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Seguridad

En los últimos años se redujo la diferencia entre la mortalidad violenta de hombres y mujeres

Señalan que ser hombre es un riesgo para su salud porque aprenden a no cuidarse y a ser temerarios

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Las diferencias entre mortalidad violenta de hombres y mujeres comienzan a surgir alrededor de los 10 años y aumentan rápidamente a partir de los 15

Por cada mujer asesinada en México mataron a ocho hombres, por cada mexicana que se quitó la vida, cuatro mexicanos también lo hicieron, y por cada mujer que murió en un accidente, cuatro varones también perecieron.

Cada año mueren más hombres que mujeres por todas las causas, pero en el caso de las muertes violentas la brecha entre la mortalidad masculina y femenina se ensancha.

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De acuerdo con los estudiosos de la violencia masculina, el fenómeno está relacionado con la forma en que aprendieron a ser hombres y los roles que les fueron impuestos.

Ser hombre es un riesgo para su salud porque aprenden a no cuidarse, a ser temerarios, a convivir fácilmente con la violencia y a no pedir ayuda si tienen algún problema; muchas de esas cosas los llevan a la muerte”, explica Juan Guillermo Figueroa, investigador de El Colegio de México (Colmex) que lleva poco más de dos décadas estudiando el comportamiento masculino.

“A veces somos la primera víctima del machismo”, agrega Mauro Vargas, director general de GENDES, A.C., una organización especializada en el trabajo con hombres con perspectiva de género.

El machismo va más allá de una práctica de dominio sobre las mujeres. “Somos más propensos a experimentar o sufrir accidentes, a arriesgarnos, a quedarnos en situaciones de adicción, a entrarle a las riñas y pleitos callejeros. Somos los que más morimos por homicidios. No nos cuidamos, no prevenimos y se nos van creando enfermedades crónicas simplemente por no cuidar nuestro cuerpo”, abunda Vargas.

Según las estadísticas de mortalidad más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), con cifras preliminares para 2021, ese año murieron en el país un millón 117 mil 167 personas, de las cuales 58 por ciento eran hombres y 42 por ciento mujeres. La razón de mortalidad fue de 1.4 decesos de varones por cada defunción de mujer.

Desde el primer año de vida, son más los hombres que mueren respecto a las mujeres y la diferencia se amplía en las siguientes etapas de la vida (niñez, adolescencia y juventud y edad adulta).

En casi todas las enfermedades de mayor impacto, salvo el cáncer, las defunciones de hombres superan a las de mujeres, siendo Covid-19 y los trastornos mentales los que golpearon más severamente a los varones: 61 por ciento de las muertes por la pandemia fueron masculinas, lo mismo que 71 por ciento de los decesos por problemas mentales y del comportamiento.

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En lo que respecta a las muertes por causas externas -las que son violentas- la brecha en la mortalidad es más grande. En este caso, 77 por ciento de las defunciones por accidentes, 81 por ciento de los suicidios y 88 por ciento de los homicidios correspondieron a varones, lo que significa una razón de 3.6 muertes masculinas por cada femenina en accidentes, 4.4 por autoagresiones y 7.8 por asesinatos.

En el caso de accidentes, la razón de mortalidad alcanza hasta 5.6 muertes masculinas por cada femenina entre los jóvenes de 20 a 29 años; en los suicidios se dispara hasta 9.7 entre los adultos mayores (más de 60), y en los homicidios la diferencia más grande se ubica en el grupo de 50 a 59, con 9.4 decesos de hombres por cada mujer.

Aunque en el mundo nacen más niños que niñas (105 por cada 100), las mujeres conforman la mayoría de los adultos mayores, detalla el estudio Masculinidades y salud en la región de las Américas.

El documento, que publicó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2019, agrega que en el continente americano la esperanza de vida al nacer es 5.8 años mayor para las mujeres que para los hombres, en tanto que la esperanza de años de vida saludable muestra un diferencial de cuatro años a favor de ellas.

“La brecha de género que perjudica a los hombres se refleja en problemas específicos relacionados con las prácticas cotidianas de la masculinidad hegemónica, como adoptar riesgos en el trabajo o al volante, el consumo desmedido de alcohol y drogas, las prácticas sexuales sin protección, las relaciones interpersonales violentas que resultan en homicidios y una gestión inadecuada de las emociones”, indica el estudio.

Agrega que las diferencias entre la mortalidad masculina y femenina en la región surgen alrededor de los 10 años y aumentan a partir de los 15, cuando predominan entre los hombres las causas violentas de muerte. “Como resultado, la tasa de mortalidad de los hombres jóvenes es aproximadamente cuatro a siete veces mayor que la de las mujeres”.

Guillermo Figueroa pide no dejar de lado el hecho de que los hombres también son más propensos a morir por cuestiones fisiológicas. Desde la primera etapa de la vida, el primer año, fallecen más niños que niñas, “y uno quisiera pensar que en el primer año de vida no tiene que ver con la violencia del sujeto, son bebés, tiene más que ver con la genética. Es más vulnerable el producto masculino que el femenino desde que nace y entonces eso empieza a ayudar a explicar por qué tenemos menos esperanza de vida los hombres que las mujeres”.

Si a esto se añade la forma en que ellos son entrenados para vivir su masculinidad y buscar la violencia incluso intencionalmente, entonces el número de varones que mueren por homicidios, suicidios o accidentes viales es muchísimo mayor que el de las mujeres.

“Yo creo que a los hombres los matan por ser hombres, pero esa frase no es políticamente correcta… A un hombre lo golpeo, a un hombre lo reto en la calle porque me cierra el auto, a un hombre lo reto en el bar porque vio a mi compañera con la que voy. Es decir, ellos se matan por cómo aprendieron a ser hombres… Los hombres mueren por ser hombres y matan por ser hombres”, agrega el especialista.

Mauro Vargas deja en claro que no todos los hombres ni siempre son violentos o machistas, aunque sí es importante hacerles ver que son producto de un proceso de construcción social que deben revisar para poder cambiar a fin de no afectarse ellos o a terceras personas.

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“Lo primero es reconocer que estamos bajo esta cultura tradicional, patriarcal, machista, y que cuando empiezo a vivirla y a obedecerla ciegamente me convierto en un factor de riesgo, en un elemento nocivo para mí y para quienes me rodean”.

Para que los hombres empiecen a trabajar sus emociones, frustraciones, miedos y enojos existen organizaciones como GENDES a las que pueden acudir. Esta asociación cuenta con una línea de atención telefónica disponible las 24 horas (554757 9288), con grupos que ofrecen espacios respetuosos y confidenciales para trabajar con sus violencias, y también con terapias individuales.

Considera que el gobierno federal debe invertir más en estrategias orientadas a fortalecer procesos encaminados hacia la igualdad sustantiva que incluya a los hombres ya que “estamos casi totalmente fuera de las políticas públicas”.

Para Guillermo Figueroa, un primer paso es reconocer como Gobierno y sociedad que tanto mujeres como hombres tienen derecho a una vida libre de violencia.

Saúl Hernández | El Sol de México

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