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La Opinión

Un libro disruptivo y antineoliberal

El libro de Rafael Lemus explica cómo se dio el giro neoliberal en México, pero no se centra en el modelo económico ni en el sistema político

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Hace unos días, leí Breve historia de nuestro neoliberalismo de Rafael Lemus. Se trata de una obra poderosa que incentiva la reflexión. Por momentos, incluso es un texto incómodo, pues obliga al lector a cuestionar y reinterpretar ciertos aspectos de la vida pública de México, aspectos que quizá tenía normalizados o pasaban desapercibidos en su cotidianeidad. 

El libro contiene un análisis histórico de cómo se dio el giro neoliberal en México, pero no se centra en el modelo económico ni en el sistema político. Más bien, estudia el tema desde una perspectiva cultural e ideológica. Ahí reside el valor, la novedad y el aporte de la obra.

Por eso, sostengo que es un libro disruptivo. Si no lo fuera, no hubiera motivado tan enérgicas y agudas respuestas por parte de distintos autores de las revistas nexos y Letras Libres —entre ellos, José Antonio Aguilar Rivera, Cristopher Domínguez Michael y Jesús Silva-Herzog—, dos publicaciones que Lemus critica con severidad en su obra. En ese sentido, se pueden reprochar muchos aspectos del texto, salvo uno: es provocador e invita al debate y la deliberación. 

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Vamos por partes. El análisis histórico de Lemus parte de dos premisas principales. La primera de ellas es que el giro neoliberal mexicano tuvo una particularidad respecto a lo que ocurrió en otros países: “el mismo régimen [priista] que años antes celebraba y practicaba un modelo de desarrollo estatista es el encargado de operar la reconversión neoliberal del país”. 

La segunda premisa es: “En México el giro neoliberal se pacta” entre la cúpula priista que se encontraba en el poder en los años ochenta y los sindicatos, las empresas, distintos sectores sociales e incluso las élites intelectuales. 

Esas élites intelectuales —arguye Lemus— contribuyeron a crear una narrativa para justificar el viraje neoliberal del país, una narrativa que enaltecía a la sociedad civil, el espíritu emprendedor, el individualismo y la mentalidad empresarial, y culpaba a la economía estatizada y la sociedad corporativista de buena parte de los males de un país que, en los años ochenta, estaba en franca crisis económica y política. 

Contrario a lo que dicen sus críticos, Lemus no habla de una conspiración o un complot. No sostiene que los intelectuales, literalmente, pactaron con los políticos y los empresarios para convertir a México en un país neoliberal de un día a otro. 

Más bien, explica el viraje neoliberal como un proceso gradual y complejo. Los intelectuales participaron en él a veces de forma consciente, con objetivos claros y agendas políticas ambiciosas; pero otras tantas veces actuaron casi por inercia, movidos por una convicción ideológica genuina o por impulsos externos del entorno que los rodeaba. 

Para examinar el giro neoliberal de la élite cultural mexicana, Lemus se centra sobre todo en un personaje: Octavio Paz y, por ende, en el grupo intelectual que fungió como heredero de su legado literario, pero también como administrador de su capital cultural. Me refiero al grupo que lo acompañó en la revista Vuelta, más tarde convertida en Letras Libres. Entre sus miembros, destacan Enrique Krauze, Gabriel Zaid y Cristopher Domínguez Michael. 

Quizá el énfasis en Paz es excesivo —casi obsesivo—, pero resulta sumamente interesante cómo Lemus explica, a través de la figura del poeta y sus discípulos, el cambio gradual en las posiciones de las críticas políticas de la plana mayor de la intelectualidad mexicana. 

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En este punto, el autor describe cómo la intelligentsia pasó de blandir argumentos más o menos izquierdistas, socialistas, nacionalistas o estatistas a defender los postulados que estaban en boga mientras se construía el orden internacional liberal, como la globalización, la formación de ciudadanía, la apertura de mercados y la democratización. 

Según Lemus, esta operación cultural fue exitosa en al menos un sentido: la transición democrática y la sociedad civil se convirtieron en los valores rectores de casi todos los intelectuales, tanto en la derecha como en la izquierda.  

En consecuencia, la influencia del viraje neoliberal fue tal que muchos intelectuales quedaron sumergidos en los consensos ideológicos neoliberales sin siquiera darse cuenta. Así, contribuyeron a la construcción y consolidación de la narrativa neoliberal, que enaltecía al individuo, el mercado y la democracia liberal por encima de los colectivos sociales, el Estado y otras formas de democracia o de organización política. 

En este tenor, nadie sale bien parado del libro, a excepción de Carlos Monsiváis y el EZLN, a quienes Lemus dota de una suerte de pureza intelectual y moral por resistirse al orden neoliberal. Así, con la pluma afilada que lo caracteriza, el autor critica por nombre y apellido a muchos otros miembros de la élite cultural mexicana además de los ya mencionados, así como a la élite política, los medios de comunicación, los aparatos de difusión cultural, el mercado editorial y hasta al presidente López Obrador. 

Uno pensaría que alguien que sostiene una posición tan profundamente antineoliberal como Lemus estaría satisfecho con el triunfo del obradorismo, pero no es así. Primero, Lemus asegura que: “El desafío de López Obrador al dominio neoliberal es, sin embargo, mucho menos radical de lo que algunos de sus adversarios temen”. 

Enseguida, añade: “Estos primeros dos años de gobierno han mostrado, además de los límites políticos e intelectuales de López Obrador, la extraordinaria resiliencia del orden neoliberal. […] Ahí está López Obrador ahora: al interior del orden neoliberal, jurando combatirlo”. 

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Por ello, advierte: “El peligro que se asoma en el horizonte no es tanto el de la continuidad del neoliberalismo como el de su completa naturalización. Si el gobierno de López Obrador no altera de manera sustantiva el curso del país, terminará consiguiendo, paradójicamente, lo que ni siquiera las administraciones pasadas lograron: ocultar del todo los mecanismos del dominio neoliberal. El gobierno dirá que el neoliberalismo ha muerto, los partidarios del régimen certificarán su muerte y el neoliberalismo continuará dominante”. 

El libro termina con esa poderosa sentencia. Discrepo de muchos de los postulados de Lemus, aunque suscribo muchos otros de sus argumentos. En todo caso, me atrevería a decir que se trata de una obra imprescindible para repensar nuestra historia reciente y la realidad política del México actual. No dejen de leerla. No tiene desperdicio. 

Twitter: @jacquescoste94

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