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Querétaro

Hay poco rigor en la entrega de doctorados y reconocimientos en las universidades

Los interesados pagan entre 20 mil y 100 mil por un documento como éstos

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Foto: @LORDMOLECULAOFICIAL

QUERÉTARO, Querétaro. Entre 20 mil y 100 mil pesos cuesta un doctorado honoris causa de universidades y colegios privados que han hecho del otorgamiento de estos reconocimientos su negocio, así como una herramienta de relaciones públicas.

El fenómeno es regional, pero llega a ser hasta internacional, toda vez que hay instituciones del extranjero que también ofertan los reconocimientos, incluso al bajo precio de 219 dólares.

Ya sea con el pago de estos montos o por la conveniencia de sus cargos, al menos dos decenas de políticos, empresarios, personajes de la alta sociedad y periodistas queretanos se han convertido en doctores honoris causa por instituciones que los otorgan masivamente.

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El grado honoris causa se concede como reconocimiento a los méritos de una persona, sin que ésta tenga que efectuar prueba académica alguna para conseguirlo.

Pero una muestra del poco rigor de estos reconocimientos educativos honoríficos, convertidos en negocio por universidades de dudoso proceder o magros antecedentes, es que mientras las escuelas “patito” los otorgan masivamente cada año, en las universidades con prestigio y rigor educativo son auténtica rareza.

Por ejemplo, en 70 años de historia la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) ha entregado solamente ocho doctorados honoris causa, sin costo alguno, a personajes que han contribuido desde distintos ámbitos a la institución y a la sociedad, o la UNAM que ha otorgado 207 en más de 100 años.

De acuerdo con publicaciones de los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Juan Jesús Garza Onofre y Javier Martín Reyes, estos los honoris causa “sólo deben otorgarse a mujeres y hombres genuinamente eminentes” que han realizado aportaciones excepcionales a un campo del conocimiento.

Sin embargo, ambos señalan que así como existen escuelas que venden licenciaturas, también hay instituciones que los entregan sin rigor. Es el caso de la Asociación civil Claustro Doctoral o universidades “patito” que lo hacen sin someter a prueba alguna, producto de las relaciones públicas o mediante el pago de entre 20 mil y 100 mil pesos, según declaran quienes han sido aspirantes.

Las instituciones otorgantes señalan que para recibir un doctorado honoris causa “debe ser avalado por al menos una universidad la cual debe estar debidamente registrada” ante la Secretaría de Educación Pública (SEP) y ser el rector de la misma miembro del organismo.

Incluso, hay instituciones académicas del extranjero que ofertan este tipo de reconocimientos en 219 dólares, alrededor de cuatro mil 400 pesos mexicanos.

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En Querétaro, por ejemplo, en 2020 y 2021 cuando menos seis personas recibieron dicho grado por parte del Claustro Doctoral Honoris Causa A. C., mientras que otros 11 adquirieron el privilegio de la Alianza Internacional AICHYCI MOROCCO MÉXICO, en enero de este año.

De acuerdo con la rectora Teresa García Gasca, en la UAQ la entrega de este tipo de reconocimientos es exhaustiva y rigurosa. Para ello es necesario crear una comisión especial para analizar la trayectoria y la labor de la persona propuesta.

“Se hace una propuesta por parte de algunas de alguna de las facultades, o de la prepa, y se arma una comisión ad hoc para revisar el currículum de la persona candidata y, en dado caso, si cumple entonces se manda el dictamen al consejo para su aprobación, o sea, sí se hace una revisión muy exhaustiva y exigente del perfil de la persona”, sentenció.

Una vez analizada, se envía un dictamen al Consejo Universitario quien, dentro de sus facultades según el estatuto orgánico de la UAQ en su artículo 38, tiene a bien conferir grados honoríficos, sin valor académico.

José Alfredo Zepeda Garrido, exrector de la UAQ en el periodo 1994-2000, señaló que este mecanismo se realiza desde hace tiempo y añadió que, aunque se contempla en los estatutos de la universidad, la Dirección de investigaciones analiza la posibilidad de dejar estrictamente establecido el mecanismo adoptado desde hace años.

“El que es propuesto al grado de doctor honoris causa no paga porque se le otorgue ni lo pidió, no se pide, simplemente se sienten honrados y reconocidos, y no es que los busquen, es una consecuencia de su vida académica, de su trayectoria. No es propuesta que tenga origen político, no es que alguien quiera quedar bien con algún funcionario público”, subrayó.

Además, aseguró que, a diferencia de otras instituciones, la UAQ, como la UNAM y universidades públicas de prestigio, no cobran por otorgar estas distinciones ni se dan a solicitud del galardonado. Como anécdota, recordó que en su periodo como rector un personaje político lo buscó para entregarle un honoris causa a un senador del país.

“Desconozco si en algún lado lo hacen, pero en las públicas con lo que he sabido no sucede así, posiblemente en algún otro ámbito, recuerdo que en algún momento le otorgaron el honoris causa al general Durazo, ya falleció incluso, y qué es eso. En mi opinión, y que comparte el sector académico, no se debe dar en ningún lado, y donde es menos probable que ocurra una cosa así es en alguna universidad pública del país”, enfatizó.

Te-Hsiu Ma, profesor de la Universidad de Western Illinois, es uno de los galardonados con este honoris causa por su apoyo a la investigación en toxicología y la formación de recursos humanos en la Facultad de Química de la UAQ y en el mundo. John Whitaker, profesor emérito de la Universidad de California, campus Davis, lo recibió por promover la investigación en ciencia y tecnología de los alimentos en la misma facultad.

Octavio Paredes López, destacado científico que ha sido profesor investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN), lo recibió por su contribución a la docencia e investigación en ciencia y tecnología de los alimentos.

Eulalio Juárez Badillo, profesor emérito de la UNAM, recibió de la UAQ el doctorado honoris causa por sus contribuciones a la enseñanza e investigación en mecánica de suelos y materiales, lo que ha coadyuvado a la formación de miles de ingenieros civiles y posgraduados en toda América Latina y beneficios especiales a la Facultad de Ingeniería de la UAQ, donde ha sido profesor de posgrado.

Pablo González Casanova inspiró con su trabajo la creación de la Facultad de Sociología, hoy Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la UAQ, razón por lo que se hizo acreedor de este nombramiento. Uno de los casos más sonados es el de la periodista mexicana María del Carmen Aristegui Flores, quien lo recibió por su trabajo destacado en programas de noticias de radio y televisión, por su actitud abierta hacia temas habitualmente no abordados por el periodismo y por los debates que ha generado con la información que ha revelado, lo que la ha llevado a conseguir distintos premios de índole nacional e internacional.

A la lista de ocho personas se suman Ricardo Miledi y Day, científico de grandes contribuciones a las neurociencias, quien en conjunto con el premio Nobel Bernard Katz, logró proveer la primera evidencia de la existencia de los canales iónicos en la sinapsis neuromuscular, así como Ángel Rogelio Díaz Barriga Casales, pionero en desarrollar la evaluación educativa como campo de investigación, fundador y coordinador de la maestría en ciencias de la educación de la UAQ.

Karen Munguía | Diario de Querétaro

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