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La Opinión

Emilio Lozoya y la arriesgada apuesta de López Obrador

AMLO le dará un tiro de gracia a los partidos políticos de oposición, especialmente al PAN, con las filtraciones de la denuncia de Emilio Lozoya

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Jacques Coste
La denuncia de Emilio Lozoya maneja desde Palacio Nacional y no desde la Fiscalía General de la República.

El presidente López Obrador y su círculo cercano están jugando un juego sumamente peligroso con el manejo de la denuncia de Emlio Lozoya.

Se trata de una apuesta política sumamente arriesgada: una estrategia que les puede entregar una victoria electoral arrolladora en 2021; pero, en contraparte, también puede ocasionar daños profundos a la credibilidad del lopezobradorismo, revivir a adversarios políticos de Morena y terminar de destrozar el debate público nacional.

Empecemos con lo primero: la ganancia que puede significar el caso Lozoya para el presidente. Es claro que su estrategia de aquí a la elección de 2021 será ir administrando, poco a poco, las filtraciones y la mediatización del caso para darle el tiro de gracia a la de por sí alicaída reputación de los partidos políticos de oposición, especialmente al PAN.

Esta estrategia responde al siguiente cálculo político:

a) La mediatización del caso respalda la narrativa de “la mafia del poder” y “el régimen de corrupción y privilegios” que el presidente lleva esgrimiendo por más de una década. Es más, no sólo respalda la narrativa, sino que le da la razón.

b) El desprestigio de los partidos será tal que, no importará cuán dañada esté la economía ni cuán mala haya sido la respuesta gubernamental a la pandemia de Covid-19, los ciudadanos no votarán por los partidos de oposición “por corruptos” o volverán a votar por Morena, como en 2018.

La estrategia no sólo pretende incentivar el voto por Morena, también busca inhibir el voto por la oposición. AMLO apuesta por unas elecciones intermedias de baja participación: que los votantes decepcionados de los resultados de su gobierno estén igualmente decepcionados de la “corrupta e inmoral” oposición y, por tanto, no salgan a votar, al tiempo que la totalidad de su base dura acuda a las casillas a sufragar por Morena.

Vamos con lo segundo: las pérdidas que esta arriesgada apuesta puede significar para el presidente y para el país.

Vamos con lo segundo: las pérdidas que esta arriesgada apuesta puede significar para el presidente y para el país.

1.- Daños a la credibilidad del lopezobradorismo

Si el caso Lozoya sigue avanzando y el presidente sigue fomentando su mediatización, la filtración de los videos de su hermano recibiendo dinero en efectivo será sólo el primer embate de muchos contra la credibilidad del lopezobradorismo.

López Obrador estuvo tres sexenios completos en campaña. La cantidad de operaciones irregulares de financiamiento electoral en su haber debe ser gigantesca.

Además, las figuras políticas afectadas por las declaraciones de Lozoya no se quedarán de brazos cruzados, viendo cómo el caso avanza hacia ellas. Usarán todas las armas que tengan a su alcance para defenderse, incluyendo la divulgación de material comprometedor de López Obrador.

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Así las cosas, esto se puede convertir en una guerra de filtraciones, videoescándalos y evidencias comprometedoras de ambos bandos. Los daños a la credibilidad de un presidente cuya reputación depende de una supuesta superioridad moral pueden ser mayúsculos.

Esta dinámica pondría a prueba la lealtad y la incondicionalidad de las bases del lopezobradorismo. Habrá que ver si compran el discurso de “lo nuestro no es corrupción porque eran donaciones voluntarias del pueblo” y “lo nuestro es corrupción chiquita; lo de ellos es corrupción grandota”

2. Resurgimiento de adversarios políticos

Un segundo efecto colateral del caso Lozoya puede ser revivir a los adversarios políticos del presidente López Obrador.

Este caso puede asestar un golpe fulminante a la credibilidad de muchas figuras de oposición, pero los implicados que jueguen sus cartas correctamente pueden salir fortalecidos de esta situación.

Ricardo Anaya llevaba dos años fuera de la escena, pero su mención en este caso volvió a colocar su nombre en la discusión pública y él reapareció con un video anunciando que “defenderá su honor y seguirá luchando por cambiar a México”.

Con su propia implicación en el caso, Felipe Calderón ganó espacios en los medios de comunicación. Los está aprovechando para defenderse y posicionarse como un adversario al que López Obrador le teme y por eso lo intenta frenar.

Además, el desprestigio que las revelaciones de Lozoya ocasionen al PAN pueden terminar favoreciendo a México Libre. Quizá los panistas decepcionados, así como los votantes de derecha, puedan encontrar cobijo en este partido.

Calderón y Anaya fueron los primeros adversarios de AMLO que el caso Lozoya revivió, pero esto puede ocurrir con otros personajes.

3. Destrucción del debate público nacional

La polarización política y el fanatismo han causado la precarización del debate público nacional.

En el México actual, no se discute con ideas y argumentos, sino que se ataca y se insulta a quienes tienen diferentes opiniones políticas. Las posiciones políticas no se defienden con razones, sino con pasiones.

Todo lo que hace el presidente López Obrador es grandioso o es terrible. No hay puntos medios, mesura ni civilidad en el debate público de hoy.

La mediatización del caso Lozoya no hará más que agravar este fenómeno. Si los videoescándalos de uno y otro lado se siguen difundiendo, cada quien defenderá a su bando con pasión y rabia hasta las últimas consecuencias.

Si el caso Lozoya se sigue manejando desde el púlpito mañanero y no desde la oficina del fiscal, entonces la polarización política puede escalar a un nivel insospechado. Esta radicalización no le conviene a nadie, ni siquiera al propio presidente.

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