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Sonora

Banco de Ropa de Hermosillo fabrica cubrebocas reutilizables

La institución de asistencia privada ha tejido más de 200 mascarillas lavables y reutilizables, hechas con tela de algodón en tallas para infante y adulto; cada una cuesta diez pesos

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Banco de Ropa de Hermosillo

HERMOSILLO, Sonora. Dentro de un taller de costura ubicado en el segundo piso de un edificio, un pequeño equipo trabaja sin parar. Mientras Irene, Sonia y Liliana cosen la tela a los elásticos, Eduardo plancha y empaqueta en pequeñas bolsas los cubrebocas que fabrican. Su objetivo es apoyar a la comunidad en tiempos difíciles.

En el Banco de Ropa de Hermosillo se elaboran mascarillas para hacer frente a su escasez en las farmacias y tiendas de la capital sonorense, debido a la pandemia del coronavirus.

De acuerdo con los registros de la Secretaría de Salud, Hermosillo contabiliza dos casos positivos a esta enfermedad. Son los únicos que se han presentado en Sonora hasta la fecha y ambos corresponden a personas que se contagiaron en el extranjero.

Aun así, desde antes del anuncio oficial de los casos, la gente arrasó con los cubrebocas en las compras de pánico y ahora es prácticamente imposible encontrarlos de forma comercial.

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Sonia Álvarez, directora del Banco de Ropa, una institución de asistencia privada, explicó que, aunque son pocas personas trabajando precisamente para acatar las recomendaciones de la autoridad sobre reuniones en espacios cerrados, están maquilando con toda su capacidad y entusiasmo.

“Con el tema que se vino, del coronavirus, buscamos la manera de poder brindar algo a las personas, un poco más de seguridad en salud, con los cubrebocas que se han empezado a necesitar como medida de seguridad en algunos casos”, dijo Sonia.

“Nos propusimos hacer esto para la comunidad, en la medida de lo posible, porque somos tan poquitos que, con lo poco que se produce, tratamos de ayudar a las personas que se están comunicando con nosotros para cubrir ese desabasto de cubrebocas que hay en la ciudad”, afirmó.

El Banco de Ropa está repleto de máquinas de coser

El taller está repleto de máquinas, telas e hilos con los que han creado más de 200 cubrebocas lavables y reutilizables, hechos con tela de algodón en tallas para infante y adulto. Cuestan diez pesos y, con lo recaudado, se comprará más material para entregarles este artículo gratuitamente a personas en situación vulnerable.

“Tratamos de ser productivos y de apoyar en una situación como esta”, dice Sonia, “somos una organización de la sociedad civil que tiene la responsabilidad de responder a las personas más vulnerables y adecuarnos a los momentos que se están suscitando para la comunidad misma”.

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Una ONG con larga historia de solidaridad

Irene Valdez llegó hace 11 años al Banco de Ropa buscando una forma de distraerse. Sabía coser y empezó remendando prendas. Tres años después, con la ayuda de un donativo de máquinas, fundó el taller del que ahora es maestra y donde da cursos gratuitos a mujeres que desean emprender un negocio para sostener a sus familias.

“Las muchachas que estudian aquí, aprenden a coser en dos meses, pero luego se quieren quedar de voluntarias”, narra mientras pedalea su máquina, “se quedan y les sirve para practicar más y aclarar dudas; damos estos cursos desde hace ocho años”.

Luego toma otro rectángulo de tela, lo dobla a la mitad, le pone un elástico y lo une a máquina, luego le hace un par de pliegues y le pasa el hilo de nuevo. Es un proceso un poco tardado, explica Irene, pero decidió no dejar de hacerlo durante los próximos días. O quizás unas semanas.

Ejemplos de cubrebocas elaborados

Tenemos demasiados pedidos, los estamos sacando por partes, pero está muy bien porque no hay”, comenta, “son de tela, los puedes reusar, los lavas… diez pesos sí se me hace justo, he visto otros mas caros y aquí, por ser una institución, tienen que estar baratos”.

Aunque sólo cuatro personas trabajan actualmente en el taller, son nueve quienes mantienen funcionando el Banco de Ropa desde que, por disposición oficial, tuvieron que cerrar al público y empezar a atender a través de las rejas o en la banqueta. La ropa con la que cuentan se sigue repartiendo gratuitamente a personas migrantes o en situación de calle, también a adultos mayores y a familias vulnerables.

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No es la primera vez que, como equipo, responden a una situación de emergencia, pues el Banco de Ropa ha colaborado en terremotos, huracanes, incendios e inundaciones: desde sus instalaciones, salen cargamentos de artículos de primera necesidad hasta la zona donde se necesiten.

“Entre todos nos apoyamos, hacemos un buen equipo”, asegura Irene, “cuando necesitamos, dejamos nuestro trabajo para irnos a hacer el de todos; nos ayudamos en momentos como ahorita, de necesidad extrema”. 

Mujeres trabajando en el banco de Ropa

Sonia, quien normalmente se encarga de labores directivas muy distintas a la confección en un taller, se ríe porque una costura le salió chueca. Irene la regaña bromeando y le ayuda a rectificar. Juntas han avanzado poco a poco en la tarea que se fijaron junto a sus compañeros.

“Hay una frase que me gusta mucho de la Madre Teresa de Calcuta”, concluyó Sonia, “somos pequeños instrumentos, pero muchos pequeños instrumentos, podemos hacer milagros”.

Para ordenar cubrebocas y apoyar esta iniciativa, puede comunicarse al (662) 212 0333

Por Astrid Arellano

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