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La Opinión

El poder político de las vacunas

La campaña de vacunas de China ha sido un éxito sorprendente: ha prometido aproximadamente 500 millones de dosis a más de 45 países

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Hoy volvemos a comprobar que en política doméstica e internacional nada es de a gratis, las vacunas se han convertido en la herramienta más poderosa para poder negociar acuerdos y alianzas, que en otra momento tendrían que ser dialogadas en largas jornadas bilaterales o multilaterales, según sea el caso.

Y como dice el dicho: todos los caminos llevan a Roma, durante el cuatrienio del expresidente Donald Trump, su forma de hacer política se tornó violenta y coercitiva, es por eso que prácticamente obligó a México a convertirse en un Tercer País seguro y a frenar los flujos migratorios a cambio de no incrementar aranceles a productos mexicanos.

La medida afectaba directamente al aguacate, cerveza, computadoras, pantallas planas de televisión, frutos rojos, tomate, partes para turbinas y trenes de aterrizaje de aviones, oro, petróleo, teléfonos móviles. El mercado estadounidense es fundamental para los mexicanos. En 2018, las exportaciones fueron de 346 mil 500 millones de dólares de acuerdo con la Oficina de Comercio estadounidense.

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Entonces a nuestro país no le quedó otra más que volverse en el policía malo en la frontera sur con Guatemala, y peor aún, en la frontera norte tuvo que amontonar a cientos de personas en campamentos que solicitaban asilo en Estados Unidos, con todo lo que eso implica en el plano sanitario en tiempos de pandemia.

Hoy, Estados Unidos tiene una nueva administración que de entrada llegó con una política supuestamente más “blanda” en el plano migratorio y como muestra de ello puso al frente de esa área a un latino, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas y a la exembajadora en México, Roberta Jacobson.

Además, el presidente Joe Biden prometió presentar al Congreso un plan migratorio que de nacionalidad a 11 millones de indocumentados, protección a los dreamers y a los trabajadores agrícolas (esto dos últimos ya pasaron el primer filtro en la Cámara baja ahora van al Senado), esa postura es clave en la nueva crisis que se vive en la frontera entre México y Estados Unidos.

Por su puesto que en Washington no se da paso sin huarache, en la reunión que sostuvieron a principios de marzo los presidentes Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador de manera virtual, según la prensa estadounidense, se trató el tema previendo lo que se avecinaba.

Biden, quien llegó al poder como el antiTrump, “presionó de manera silenciosa” a su par mexicano para frenar temporalmente el flujo de migrantes centroamericanos y acoger a indocumentados expulsados por las autoridades estadounidenses.

Y desde el pasado viernes México puso manos a la obra, reforzando la seguridad fronteriza con Guatemala, ósea otra vez somos el policía malo, pero esta vez con la recompensa de 2.5 millones de vacunas de la tan cuestionada fórmula de AstraZeneca, que completará el tratamiento de la primera dosis que ya se aplicó de esa farmacéutica en nuestro país.

Trump vociferaba que México estaba pagando el muro que él “construyó”, nunca dijo cómo lo pagamos, pero esa fue una de sus banderas para buscar la reelección, su sucesor trata de mostrar al mundo un apostura en apariencia más consciente y receptiva con los flujos migratorios, pero por debajo del agua exige los mismo que su antecesor.

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Y no es que este mal que solicite ayuda, pero si Biden manda un mensaje en el plano mediático de no rechazo a los indocumentados, pues los migrantes de inmediato tomaron camino, muchos de ellos menores de edad, dando como resultado que en menos de los primero 100 días de gobierno, los centros de detención estadounidenses ya están rebasados.

Además, han tenido recurrir a la vieja fórmula que utilizan los gobiernos entrantes “estamos limpiando el cochinero que nos dejaron”. Como ya hemos señalado en este espacio gran parte de posibles soluciones pasa por negociar, pulir, definir, concretar y aplicar estrategias bilaterales que regulen los flujos migratorios. Pero al parecer, eso está muy lejano de que suceda.

En otro plano, la campaña de diplomacia de vacunas de China ha sido un éxito sorprendente: ha prometido aproximadamente 500 millones de dosis de sus vacunas a más de 45 países, según un recuento país por país de la agencia The Associated Press.

Con solo cuatro de los muchos fabricantes de vacunas de China que afirman que pueden producir al menos 2 mil 600 millones de dosis este año, una gran parte de la población mundial terminará inoculada no con las elegantes vacunas occidentales que cuentan con tasas de eficacia que acaparan los titulares, sino con la humildad de China.

Es un golpe potencial para salvar la cara del Gigante Asiático, que pasó de ser un país que genera desconfianza, por su mal manejo inicial del brote de Covid-19, en un salvador. No dude usted que, con la urgencia por las vacunas, el mundo pase por alto la postura represiva de Beijing contra Taiwán o Hong Kong.

En tanto, Rusia presumió en agosto ser el primer país en autorizar una vacuna contra el coronavirus, una proclamación recibida entonces con escepticismo porque no había completado sus ensayos.

Seis meses más tarde, la demanda por la vacuna Sputnik V aumenta de manera exponencial en casi todos los países del mundo, entre ellos varias europeos, a quienes ya se les olvidó que Rusia está sancionada por haberse anexionado a Crimea o por sus acciones en contra de los opositores al gobierno: como el caso de Alexéi Navalni.

Ante lo que parece una tercera ola de contagios en el mundo, el reparto y negociación de vacunas es la prioridad de los gobiernos, muchos de ellos han puesto toda la carne al asador para ver cómo pueden conseguir más dosis y los que las pueden compartir negocian que pueden ganar a cambio. Sin duda hoy estamos a merced de la diplomacia de las vacunas o ¿usted qué cree?

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