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La inclusión de las mujeres menonitas, desde tiktokers hasta concursantes de belleza

Aunque la tradición les marca que deben casarse y dedicarse al hogar, muchas han capitalizado sus conocimientos en otras actividades

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Foto: Cortesía

Desde su llegada a territorio mexicano en 1922, la función de las mujeres dentro de la sociedad menonita ha sido tema de debate, pues los constantes cambios socioculturales, el voto femenino, el trabajo fuera de casa, los estudios superiores y diversos derechos impactaron de manera positiva la forma en que hoy se desenvuelven.

De acuerdo con su tradición, las menonitas deben casarse y dedicarse a las labores propias del hogar, pero muchas han capitalizado los conocimientos en cocina, costura y trabajos del campo, apoyando económicamente en sus hogares.

Ni qué decir de aquellas que salen de la casa paterna para estudiar una carrera universitaria y las que crean negocios prósperos con sus propias manos.

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Pero no sólo es la importancia de las aportaciones monetarias. Las menonitas apoyan dando clases en escuelas que en algunas ocasiones reciben niños rarámuris y mestizos.

En 1987 quedó claro que sí. Katharine Renpenning rompió paradigmas al ser la representante del estado grande en Miss México.

Cuando la comunidad en Internet dedicada a historias de menonitas, Darp Stories Project, le preguntó sobre su experiencia como “miss”, Katharine platicó que desde que participó en la etapa regional su pensamiento no iba dirigido a ganar, sólo participar.

Pero gracias a su simpatía, belleza e inteligencia, la egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua fue elegida para buscar la corona en Miss México. Aquella joven delgada de larga cabellera rubia y de origen menonita pasó a la historia por salir al escenario en la etapa de traje regional, portando orgullosa la vestimenta de su comunidad.

Katharine ha hecho diversas obras comunitarias y trabajó con el gobierno chihuahuense para crear el programa de enlace con los menonitas, además es directora general de Keers Viajes de Estudio.

Como en muchas culturas, la cocina es considerada el corazón de un hogar y de un pueblo. Es ahí donde la comida es el pretexto para reunir a todas las bocas de una familia.

Justina Dyck, cocinera tradicional menonita e instructora del Instituto de Capacitación para el Trabajo en el Estado de Chihuahua (Icatech) ha sabido mantener el equilibrio entre la tecnología y las recetas que le vienen por herencia, ya que, a través de talleres y cursos, busca preservar el patrimonio gastronómico menonita.

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Los pasteles, repostería y panes que elabora gozan de tal fama, que cuando una de sus recetas es transmitida por Facebook, las visualizaciones del video se cuentan por miles para esta emprendedora.

La fotógrafa y artista plástica menonita, Verónica Enns se define como una apasionada por las artes visuales con una especial fascinación por los retos y que no se caracteriza por un solo estilo.

Originaria de Colonia Obregón, Verónica ha sabido explotar su creatividad mediante la pintura, la fotografía y la cerámica, que además de mostrar su forma de ver el mundo, también es capitalizado al ser ofrecido en su tienda en línea y el café dentro del Museo Menonita de Ciudad Cuauhtémoc.

Además participa en múltiples exposiciones y se ha convertido en un referente cultural en su comunidad y México.

En 2016, cientos detuvieron un momento sus actividades para ver en televisión a Itali Heide, la joven menonita que se presentó a audicionar en el programa La Voz México. Su paso por el concurso de talentos, impulsó su carrera como modelo.

Aparte de desarrollar estas dos facetas en su vida, Itali concluyó este año sus estudios universitarios y se define como feminista y artista.

Su crecimiento ha ido de la mano del manejo de la tecnología ya que acostumbra subir historias a Instagram, Facebook y sobre todo en la plataforma que tiene mayor captación de usuarios: TikTok.

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La educación impartida entre los menonitas tiene una organización particular. Cada uno de los tres subgrupos existentes en Cuauhtémoc –liberales, Kleingemeinde y Altkolonier— tiene su propio modelo educativo.

Los pertenecientes al sistema “liberal” son los únicos que están incorporados en su totalidad a la Secretaría de Educación Pública (SEP), las clases incluyen la enseñanza de los idiomas español, inglés y alemán. Mientras que el sistema Kleingemeinde está incorporado parcialmente porque a pesar de que hay materias de conocimientos generales, mantienen la educación religiosa. Finalmente, el sistema Altkolonier mantiene una organización tradicional, no enseñan otro idioma que no sea alemán bajo en sus aulas, por lo que la mayor parte de mujeres y niños no dominan el español.

La educación menonita es un largo proceso histórico donde convergen la religión, economía, cultura y sobre todo su filosofía de vida, que involucra todas sus instituciones sociales que van desde la familia, iglesia y también escuela.

Por ello, en los campos no es raro ver que en algunas de estas aulas acuden niños mestizos, rarámuris y menonitas, que finalmente comparten ideas y cosmovisiones que van enriqueciendo a las tres culturas.

Probablemente, lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en una boda es la imagen de la novia con su vestido blanco vaporoso caminando hacia el altar. La tradición católica y las producciones hollywoodenses nos han llevado a tener esa idea por antonomasia, sin embargo, al norte de México, los matrimonios menonitas en Cuauhtémoc se celebran de una manera muy distinta.

Al llegar a los 15 o 16 años de edad, las jóvenes menonitas ya pueden ser cortejadas por los muchachos de su comunidad que, si son aceptados por ellas, terminarán casándose en una de las tradicionales bodas para unirlos “hasta que la muerte los separe”, ya que el divorcio no es bien aceptado por las tradiciones.

Cuando las mujeres están en edad casadera, sus padres les regalan vitrinas para que ahí vayan guardando los regalos que les hace el novio, que en general son utensilios de cocina; si la relación no prospera, no es forzoso que se casen, pero si terminan el noviazgo las mujeres deben regresar los regalos que recibieron.

El tiempo para conocerse lo determinan ellos mismos. Si la convivencia es buena dan el siguiente paso para anunciar su compromiso, organizan una comida donde se da a conocer la próxima unión. Durante la semana siguiente, los prometidos vestirán ropa de color café y al cabo de siete días celebrarán la ceremonia religiosa.

Ese día, la novia usará un vestido negro, ya que es considerado el color más elegante y formal para la ocasión, e irá al altar con la cabeza descubierta como símbolo de su virginidad. La ceremonia es sencilla, dura alrededor de 20 minutos y después da paso a una reunión con familiares, que se extiende todo el día. Sin embargo, no hay luna de miel.

Tras la boda, las mujeres casadas serán diferenciadas de las solteras por una pañoleta negra en la cabeza, las que aún no se han casado regularmente usan una blanca o de colores claros.

Alejandra Lugo | El Heraldo de Chihuahua

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