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Política

Los ocho gobernadores de Puebla en 12 años han pasado sin pena ni gloria

Las decisiones tomadas desde el poder redujeron al mínimo las condiciones de progreso del estado y condenaron a sus habitantes al estancamiento

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PUEBLA, Puebla. Sin un régimen firme y en ausencia de un proyecto de progreso a largo plazo, el estado ha navegado a contracorriente, sumido en la inestabilidad por la continua alternancia del poder público en la última década, derivada de una inusual e incesante serie de reajustes políticos y acontecimientos fatídicos, agravada además por una pandemia.

En 12 años, ocho personas han sido electas para desempeñar la investidura más alta del poder gubernamental en la entidad, de las cuales siete lo hicieron en el último sexenio.

Unas lo lograron mediante el sufragio, y otras, de forma extraordinaria y en tiempos cada vez más reducidos, gracias a la decisión tomada en el Congreso local.

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Debido a los cortos plazos de mandato, y ante la necesidad de procurar la gobernabilidad y mantener los proyectos iniciados por sus antecesores, ningún gobernante, sin contar al actual mandatario, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien continuará en el cargo hasta diciembre de 2024, logró sacar a Puebla del estancamiento político, económico y social, que es síntoma del autoritarismo y la privación del Estado de Derecho que comenzó años atrás.

La pieza más reciente del rompecabezas se colocó la madrugada del 15 de diciembre de 2022. En cuestión de horas y a puerta cerrada, Céspedes Peregrina, quien había dejado de ser presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso, fue electo por 38 legisladores, de los 41 que integran la cámara, como gobernador sustituto de Puebla.

Antes de ese momento, sin embargo, Ana Lucía Hill Mayoral, exsecretaria de Gobernación, tuvo las riendas del estado por escasas 36 horas, al ser nombrada encargada de despacho poco después de que el exmandatario Miguel Barbosa Huerta perdió la vida a consecuencia de problemas cardíacos, a días de presentar su cuarto informe de gobierno. A Hill Mayoral sólo se le permitió decretar luto en la entidad antes de ser sucedida en el cargo.

Barbosa triunfó en su segunda contienda por la gubernatura, en la elección extraordinaria de 2019, que fue convocada tras la muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo, quien fue mandataria por 10 días y quien pereció junto a su esposo, el exsenador y exgobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas, en un desplome aeronáutico en diciembre de 2018.

No obstante, antes de esos comicios, Puebla se rigió con dos mandatos fugaces. El primero lo encabezó Jesús Rodríguez Almeida durante casi un mes, ante la ausencia definitiva de Alonso.

El segundo lo lideró Guillermo Pacheco Pulido, priista beneficiado con la anuencia de las fuerzas políticas en el Congreso y electo como gobernador interino por seis meses. Su encomienda principal –y hasta presidencial– fue garantizar elecciones pacíficas, luego de que las de 2018 se vieron envueltas en acusaciones de fraude.

Aun así, ni siquiera esos hechos fatídicos fueron los que dieron paso a gobiernos cortos. El antecesor de Martha Erika Alonso, Antonio Gali Fayad, fue electo en las urnas para cumplir un mandato de apenas un año y 10 meses, esto debido a que Moreno Valle, en un anómalo intento por empatar los comicios estatales con los federales para 2018, modificó las leyes electorales, dando paso a la llamada minigubernatura.

El doctor en Sociología por El Colegio de México y académico de la Universidad Iberoamericana Puebla, Miguel Calderón Chelius, expone que estos reajustes políticos hundieron al estado en una condición de rezago difícil de subsanar, pues en ninguno de estos periodos se implementó una sola política social consistente y trascendental.

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Ningún mandatario tuvo el tiempo ni las herramientas suficientes para instrumentar un plan de gobierno. Todos se enfrentaron a coyunturas que demandaban la subsistencia de la gobernabilidad por encima de cualquier otra necesidad.

Esto provocó, entre otras cosas, el aumento de pobreza, la creciente incidencia delictiva y escaso crecimiento financiero, evidencia, por su parte, el economista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en Dirección y Finanzas por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Anselmo Chávez Capó, quien reveló que la economía poblana creció escasamente 0.05 por ciento en los últimos seis años.

En un ejercicio periodístico y hecho con la intención de conocer, desde una perspectiva humana y analítica, las razones, desafíos, amenazas y equivocaciones ocurridas tras las decisiones de quienes ostentaron el poder público durante los tiempos de fluctuación política en Puebla, cuatro personajes asumen responsabilidad por los éxitos y fracasos de sus acciones mientras sirvieron al estado. Este es el resultado.

La desdicha para Puebla se escribió hace una década, cuando la tradición del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de gobernar la entidad durante años, se interrumpió ante la alternancia de una administración emanada del Partido Acción Nacional (PAN). Moreno Valle Rosas, panista, quien gobernó de 2011 a 2017, mantuvo los vicios de sus antecesores, como fueron el autoritarismo y la cooptación de instituciones.

Así lo piensa Fernando Manzanilla Prieto, un experimentado político que fue, además de legislador federal, secretario de Gobernación en los gabinetes de Moreno Valle, Pacheco Pulido y Barbosa Huerta. Además, esposo de Gabriela Moreno Valle, hermana del exgobernador del mismo apellido.

“Desilusionante” y “sorprendente”, son algunos de los adjetivos que Manzanilla usa para describir lo que vivió cuando descubrió que Moreno Valle utilizó a la administración pública como una plataforma unipersonal para mantener el control absoluto del Estado poblano, frustrando así cualquier oportunidad de progreso para los años venideros.

“Rafael era lo mismo de antes. ¿A qué me refiero? Era el mismo régimen político, en términos autoritarios, en términos de que no estábamos hablando de una democracia participativa, de un verdadero Estado de Derecho, y de un régimen de libertades en los medios de comunicación, de pesos y contrapesos entre los poderes.

Al revés, cuando sucede el cambio de gobierno, se consolidó más el autoritarismo del gobernante en turno”, confiesa Manzanilla Prieto, que fue parte de esa administración durante casi tres años.

Una muestra de esa ambición de control fue la instauración de la minigubernatura, la cual, además de un error, fue el detonante de la paralización y agonía del estado hasta nuestros días.

“Él tenía la idea de que, al hacer una minigubernatura, lo que iba a generar es que no iba a haber una competencia real por el poder, y así podía entonces mantener el control. ¿Por qué no iba a haber una competencia real?

Porque los partidos no iban a volcarse en una elección de manera tan abierta y agresiva buscando una gubernatura pequeñita (…) Él decía, ‘si yo, siendo gobernador, tengo la posibilidad de aspirar a la presidencia de la República en el 2018, pues tendré dos opciones, o ir por la presidencia, o tener a Puebla como mi bastión’. Desde el principio ese fue su proyecto”, señala.

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Javier Lozano Alarcón, exsenador y exsecretario del gabinete del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, fue uno de los personajes más cercanos al núcleo de la breve administración que encabezó Gali Fayad, pues fungió como jefe de Oficina del gobernador.

Aunque no coincide con la idea de que el mandato de Gali fue una “extensión” de su antecesor, Lozano confiesa que Moreno Valle nunca confió por completo en Gali, y ese fue uno de los mayores limitantes del acotado mandato, pues Moreno Valle quiso utilizarlo para operar políticamente a su beneficio, pero al final sin mucho éxito, dice.

Fue muy poco tiempo el que pudimos estar en el gobierno, fue muy poco lo que se pudo hacer en ese reducido periodo

La falta de fe que Moreno Valle le tuvo a su sucesor fue tal que modificó los planes originales de la minigubernatura, reduciendo el plazo de cuatro a un año y 10 meses, para evitar la eventual traición de Gali. Este ajuste, sin embargo, nunca se lo confesó al entonces precandidato.

“La primera decisión fue que habría, después de su gobierno, un gobierno por cuatro años, y entonces ya el nuevo calendario electoral no empataría con el 2018, sino hasta el 2021, pero alguien le hace ver a Moreno Valle que dejar a Tony cuatro años (y ocho meses) era demasiado tiempo, y que entonces ahí podría romperse su maximato”, relata Lozano.

Y añade: “Él pensaba que podría seguir gobernando a través de la figura de Tony Gali (…) Todos conocíamos la forma de ser de mi amigo Rafael, era un animal político (…) pero eso también fue una fregadera para Tony, porque una candidatura por 22 meses o seis años te cuesta lo mismo, tiene el mismo desgaste personal, familiar y económico, ¿y qué tanto puedes hacer en 22 meses?”

Lozano ve a la minigubernatura como el peor error de Moreno Valle, no sólo porque acotó el tiempo de un funcionario –según él– capaz, sino porque les impidió ejercer un gobierno a largo plazo, y considera que fue insensato contender en la misma elección en la que gran parte del electorado votó por el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena.

Pero, entonces, ¿por qué aceptó Gali la candidatura, con tantas cartas en su contra?

Ya estaba muy comprometido. Yo creo que el que falla y falta a su palabra y compromiso es Rafa (…) Yo estoy seguro de que si desde el principio le dicen a Tony Gali, ‘vas por 22 meses’, él hubiera dicho ‘agárrense a otro wey’ (…) Fue un cambio de opinión que se convierte para Tony en un cambio de señal (…) Si algo le admiro a Tony Gali, además de que es un gran amigo y un gran ser humano, es su fortaleza familiar, y yo pienso que eso hizo, que [pensó] ‘Voy a tener el honor, el gran privilegio de servir a mi estado como gobernador, aunque sea por un periodo corto’.

El gobierno de Gali Fayad

Limitado por su mandato tan abreviado y la imposición de Moreno Valle sobre sus planes y estrategias, Gali Fayad tuvo pocos proyectos destacables, aplazó el rezago y preservó la injerencia de su antecesor en los tres poderes del Estado.

Durante este tiempo, los Moreno Valle se dedicaron, entre otras cosas, a cooptar políticos de Morena, con el objetivo de debilitar la estructura del futuro candidato de esa agrupación a la gubernatura –Barbosa Huerta–, pero también a acaparar actores del movimiento partidista de mayor auge en México en ese momento, expone Manzanilla.

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¿Considera que ese mandato fue una extensión del gobierno de Moreno Valle?

En ese instante lo que sucede es que no había un gobernador, había dos. Estaba el gobernador constitucional, que era Tony Gali, y había un gobernador de facto, Rafael (…) Entonces, empiezas a generar inestabilidad, no sólo porque el periodo es muy corto, sino porque además tienes dos cabezas y, después, eso empata con la decisión que se da tras la candidatura de Martha Erika, de querer profundizar todavía más su régimen de poder personal.

Lozano Alarcón confiesa que Gali no construyó ninguna obra trascendente, pues el corto plazo de mandato fue su más grande desafío, pero reconoció que el entonces Ejecutivo cuidó a cabalidad las obras funcionales ya existentes, implementó una exitosa estrategia de seguridad pública basada en el blindaje con otras entidades y, sobre todo, incentivó la llegada de turismo nacional e internacional. Además, considera que su respuesta frente al terremoto de septiembre de 2017 fue inmejorable.

No obstante, el doctor en Economía por la Universidad de Massachusetts-Amherst y académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Juan Alberto Vázquez Muñoz, no comparte que la decisión de otorgar tantos recursos y atención al turismo haya sido lo que el estado requería en ese momento. Esto debido a que abandonó otros sectores que demandaban atención histórica.

“Tengo muchas reservas con respecto a su proyecto de activación económica que tuvo que ver con el turismo, porque cuando le apuestas al turismo, le apuestas a que gente de otros lados venga a conocer el estado, pero ese es el gran problema. En tanto gente de otros lugares pueda venir, pues vendrá, y eso asumiendo que el proyecto es atractivo.

Pero, ¿qué pasa cuando a la economía mundial le va mal?, ¿qué pasa cuando la gente de otros lugares decide no venir porque no puede? Pues te quedaste amarrado de manos porque le apostaste a una actividad que depende del funcionamiento de otras economías”, comparte el académico.

Tony Gali fue desterrado poco a poco de la vida pública, perseguido penalmente y hasta exiliado por no obedecer a Moreno Valle.

El quiebre

Antes de finalizar su gestión, Gali Fayad se volvió antagonista del proyecto político de los Moreno Valle.

Según Lozano Alarcón, el motivo de la fractura entre ellos es una incógnita, incluso para él. En un acopio de memorias, sin embargo, recuerda que fue la negativa de Gali, de aumentar la tarifa al transporte público, lo que enojó gravemente a Moreno Valle, y ello fue detonante de su fragmentación.

Aunque lo hizo como un acto de autonomía, la emancipación la pagó con su futuro político, pues, tan pronto entregó las riendas del estado, fue ‘desterrado’ poco a poco de la vida pública, perseguido penalmente y hasta exiliado.

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¿Cómo terminó la relación de Gali y Moreno Valle? Por entonces trascendió que estaban disgustados y que hubo un rompimiento.

El único caso que recuerdo, que fue de mucha atención y que sí terminó por romperlo todo, fue cuando Martha Erika le pidió, el último día de su mandato, que aumentara la tarifa del transporte público, y Tony dijo que no (…) Ya no hubo una relación fluida entre ellos y luego pasó todo lo que pasó.

También aquí hubo una suerte que no me gustó, que, ya después, todos los gobernadores subsecuentes, ninguno volvió a ver a Tony Gali, nadie quiso su opinión, fue muy feo y eso no me gustó. No se diga Barbosa, nunca recibió a Tony Gali y, no solamente no lo recibió, lo persiguió hasta el último día de su vida. Ahorita lo tiene fuera del país.

Entonces, ¿Moreno Valle murió tachando a Gali de traidor?

Sí, se fue con esta creencia de que Tony no le había sido fiel.

La elección de 2018

Los comicios de 2018, en los que resultó victoriosa Alonso Hidalgo tras una serie de procedimientos extraordinarios, se posicionaron como uno de los episodios más cuestionados, democráticamente hablando, de la historia moderna en Puebla.

El robo de boletas y la violencia en las urnas hicieron que el entonces candidato Barbosa Huerta señalara a sus contrincantes, Alonso Hidalgo y Moreno Valle, de ser los artífices de un presunto fraude cometido en su contra. Esto manchó el proceso electoral que se alargó por meses y concluyó con la decisión de un puñado de magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Una de las tantas dudas que hubo entonces fue si Gali Fayad utilizó o no el aparato gubernamental para beneficiar electoralmente a Alonso Hidalgo y consumar su triunfo.

Aunque calcular hasta dónde penetró el morenovallismo las instituciones del estado es complejo, Lozano Alarcón defiende –con absoluta sinceridad, argumenta– que es prácticamente imposible que Gali haya operado a favor de Alonso, debido a que ya había roces fuertes entre él y el matrimonio Moreno Valle Alonso.

Esa contienda electoral se disputó principalmente entre Barbosa Huerta y Alonso Hidalgo, pero también estuvieron el priista Enrique Doger Guerrero y Miguel Chaín Carrillo, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). La participación ciudadana entonces fue del 67.64 por ciento del padrón de votantes.

¿Qué papel tuvo José Antonio Gali en esa elección?

Pues una función absolutamente institucional. Te podrás imaginar que él no estaba metido en ese proyecto porque, precisamente, ya para entonces las cosas no estaban bien con Rafa, y quien estaba detrás de Martha Erika eran Rafa y su equipo. Más bien Tony estaba haciendo gobierno, y no moviéndole a nada ¿Para qué? Para que cuando llegara Martha Erika no le echara la culpa a Tony de algún desajuste en el gobierno.

Irregularidades en los comicios

Los morenistas, y en especial los barbosistas, acusaron rápidamente que su derrota fue producto de un fraude orquestado, presuntamente, por Moreno Valle y sus operadores más cercanos, como el exdiputado federal Eukid Castañón Herrera (hoy en prisión).

Uno de los hechos que definió la jornada fue lo ocurrido en el Hotel MM, donde militantes morenistas irrumpieron una sala en la que algunos panistas procesaban decenas de boletas electorales sin autorización.

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A partir de entonces, y hasta que el TEPJF dio en noviembre el triunfo a Alonso Hidalgo, Barbosa Huerta vivió semanas de temor, impotencia, frustración e indignación, relata, por su parte, Gabriel Biestro Medinilla, actual secretario de Trabajo estatal, exlegislador local, expresidente de Morena en Puebla y uno de los hombres más cercanos a Barbosa.

Otro obstáculo vivido por el candidato fue la traición de los suyos. Manzanilla Prieto, quien entonces ya había roto lazos con Moreno Valle y estaba cerca de Barbosa, describe que varios diputados de Morena se entregaron a Martha Erika desde meses antes.

“Ellos habían ya construido una mayoría para trabajar y operar. Me refiero a diputados que eran parte de la coalición de Morena que habían sido cooptados por parte del poder en turno, que en este caso, bueno, pues eran Rafael y Martha Erika”, expone.

Había diputados de Morena que se habían vendido y ya estaban alineados con la nueva gobernadora.

Ante la incertidumbre política, el presidente López Obrador, quien no acudió ni envió representante a la toma de protesta de Alonso Hidalgo, le extendió a Barbosa la invitación para unirse al gabinete federal, pero este lo rechazó porque quiso quedarse a enarbolar “la resistencia”, asegura Biestro.

La elección más relevante fue la de gobernador, por todo lo que ocurrió durante la jornada electoral y en los meses posteriores. ¿Cómo se vivió ese proceso en el grupo compacto de Miguel Barbosa?

Fue la elección más violenta del país y de la historia de Puebla. Hubo balazos, muertos (sic), robo de urnas, y mucha gente que ocupaba espacios en el equipo de Moreno Valle hoy nos dice muchas de las cosas que hicieron y que planearon para llevar a cabo este fraude.

Decían ‘los demás no me interesan, lo que quiero es la gubernatura, y la vamos a mantener a costa de lo que sea’; y así fue, nos fuimos a la impugnación y demostramos cómo estaban manoseados los paquetes (…)

Mantuvieron ese fraude hasta el final. Fue difícil porque en todo el país se vivía un ambiente de triunfo de la democracia, pues había ganado Andrés Manuel, había ganado Morena después de tanta lucha, y Puebla seguía en esa situación.

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¿Cómo lo vivió Barbosa?

Lo vivió así, peleando. Nos la pasábamos buscando y haciendo planes, hablando con mucha gente para encontrar pistas, pruebas y testimonios. Barbosa siempre fue una persona incansable, pero sobre todo que no se vendía.

Cuando sale la resolución de la Sala Superior en México le dicen que no se va a quedar descobijado, que se va a ir al gobierno federal, y él dijo que no, que se iba a quedar a encabezar una resistencia por la democracia (…) Yo creo que lo vivió con esa incertidumbre, te podría decir, a lo mejor que hasta con impotencia.

El mandato de los 10 días

Tras jurar como mandataria, Martha Erika Alonso pudo apenas definir su gabinete, viajar al interior del estado y volar a la capital del país. La percepción popular juró que su mandato sería una fachada y que el verdadero gobernador sería su esposo, pero al final su gobierno ni se desarrolló.

Sólo se conocieron sus promesas de campaña, mismas que se concentraron en los rubros de salud, seguridad pública, educación, apoyo a mujeres, movilidad, medio ambiente y economía. Todo ello se hundió en diciembre de 2018 junto al desplome del Agusta A109S Grand.

¿Usted cree que Moreno Valle y Martha Erika Alonso le hicieron fraude a Miguel Barbosa en 2018?

No le hicieron fraude, y mira, lo que más coraje me da, porque yo la llevaba bien con Barbosa cuando éramos senadores de la República, me consta cómo trataba Rafael Moreno Valle a Barbosa, ¡vaya que lo consentía! (…) Es más, a mí me decía en los pasillos del Senado, ‘ya gané, voy 10 puntos arriba’.

Como nunca, creo que se contaron cuatro veces los paquetes completos de la elección, y cada vez que se contaban, aumentaba la ventaja de Martha Erika. Es decir, en lugar de que le favoreciera el recuento a Barbosa, le favorecía a Martha Erika, y lo que no me gustó nada, fue su reacción miserable, y digo miserable porque no tiene vergüenza en decir que cuando se cae ese helicóptero dice ‘Los castigó Dios’. Son fregaderas decir esas cosas.

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Se enoja muchísimo y le agarra, ¡pero odio jarocho!, y el presidente de la República también atizándole, López Obrador diciendo ‘No voy a reconocer ese triunfo’; y cuando la Sala Superior del TEPJF se pronuncia y dice ‘gana Martha Erika por tantos votos’ y le da su constancia, bueno, hace que le den su constancia de mayoría aquí en Puebla.

Ni siquiera manda representante del presidente de la República para la toma de posesión de ella, es más, la toma de posesión ni siquiera pudo ser en el Congreso, tuvo que ser en el Tribunal (Superior de Justicia) y a la medianoche, una cosa muy trompicada, pero cuando ya fue el festejo, por así decir, ya más más a nivel de sociedad y de los medios, no mandó representante tampoco el presidente.

No hubo nadie de su gobierno aquí y el presidente dijo ‘Yo no voy a ir a Puebla ni voy a tomarme fotos con la gobernadora, porque no la reconozco como gobernadora legítima’. O sea, este cuate ahora es el que pone y quita ¿no?, pues qué bonito. A mí me pareció, francamente, una transición muy mala.

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Y pues, fueron 10 días los que estuvo Martha Erika al frente del gobierno, ¿qué pudo haber hecho en 10 días?, pues los nombramientos de su gabinete y empezar a ver algunos proyectos, ¡y pelas, vino el caos!

Obviamente nadie estaba preparado para esa situación, ni en el gobierno de Puebla ni en el Senado de la República donde era coordinador Rafa Moreno Valle, y tenía un liderazgo brutal (…) Vino así una feria de contradicciones, traiciones y ambiciones. Pobre Puebla.

El plan de Barbosa para el gobierno interino

Tras la muerte de la gobernadora se reactivaron las distintas fuerzas políticas del estado para elegir un nuevo gobierno. Con un panismo dividido y afectado por la percepción nacional del presunto fraude cometido por los Moreno Valle en 2018, el terreno preelectoral se consolidaba fuerte para quien parecía el candidato obligado de Morena, otra vez Barbosa Huerta.

Sin sigilo alguno, Barbosa movió sus cartas y reagrupó a los diputados locales de Morena, que en ese entonces ya eran mayoría en el Congreso, esto a sabiendas de que la definición del gobierno interino quedaría prácticamente en sus manos.

El sorpresivo resultado del consenso parlamentario fue la designación del priista Guillermo Pacheco Pulido como nuevo titular del Ejecutivo poblano, sustituyendo así a Rodríguez Almeida, quien había sido secretario de Gobernación con Martha Erika y, por ende, encargado de despacho tras su muerte.

El nuevo mandatario desempeñó el cargo por seis meses, en tanto el Instituto Nacional Electoral (INE) convocó a los comicios extraordinarios.

Sin embargo, previo al nombramiento de Pacheco Pulido, Barbosa, quien sería el precandidato de Morena a la gubernatura, se tomó el atrevimiento de adelantarle personalmente a personajes como Manzanilla Prieto que el virtual mandatario interino podría buscarlos para conformar su gabinete, y les ‘sugirió’ aceptar esa encomienda pública, pues, según él, Puebla les requería desde la administración interina –y no porque quisiera que operaran a su favor en las elecciones–.

¿Qué representó para Fernando Manzanilla el ingreso a un nuevo gobierno, otra vez como secretario de Gobernación?

Fue muy complejo, porque yo estaba en la Cámara de Diputados, tenía un rol muy importante en la coalición de Morena. De hecho, el segundo grupo mayoritario de esa coalición éramos nosotros, el PES (Partido Encuentro Social). Yo era el coordinador del grupo parlamentario (…) pero Miguel Barbosa me llama un día, yo ya había hablado con él desde la impugnación, lo ayudé mucho en varios temas, en la parte jurídica, en la parte de cabildeo, en muchas cosas (…) y me dice: ‘Ya va a salir la decisión (del Congreso), va a ser Guillermo Pacheco (el nuevo gobernador), y yo quiero pedirte que aceptes, si te hacen una propuesta, que sé que te la van a hacer’.

Me dijo: ‘Quiero que seas tú el secretario general de Gobierno’. Y entonces yo le dije: ‘Yo no, no está en mis planes (…) desde el principio te dije que yo coordinaría tu campaña y te ayudaría en eso (…) Te pido por favor que aceptes, porque me vas a ayudar a mí y al estado mucho más ahí que estando en otro lugar.”

Y entonces le dije: ‘Déjame platicarlo con mi esposa’, porque además entraba una serie de cuestiones (…) por el hecho de que yo, pues, era [cuñado de Moreno Valle Rosas], o sea, había muchos temas ahí, pero finalmente decido aceptar. Por él (Barbosa), lo hice, lo hice a petición de él. Desde luego, después de Don Guillermo nace la invitación, pero decidí aceptarla por él.

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La situación de Puebla es muy complicada, la inestabilidad que generó la polarización de la elección y luego el suceso del 24 de diciembre, es una situación ya muy compleja

Pacheco Pulido, exgobernador

Pacheco Pulido confiesa que, cuando se registró en el proceso, nunca pensó que sería él el elegido, y aclara que Barbosa no lo ayudó ni le pidió favores. También refiere que se enfrentó a la inexperiencia y a la realidad de no poder implementar un solo proyecto a largo plazo, pues su prioridad era la gobernabilidad.

Igualmente detalla que el presidente López Obrador le encomendó garantizar comicios pacíficos, esto en un intento para blindar a su candidato de una segunda derrota consecutiva. Incluso revela que hubo políticos de la capital del país que intentaron hacerse de la gubernatura.

Pacheco Pulido estableció su plan de desarrollo basado en cinco ejes: seguridad, empleo, bienestar, infraestructura y gobernabilidad. Los objetivos se limitaron a impulsar programas y acciones para mejorar procesos de gobierno y optimizar recursos. Por lo tanto, reconoce que su gestión estuvo “muy acotada”.

¿Alguna vez se imaginó en ese cargo?

No estaba yo en, cómo le diré, en tiempo político de considerarme candidato, había otros ciudadanos que también tenían mucha relevancia política (…) pero un amigo mío, cuyo nombre no voy a dar, fue el que me insistió ‘inscríbete, inscríbete’.

Él no me garantizó nada contra mi voluntad, hice el escrito solicitando mi inscripción como candidato. Pasarían como 10 horas cuando me llamaron del Congreso para protestar. Lógico, cuando pasó todo esto, seguro hubo un maremoto de cosas internas que no conocí. Yo sólo recibí la invitación, repito, súper sorpresiva.

Una vez logrado el propósito, ser nombrado por el Congreso, ¿qué se propuso como objetivos de gobierno para llevar a cabo en solo seis meses?

Desconocía qué estructura económica tenía el Poder Ejecutivo. No podía ofrecer cosas que no sabía que se iban a cumplir (…) Cuando rendí protesta no tenía ni objetivos.

El licenciado Almeida me entregó la oficina del Ejecutivo y de ahí, inmediatamente, había un informe del señor presidente de la República, quien visitaría la región de Huauchinango.

No dio tiempo de empaparse de la situación económica, política o de obras. Ya después que regresamos vislumbramos cómo estaba el panorama, si había obras que concluir o qué ofrecer, de acuerdo con el presupuesto, y sobre todo con un problema, que teníamos el lapso de seis meses que teníamos que estar. No podíamos rebasar ese lapso en cuanto a obras y en cuanto a trabajo. Estuvo muy acotada nuestra labor.

¿Cuál fue el papel que desempeñó en esos seis meses?

Teníamos una realidad, por un lado teníamos que manejar la gobernabilidad (…) y al mismo tiempo teníamos la elección. Esas dos cosas se nos juntaron y fue cuando tuvimos que usar algo de la experiencia, que se llama ser plural, ser objetivo, ser realista y, sobre todo, ser prudente, y creo que nos dio resultado, porque en el gran final hubo una elección donde triunfó el licenciado Barbosa.

No hubo protesta del proceso electoral, situación que reconoció el propio presidente de la República (…) El papel que tuvimos fue dedicarnos a llevar a las cosas en paz, no quisimos meternos en ninguna actividad política.

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¿Influyó Miguel Barbosa en su designación?

No, y le voy a explicar por qué. Yo no era, no quiero decir, amigo o enemigo, pero puedo decirle que no había tratado a Barbosa. Yo sabía quién era él por haber sido senador, por cierto, un hombre trabajador, de mucha tenacidad y de mucho esfuerzo. Lo conocí en el Senado, pero nada más.

¿Usted ayudó a Barbosa desde el gobierno, para que ganara la elección?

No. En primera, no era mi teoría apoyar a nadie, ni debería yo y, le repito, el señor presidente recalcó, en la visita que hizo a Huauchinango, que las elecciones de Puebla deberían ser limpias, claras y transparentes (…) Me dijo ‘si estas elecciones fallan, la gente ya no va a creer en los procesos electorales’. Afortunadamente resultaron tranquilas.

¿Qué clima social había en el estado en ese tiempo?

No quiero decir un clima político o un clima nostálgico, no. Lógico, se creó un clima de dolor en la gente, por los acontecimientos del helicóptero, un clima de dudas políticas, de inquietudes políticas. No hubo grupos de maldad. Sí se crearon ideas de agrupaciones de posibles candidatos, pero (…) en realidad no hubo un problema difícil, pero, si la elección no sale correcta, posiblemente hubiese habido problemas.

Le voy a dar una opinión personal, creo que sí había intereses de algunos grupos políticos de la Ciudad de México de tomar Puebla. Eso ya es mi imaginación, pero se toparon con que los poblanos estaban ya unidos.

Estancamiento con Barbosa

Barbosa le ganó por casi 175 mil votos de diferencia al candidato del PAN, Enrique Cárdenas Sánchez, y por poco más de 400 mil sufragios al abanderado del PRI, Alberto Jiménez Merino. En esta segunda elección, sin embargo, participaron un millón 532 mil 589 votantes, es decir, casi un millón 360 mil personas menos que en los comicios de 2018, donde el TEPJF le dio el triunfo a Alonso.

Asumió el cargo en agosto de 2019 y, después de toda la fluctuación política, fue el primer mandatario que tuvo la oportunidad de elaborar su plan de desarrollo a largo plazo, pues, a diferencia de Pacheco Pulido, Barbosa tuvo la certeza de que su mandato llegaría a diciembre de 2024.

Sus objetivos se focalizaron en seguridad pública, campo, desarrollo económico, disminución de desigualdades y gobierno transparente. Asimismo, estableció cuatro ejes transversales: infraestructura, igualdad, medio ambiente y pueblos originarios.

En sus primeros meses de mandato destinó recursos del erario para eliminar la imagen institucional del gobierno de Moreno Valle, que fue plasmada por el panista en obras de infraestructura, sitios públicos, señalética vial y hasta en un centro de salud que llevó el nombre de su padre, el Hospital de Traumatología y Ortopedia “Doctor y General Rafael Moreno Valle”.

En su primer informe de labores, Barbosa destacó la reducción de inseguridad y el arranque de algunos programas y políticas dedicadas al campo, pero no hubo obras masivas.

La pobreza en Puebla se agravó en 2020, evidenciando que el 69.9 por ciento de la población vivía bajo los niveles de pobreza

Un año después, la pandemia de Covid-19 impactó negativamente al mundo. En Puebla los estragos económicos y sociales agudizaron aún más el rezago traído desde administraciones pasadas.

Por ejemplo, en el primer trimestre de 2022, el valor de la economía poblana creció siete por ciento, pero las cifras no se igualaron a las de antes de la emergencia sanitaria. El doctor Chávez Capó señala que esa condición tuvo su origen en que antes de ese momento histórico la economía poblana sobrevivió con un escaso crecimiento, pero estable.

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Aunado a ello, la organización mundial World Justice Project evaluó a Puebla, en su Índice de Estado de Derecho 2021-2022, con una democracia deficiente, siendo la sexta peor del país. El puntaje obtenido en el análisis fue de 0.37, donde era la cifra más alta.

Las principales deficiencias durante el mandato de Barbosa se acentuaron en la falta de contrapesos de poder, brechas de acceso a la justicia, gobierno abierto y cuidado de derechos humanos.

Otras carencias que se exacerbaron, de 2018 a 2020, fueron la accesibilidad a servicios de salud, rezago educativo y disponibilidad de alimentos saludables y dignos para la población.

La decepción del cambio

Manzanilla Prieto, siendo el titular de la Segob, era, según la estructura orgánica del Poder Ejecutivo, el segundo funcionario más importante de la administración barbosista.

La razón que lo motivó a unirse a ese gobierno, asegura, fue el deseo de reiniciar la vida pública de Puebla, con un nuevo régimen político y con la utopía de erradicar el autoritarismo y la ausencia del Estado de Derecho que arrastró el estado por varios años. Pero Barbosa traicionó sus ideales, y con ello su esperanza de cambio, sostiene Manzanilla.

¿Le creíste a Barbosa cuando prometió reconciliación?

Sí pensé que él podía hacerlo. En ese momento mucha gente que lo conocía me decía, ‘cuidado con Barbosa, aguas con Barbosa, no confíes en él’ (…) Pero yo no tenía ningún elemento personal para pensar algo diferente a lo que él me decía.

 Quizá sufrí de una aguda ingenuidad, seguramente así fue, pero no tenía ningún elemento y yo pensaba, además estaba convencido, de que lo que más le convenía era eso, o sea, que lo que más le hubiera hubiera fortalecido a su gobierno era haber hecho una construcción en base a la reconciliación de un nuevo modelo político encabezado por él.

¿Cómo fue el rompimiento con Barbosa?

Empecé a buscarlo. Lo veía todos los días en las reuniones de seguridad. Él se sentaba en una silla y yo me sentaba a su derecha. Siempre era muy amable conmigo y yo con él, hasta bromeábamos. Él era una persona que podía darte una cara, aunque su realidad fuese otra (…)

A finales de año le dije ‘Necesito verte para comentarte algo’. Se empezó a filtrar que yo ya me iba del gobierno y no me recibió (…) Un día, un medio de comunicación, el de Arturo Rueda –Diario Cambio–, en ese momento trabajaba en coordinación con Verónica Vélez –exdirectora de Comunicación Social–, saca unos chats falsos, de unas supuestas pláticas mías con Eukid Castañón.

Barbosa traicionó sus ideales, y con ello su esperanza de cambio

Yo sabía que, a través de él, filtraba cosas de esas Verónica Vélez, pero como él siempre minimizó a Verónica, me refiero a Barbosa, entonces, [supe] que era un tema de Barbosa, no de Verónica Vélez. Después, en una conferencia mañanera, le siembran la pregunta de ‘¿qué opina de lo que había sacado Arturo Rueda?’

Entonces, dijo que ‘era muy grave, y que se tenía que investigar’. Entonces, dije, es cuestión de tiempo para que haga lo que hacía con otros, que les mandaba a la policía y, bueno, era una situación ya muy desagradable. Yo ya tenía mi renuncia lista. Ese día grabé un vídeo y se lo mandé al día siguiente, a las 7:30 de la mañana, antes de hacer pública la noticia.

Le mandé una carta y le dije, ‘El tiempo te enseñará quién soy, y seguiré siendo tu amigo si así tú lo decides, te deseo mucho éxito, pero para mí es inviable seguir siendo parte de este gobierno’ (…)

Lo tuve que hacer de esa manera, y creo que eso lo molestó más, porque no le permití que me sacara como él quería. Él decía, ‘se van cuando yo les diga que se vayan’, pero como yo no he sido zalamero ni he buscado la aprobación del poder, la verdad es que para mí lo más importante fue la dignidad.

¿Fueron años perdidos, entonces?

Sí, y yo creo que el producto de eso es que no se hizo un cambio de régimen político en el estado y creo que, mientras eso no se haga, seguirán siendo años perdidos, aunque venga otro gobernante en 2024 que haga lo mismo de los anteriores (…)

Habrá quien opine que no, que a lo mejor hizo buen gobierno (…) [pero] cuando vemos los índices, prácticamente de economía, turismo, pobreza, seguridad y gobernabilidad, absolutamente en todos vamos de mal en peor. Ese es el resultado y eso es inobjetable.

¿El poder se convirtió en algo obsesivo para personas como Moreno Valle y Barbosa?

Mira, Rafael era obsesivo para muchas cosas, y yo creo que ser obsesivo tiene sus virtudes y ventajas. Rafael era muy bueno para hacer que las cosas pasaran, para ejecutar y construir proyectos y programas. El ser obsesivo en sí no es malo, creo que él sí tenía obsesión por el poder, como lo tenía Barbosa también, y creo que eso al final fue autodestructivo.

¿Qué sigue para Puebla?

Barbosa fue producto de un régimen político que está en decadencia; y a lo mejor tuvo posibilidad de construir algo nuevo o simplemente ser parte de la decadencia completa. Yo digo que el régimen completo, o sea, de Barbosa y Moreno Valle, está ya caduco, y creo que eso también, en mi opinión, es una enorme oportunidad (…)

Necesitamos un Poder Judicial más fuerte, un Legislativo que funcione de manera diferente (…) no es un tema nada más presupuestal, es un tema de origen, porque no tenemos planeación de largo plazo en Puebla, o en México, como la tienen otros países.

Hacia el reacondicionamiento

Saber que el gobierno de Céspedes Peregrina no consolidará grandes proyectos no debería pasmar a nadie, pues la historia demostró que estos cortos periodos de gobierno sobreviven ante la necesidad de mantener el estado a flote y estable.

Personas como Manzanilla Prieto y el doctor Calderón Chelius coinciden en que la actual administración, surgida a raíz del fallecimiento de Barbosa Huerta en diciembre de 2022, tiene la responsabilidad, no sólo de cuidar la gobernabilidad, sino de buscar una verdadera unificación que dé paso a una eventual renovación de régimen político estable y funcional.

Específicamente Manzanilla resalta que la muerte de dos regímenes inestables, el morenovallismo y el barbosismo, hoy es símbolo de renacimiento y la búsqueda de un estado firme y sobresaliente. Por esa razón, la revitalización del poder en 2024 queda como muestra del aprendizaje sobre los errores del pasado.

Ahora, la experiencia de la última década obliga a Puebla, a sus gobiernos y a su gente a reacondicionar la clase política y sus planes de desarrollo, pues, los economistas, por ejemplo, resaltan con ímpetu que las cadenas productivas del estado, al ser tan diversificadas, pueden transicionar a la autonomía.

Pero esto sólo será posible si evolucionan el poder y la sociedad, debido a que advierten que la economía ya sufrió daños difícilmente reparables durante este plazo.

Para concluir, todas las fuentes consultadas para el presente trabajo coincidieron en que, más allá de los fatídicos hechos suscitados durante este periodo, que agudizaron la incapacidad del estado para crecer bajo sus propios niveles de rezago, fueron las decisiones políticas –desde la cuestionada alternancia de poder en 2010, hasta el mandato de Barbosa Huerta–, las responsables de condenar a Puebla al estancamiento.

Ninguno de los gobernantes que pasaron desde entonces hizo lo suficiente para acabar con los vicios antidemocráticos iniciados en los gobiernos priistas.

Daniel Cruz Cortés | El Sol de Puebla

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