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Seguridad

Colectivos de búsqueda de desaparecidos en Jalisco afirman que las autoridades entorpecen las investigaciones

Minimizan los casos y el estado ya es eñ primer lugar nacional en personas desaparecidas

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GUADALAJARA, Jalisco. El drama de las desapariciones en estado alcanza dimensiones dantescas, no sólo por sus cifras, pues más de 13 mil que lo ponen en el primer lugar a nivel nacional, sino por las historias que se han escrito en el camino, dado que son las propias autoridades quienes entorpecen las investigaciones de los colectivos buscadores.

Los colectivos han denunciado fosas clandestinas dentro de algunas de las más de 15 mil viviendas abandonadas en Tlajomulco, la diferencia de cifras entre el estado y la Federación, la depuración de los listados, la segunda fosa en la que se ha convertido el Semefo, donde algunas madres han recuperado los restos de sus hijos seis meses o hasta un año después de ser localizados.

Por si fuera poco, de los cerca de 464 millones de pesos destinados a la búsqueda de personas, tres de cada cuatro pesos se van en el pago de la nómina de quienes laboran para cuatro dependencias.

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Para empezar, de acuerdo al Sistema de Información Sobre Víctimas de Desaparición del Estado de Jalisco, al 31 de julio de 2022, hay 13 mil 463, de los cuales 11 mil 612 son hombres y mil 851 son mujeres.

El Registro Nacional para Personas Desaparecidas de la Secretaría de Gobernación en cambio, actualizado al 1 de septiembre del 2022, destaca que son 13 mil 16 personas desaparecidas a partir del 1 de diciembre del 2018, es decir, cuando comenzó esta administración. Se destaca que 6 mil 590 personas han sido localizadas, pero 957 de ellas sin vida, la mayoría dentro de fosas clandestinas, donde también Jalisco es primer lugar.

En febrero de 2021 se aprobó en el Congreso del estado la Ley de Declaración Especial de Ausencia, en la que se contemplan 30 días en los tiempos legales para solicitar la declaración de ausencia, que se podrá solicitar aunque no exista denuncia ante la Fiscalía Estatal, y posteriormente, el 5 de marzo de ese mismo año, se emitió la Ley de Personas Desaparecidas en el Estado de Jalisco que contempla ya la Comisión Estatal de Búsqueda, que comenzó a funcionar hasta 2022 por carecer de presupuesto.

Sin embargo, el Centro de Justicia para la Paz y Desarrollo CEPAD ha documentado que a los 46 compromisos posteriores, las autoridades no le han dado cumplimiento

Para este 2022 las cuatro dependencias cruciales en la búsqueda de personas: Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas (FEPD), Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco (Cobupej), Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) y Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAVJ), tienen un presupuesto total de 463 millones 939 mil 461 pesos y de éstos 313 millones 679 mil 15 pesos se van al pago de la nómina de los funcionarios.

Martha Leticia García Cruz, cofundadora del colectivo Entre cielo y tierra, relata que, ante la indiferencia y los largos procesos para buscar a las personas desaparecidas desde el gobierno estatal, las y los familiares han tenido la iniciativa de unirse para hacer sus propias investigaciones y búsquedas ante un incremento sostenido de los casos.

Ella es madre de César Ulises Quintero, desaparecido en 2017, y advierte que la práctica de desaparecer a los desaparecidos comienza desde el primer momento en que quienes acuden a denunciar una desaparición en las fiscalías regionales o a las policías municipales reciben amenazas e intimidación directas por parte de los funcionarios, incluso en sus domicilios.

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Héctor Flores, representante del colectivo Luz de esperanza, recalca que hay una estrategia de las autoridades estatales para minimizar los casos de desaparición y entorpecer las investigaciones al manipular a las instituciones y las cifras, a fin de que la sociedad no vea el problema y le apueste al olvido.

Héctor es papá de Daniel Flores Hernández, sustraído por presuntos elementos de la Fiscalía General de Jalisco, en conjunto con el crimen organizado, en 2021, y asegura que aunque hay hasta 45 denuncias por día, sólo en el 10 por ciento son encontradas con vida.

María de Lourdes Ruiz Bravo es madre de José Marcos Alejandro Maldonado Ruiz, desaparecido el 22 de julio de 2015 y de María de Lourdes Maldonado Ruiz, quien fue privada de la libertad por un comando el 13 de agosto de 2020, cuando se encontraba dándole de comer a una de sus dos hijas.

Para ella ha sido un calvario lidiar con la ausencia de sus dos hijos y con la indiferencia de las autoridades.

“Para mí ha sido muy doloroso. Yo siento que estoy muerta en vida con la desaparición de mis hijos. Si ya tenía a uno desaparecido y ahora me desaparecen a mi hija. Me siento completamente muerta en vida”, dice entre llanto la señora Lulú.

Las dos hijas de María de Lourdes son su aliciente para despertar todos los días con ánimo, pese al dolor que siente por dentro.

“Tengo que luchar por ellas. Tengo que apoyarlas a que estudien, a que salgan adelante y seguimos con la esperanza de encontrar a su mamá”.

Todos los días al despertar le pide a Dios fortaleza para seguir buscando a sus hijos, a pesar de las adversidades y de las propias autoridades.

Doña María de Jesús Solís sufre la pérdida de su hijo Jaime Adrián Ramírez Solís, quien desapareció el 18 de septiembre de 2020. Desde entonces su vida ha sido un calvario en el que ha ido de la depresión a sentirse sola.

A unos días de que su hijo cumpla dos años de su desaparición, cuenta que ha sido un proceso muy doloroso. Ese día él le dijo que más tarde regresaría a su casa, pero ya nunca volvió y hasta la fecha no tiene noticias de su paradero.

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“Mucha tristeza. Estoy sola como dice uno. Tengo familia, tengo marido, tengo hijos que me esperan en casa, pero esta lucha como mamá es sola. No me han abandonado, pero sí me siento sola”.

Narra la desesperación que es tener que dividir su vida entre buscar a su hijo, seguir con sus hijos que la esperan en casa y fortalecer su familia.

Durante los primeros seis meses de la desaparición de Jaime Adrián, la señora María de Jesús cayó en depresión. Sus cuatro nietos menores de edad fueron su motor para salir adelante y sobrellevar el dolor, por lo que ahora tiene más ánimos que nunca de continuar la búsqueda y seguir apoyando a otros familiares con los que comparte el mismo sufrimiento.

“Ahorita que ya ando activa, todo el día ya lo tengo ocupado en marchas, entrevistas, búsquedas aquí, idas a Semefo, citas al Fiscal, en eso se nos va la vida a nosotras como madres buscando y la familia no lo entiende o no quieren darnos ese apoyo como debería ser“.

También el colectivo Luz de Esperanza, un grupo de apoyo en el que realizan terapia grupal y de integración, pero en el que además ha encontrado acompañamiento y amistad, muy diferente a lo que esperaban de las autoridades.

Elizabeth Ibal Rocha y Víctor Chávez | El Occidental

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