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La Opinión

Donald Trump y Xi Jinping usan como ring a la Asamblea General de la ONU

Donald Trump y Xi Jinping usan la Asamblea General de la ONU con ring y pelean por la crisis sanitaria de Covid-19, un virus que surgió en China

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Vladimir Putin ofrece su vacuna de Covid-19 en la Asamblea General de la ONU.

Como suele suceder la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que está cumpliendo 75 años, se convirtió en un ring de político internacional. El cartel estelar fue reservado para el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping.

Donald Trump y Xi Jinping protagonizaron en videoconferencias otro round de sus diferencias, que no son pocas y si se tuvieran que resumir, por el control hegemónico de la economía mundial.

Washington no se quiere desprender de la hegemonía económica y Beijing anhela arrebatar. La verdad China está muy cerca de lograr esa hegemonía de la economía.

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Vladimir Putin también levantó la mano el primer día de la Asamblea General y ofreció la vacuna rusa como una solución a esta grave crisis sanitaria que padece el mundo. La tan presumida Sputnik V, de la que él mismo habló maravillas, pues en el plano internacional ha sido muy cuestionada.

En esta función hay pleitos preliminares y debutantes, pero hasta ahora no habido alguien que se robe la función, como lo hizo en su momento, Evo Morales o Hugo Chávez, que con su estilo y discurso atrajeron la atención de todos, para bien o para mal.

La Asamblea General de la ONU, que se celebra cada año en el mes de septiembre, es uno de los seis principales órganos de las Naciones Unidas y la única en la que todos los países miembros tienen igual representación.

Sus poderes son para supervisar el presupuesto del organismo, nombrar a los miembros no permanentes al Consejo de Seguridad, recibir informes de otras entidades de la ONU y para hacer recomendaciones en forma de resolución.

La Asamblea General de la ONU dijo que todos los países deben desarrollar planes para combatir la desinformación, a veces letal, sobre el coronavirus y posibles vacunas.

“La crisis de Covid-19 no es solo una emergencia de salud pública, también es una emergencia de comunicaciones”, declaró el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un evento telemático en la Asamblea General, en el que la organización y otras de sus agencias lanzaron un llamado para combatir la desinformación.

Instaron a los medios de comunicación y a redes sociales a hacer más para frenar la propagación de la desinformación y ayudar a difundir información rigurosa, pero precisamente la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de sus entes, ha sido cuestionada debido a la falta de pronta información sobre el brote que se presentó en China en diciembre de 2019.

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De hecho, es la raíz del pleito en el plano sanitario entre Estados Unidos y China. Trump sacó a su país de la OMS, un golpe económico que le costó 450 millones de dólares anuales a ese organismo, el argumento es que encubrió a Beijing sobre la emergencia sanitaria, eso se llama desinformación.

¡El buen juez por su casa empieza! No es en el único rubro donde el organismo cojea, por ejemplo, los Cascos Azules tienen un muy alto desprestigio por las diversas atrocidades que han cometido en varios países del mundo, como en Haití donde está documentado abusos sexuales a mujeres y niños.

Un estudio publicado en The Conversation, elaborado por dos profesoras universitarias británicas, documenta entrevistas con 2 mil 500 haitianas que vivían cerca de bases de la ONU en 2017, último año de la misión que comenzó en 2004.

A ellas les hicieron una pregunta: ¿Cómo es ser una mujer o una niña viviendo en una comunidad que acoge a una misión de paz? Por voluntad propia, y sin que se lo preguntaran, 265 hablaron de situaciones donde miembros de los Cascos Azules abusaron y embarazaron a mujeres y niñas locales de hasta 11 años.

Actualmente, la ONU cuenta con 15 organismos especializados, pero la verdad la mayoría resultan poco efectivos, no se habla del Acuerdo de París para combatir el cambio climático, que siempre es pateado por las grandes potencias, pues los combustibles fósiles siguen siendo más redituables.

La ONU surgió como una unión de estados con vocación general y universal, fundada en 1945. Su origen se establece al final de la Segunda Guerra Mundial para evitar el comienzo de un nuevo gran conflicto y sus objetivos, se establecieron en el art. 1 de la Carta de las Naciones Unidas.

Hasta en eso, hoy en día, no hay certeza de que el organismo pueda evitar un nuevo conflicto bélico y parece que lo único que sostiene un equilibrio de paz se llama Consejo de Seguridad, que está bajo el control de las principales potencias del mundo (China, Estados Unidos, Francia, Rusia y Reino Unido).

Aunque las decisiones de esas mismas potencias están provocando que la ONU se convierta en un organismo estéril, que sólo sirve como ring de pleitos. La verdad no van hacia ningún lado, ya que muchas de las resoluciones no son vinculantes, es sólo verborrea política. Duele creerlo, pero Naciones Unidas ya no opera y requiere urgentemente reconfigurarse ante lo complejo que se presenta la globalización. 

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El problema en estos momentos toma dimensiones más preocupantes, si oímos a los especialistas en salud, la pandemia apenas está en sus primeras etapas y el gran reto de la ONU es controlar la propagación del Covid-19.

Naciones Unidas espera lograr una adecuada distribución de una posible vacuna con su programa COVAX, con la que busca cubrir a los que menos tienen, pero los países ricos ya dieron su adelanto económico para privilegiar a sus sociedades. La cosa tampoco pinta bien.

Esto sin considerar cómo Naciones Unidas no puede frenar el pleito entre Estados Unidos y China, que todos los días toma tintes alarmantes, y se puede poner peor si Trump consigue permanecer cuatro años más en el poder. ¡Lo que nos espera! y ¿Ahora quién nos podrá defender?

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