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El Extranjero

Nitrato de amonio, un asesino silencioso

Lo delicado en el manejo del nitrato de amonio se constató en la reciente explosión en Beirut que dejó como saldo 113 muertos, casi 4 mil heridos y decenas de desaparecidos

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El almacenamiento del nitrato de amonio debe realizarse bajo estrictas normas.

La explosión en Beirut, hace casi un mes, por combustión de toneladas de nitrato de amonio –con 113 muertos, casi 4 mil heridos y decenas de desaparecidos– se suma a una lista de tragedias provocadas por esa sustancia o incluso utilizada en diferentes atentados terroristas. 

Un accidente con nitrato de amonio hizo casi desaparecer hace 80 años el pueblo belga de Tessenderlo hasta el estallido de una planta química en Toulouse (sur de Francia) en 2001 o una fábrica de fertilizantes en Texas (Estados Unidos) en 2013.

El nitrato de amonio es una sal blanca e inodora que se utiliza como base para muchos fertilizantes nitrogenados en forma de gránulos, aminonitratos, altamente solubles en agua y que los agricultores compran en grandes bolsas. No son productos combustibles, sino oxidantes.

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Su detonación es posible en dosis medias y altas y en presencia de sustancias combustibles o fuentes intensas de calor. El almacenamiento del nitrato de amonio debe seguir estrictas normas para aislarlo de líquidos inflamables (gasolina, aceites, etc), líquidos corrosivos, sólidos inflamables o sustancias que emiten calor, entre otras sustancias prohibidas, según una hoja técnica del Ministerio de Agricultura de Francia.

“El nitrato de amonio es uno de los fertilizantes más utilizados para la agricultura en todo el mundo. También se usa en la fabricación de explosivos”, explicó a BBC Reinaldo Bazito, profesor del Instituto de Química de la Universidad de Sao Paulo.

Este compuesto químico era utilizado hace años en las granjas canadienses para ayudar al crecimiento de las plantas, pero ya no se utiliza en la misma magnitud ya que ha sido sustituido por otras alternativas de fertilizante más seguras como la urea, la urea nitrato de amonio y el nitrato de amonio cálcico.

La grabación de lo ocurrido en el puerto de Beirut muestra primero una gran cantidad de humo grisáceo, seguido de una fuerte explosión que provocó una humareda marrón rojiza y un enorme hongo blanco.

La ola expansiva de la explosión hizo añicos las ventanas, derribó puertas, sacudió los edificios hasta sus cimientos y se sintió a más de 200 kilómetros de distancia, hasta Chipre, como reconocieron algunos testigos en las redes sociales.

Aunque todavía queda esperar a la investigación oficial sobre el origen de la explosión, el primer ministro libanés, Hasan Diab, indicó que la causa fue un cargamento sin custodiar desde hace seis años de nitrato de amonio de 2,750 toneladas, técnicamente una sal soluble de ácido nítrico y amoniaco, un químico simple con la fórmula NH4NO3.

Beirut, cuya mitad aparece irreconocible tras las dos explosiones consecutivas por nitrato de amonio, no es el primer caso de hechos de este tipo: se registraron más de una veintena de desastres similares durante el siglo XX, causando en total unos 2.000 muertos en diferentes países, desde el Reino Unido, Francia, Polonia, México y Australia hasta Estados Unidos.

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También el pueblo belga de Tessenderlo sobrevivió en 1942 a una de las mayores tragedias que se recuerdan a causa de esta sustancia, que sigue siendo el episodio más grave de la historia de la ciudad y se conmemora cada año. Dejó 189 muertos y más de 900 heridos.

En plena ocupación nazi, la planta química de este municipio flamenco quedó destruida tras la explosión de 150 toneladas de nitrato de amonio, a causa de un disparo -según la versión que más peso ha ganado- aunque los alemanes sospecharon que fue un sabotaje.

Dos décadas antes, la ciudad alemana de Oppau, sede del grupo químico BASF, que producía explosivos durante la I Guerra Mundial, fue escenario de otra catástrofe: las 4 mil  toneladas de nitrato que había almacenado desde el final del conflicto estallaron, lo que dejó la localidad y sus alrededores devastados y provocó 561 muertos y miles de heridos.

El 21 de septiembre de 2001, se produjo una explosión en la fábrica AZF de nitratos de amonio en Toulouse (Francia) a consecuencia de la cual perdieron la vida 31 personas y 2 mil 500 resultaron heridas.

Dos informes de expertos excluyeron la tesis de un atentado o un ataque provocado y consideraron que fue accidental, tras una reacción química entre el nitrato de amonio y un derivado de sodio almacenados sin precaución en un hangar de la factoría, donde se guardaban en malas condiciones unas 300 toneladas de esta sustancia.

Estados Unidos tiene un largo historial de incidentes relacionados con este químico. En abril de 2013, la explosión de una fábrica de fertilizantes en West, en Texas, después de un incendio, provocó la muerte de 15 personas y dejó heridas a al menos 260.

La mayoría de las víctimas eran bomberos, sobre todo voluntarios, que perecieron en el entorno de la planta química, lugar donde se había declarado un fuego que combatía un equipo de extinción de la localidad antes de que las instalaciones saltaran por los aires.

La ciudad de Texas ya había vivido otra explosión similar en 1947, cuando se declaró un incendio a bordo de un carguero francés que transportaba unas 2.000 toneladas de esta sustancia química, lo que provocó 581 fallecimientos y más de 3 mil heridos.

El nitrato de amonio es un elemento básico de ciertos tipos de fertilizantes, pero también una sustancia altamente explosiva e inflamable que diferentes grupos terroristas han llegado a mezclar con gasolina o queroseno para fabricar bombas.

El estadounidense Timothy McVeigh llenó con dos toneladas de nitrato de amonio, menos de la milésima parte de la cantidad que estalló en Beirut, el camión-bomba que explotó en 1995 frente a un edificio gubernamental en la ciudad de Oklahoma, un atentado terrorista que se saldó con 168 muertos y 600 heridos.

McVeigh, un ex soldado condecorado en la guerra del Golfo y vinculado a grupos paramilitares de extrema derecha, fue condenado a la pena capital y ejecutado en junio de 2001.

El terrorista Anders Breivik, el neofascista que causó un baño de sangre en la isla noruega de Utoya, también usó esta sustancia extraída de fertilizantes para fabricar la bomba que detonó en el distrito gubernamental de Oslo en 2011, causando ocho muertos, momentos antes de protagonizar el tiroteo a sangre fría que mató a 69 personas.

El grupo terrorista ETA utilizó la libertad de movimiento comunitaria para adquirir en países como Portugal sustancias para la fabricación de amonal, componente que utilizó para sus explosivos.

Tras el ataque en Noruega, el Parlamento Europeo acordó en 2012 restringir el acceso público a sustancias que, mezcladas, pueden usarse para fabricar “bombas caseras” y dio luz verde a la imposición de sanciones a los países de la Unión Europea (UE) que no establezcan un sistema de licencias a la compra y publicidad de productos químicos susceptibles de un mal uso.

Esas sustancias son, principalmente, el peróxido de hidrógeno, el nitrometano, el ácido nítrico o el nitrato de amonio, que no pueden estar a disposición del gran público en determinadas cantidades sin una licencia previa que acredite el uso legítimo (industrial o científico).

Queda al criterio de cada Estado miembro la normativa concreta para la concesión y denegación de las licencias.

La regulación internacional establece que el nitrato de amonio debe almacenarse seco y bien cerrado, siempre alertando del peligro de deflagración y manteniéndolo alejado de cualquier combustible porque a la mínima que se descontrola algún parámetro, como la temperatura, puede provocar una explosión como la del puerto de Beirut.

El nitrato de amonio puede ser tan noble o tan peligros según el uso que se le dé, pero es un químico que debe manipularse con bastante respeto, en cualquiera de sus usos.

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