiva la gestión del presidente Bolsonaro y son más contrarios al confinamiento que la población general.

Influyentes líderes evangélicos como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, son grandes críticos al aislamiento social en Brasil y se alinearon con Bolsonaro.

En distintas iglesias evangélicas brasileños continúan los cultos en persona donde, pese a medidas adoptadas para guardar distancia entre los fieles y darles gel desinfectante a la entrada, se observan hasta tres mil asistentes a un mismo templo en plena cuarentena.”Creen que Dios puede resolverlo”, señaló Mariz.

“La idea es que ‘Dios provee todo’ y no precisas hacer aislamiento”. Esto contrasta con la actitud que han asumido otros pastores de diversas denominaciones en defensa de la suspensión de cultos en persona y ofreciendo servicios por internet.

“Pero es una minoría”, sostuvo el teólogo Kenner Terra, que enfrentó una ola de críticas por defender el aislamiento social. “El hecho de que consideres las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es casi como un ‘acto de resistencia'”, dijo Terra a BBC Brasil.

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De acuerdo con la BBC, grupos evangélicos a lo largo de América se las han ingeniado para mantener cultos en persona pese a la pandemia. En Chile, un líder evangélico con coronavirus murió tras ir a un evento masivo. En Perú o Colombia sorprendieron a pastores reunidos con fieles pese al confinamiento. 

Del sur al norte de América, distintos grupos evangélicos se han puesto al frente de la resistencia al distanciamiento social instaurado para combatir una pandemia que causa estragos en el continente.

Esa actitud provocó grietas dentro de la propia comunidad evangélica, donde otros advierten sobre la peligrosidad del nuevo virus y optaron por ofrecer apenas servicios en línea.

Pero el fenómeno también colocó un foco especial en esa religión y el fuerte respaldo de sus devotos a presidentes como el estadounidense o el brasileño que buscan el regreso a la normalidad pese a la creciente pandemia en sus países.

Detrás de esas posturas hay desde motivos de fe hasta intereses económicos de algunas iglesias que temen que la crisis disminuya la prosperidad y las contribuciones que reciben de sus adeptos, según expertos.

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Aunque son minoría, la religión evangélica es que más ha crecido en años recientes en América Latina: uno de cada cinco personas en la región (19 por ciento) se definía como tal en 2017, según una encuesta de Latinobarómetro en 18 países.

Esto ocurrió a costa de una pérdida de apoyo a la Iglesia católica, cuyos fieles pasaron a ser 59% de los latinoamericanos según la misma encuesta. El cambio dio más influencia en el debate político a las iglesias evangélicas en temas como su rechazo al aborto o al reconocimiento de derechos de homosexuales.


Pero esos grupos están lejos de actuar de forma monolítica y la pandemia del coronavirus se volvió ahora una peculiar prueba de fuerza para ellos. En Argentina, un pastor evangélico y senador de la provincia de Mendoza causó polémica la semana pasada al criticar las medidas de aislamiento por la pandemia impuestas por el gobierno nacional.

“Hay más muertes por abortos que por el Covid-19, entonces tendríamos que estar encerrados para que no haya abortos”, comparó Héctor Bonarrico durante una sesión virtual de su legislatura y reclamó subsidios para las iglesias evangélicas. Su propuesta naufragó en una votación dividida. Y su comparación levantó varios repudios.

Distintos tipos de iglesias en Latinoamérica han cerrado sus puertas temporalmente ante la pandemia y han buscado adaptarse ofreciendo de servicios religiosos por redes sociales. Pero otros optaron mantuvieron reuniones en persona.

Grupos evangélicos en Nicaragua han participado de actividades públicas, algunas de ellas promovidas por el gobierno de Daniel Ortega, criticado desde el exterior por evitar adoptar medidas contra el covid-19 recomendadas por especialistas en salud.

Desde la Iglesia católica, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes advirtió que salir a la calle “es riesgoso”. En zonas de Colombia y Perú alejadas de las capitales se han reportado intervenciones de la policía para detener algún encuentro evangélico en curso que se salteaba las restricciones.

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En Chile hubo casos donde los propios pastores estaban contagiados de covid-19 y celebraron de todas formas cultos con sus fieles.

Mario Salfate, un pastor chileno, asistió a una reunión religiosa con unas 300 personas el 16 de marzo, cuando en su país ya había advertencias y medidas por la peligrosidad del virus.Unos días después, Salfate dio positivo de Covid-19 junto a otros tres participantes del encuentro. Murió a mediados de abril.

Como en algunas partes de América Latina, la apertura de ciertas iglesias en Estados Unidos pese a la pandemia generó diferencias en la comunidad cristiana.

En Estados Unidos falleció el mismo mes, tras contraer el Covid-19, el pastor evangélico Gerald Glenn, quien había desafiado los avisos sobre el riesgo de infección al afirmar que “Dios es más grande” y seguiría predicando en su iglesia de Virginia.


Los evangélicos blancos figuraron como el grupo religioso de EU menos propenso a creer que el Covid-19 supone un riesgo para la salud pública en una encuesta de marzo del Centro Pew de Investigación.

Y, pese a las controversias que provocó Trump con el coronavirus, tres de cada cuatro evangélicos protestantes blancos indicaron en el mismo sondeo que el Presodente estadounidense respondía bien al brote de infecciones.

“Eso fue mucho más alto de lo que vimos entre otros grupos religiosos”, dijo Greg Smith, director asociado de investigación del Pew, a BBC Mundo.

Con el argumento de que las medidas contra la pandemia van contra sus libertades, algunos evangélicos conservadores en Estados Unidos se han unido a protestas alentadas por el propio Trump en reclamo de la reapertura de actividades.

Trump recibió un amplio respaldo evangélico en las elecciones de 2016 y lo mantiene en buena medida. Una gran mayoría (82 por ciento) de los estadounidenses que asisten regularmente a iglesias disponen ahora de esos servicios religiosos por TV o internet, según otra encuesta de Pew a fines de abril.

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