:)

La Opinión

El Covid-19 frena la campaña del demócrata Joe Biden

El Covid-19 hizo que los jóvenes vean al demócrata Joe Biden como un candidato incapaz de usar las redes sociales

Published

on

Jacques Coste

El Covid-19 se convirtió en el punto focal de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. La atención pasó de centrarse en las primarias del Partido Demócrata a poner el acento en la respuesta del gobierno de Donald Trump ante la crisis para enfrentar la pandemia.

Una respuesta gubernamental defectuosa y desarticulada podría derrumbar las ilusiones de reelección de Trump, mientras que un paquete de acciones decididas, planeadas y bien instrumentadas aseguraría la permanencia del actual presidente en la Casa Blanca por otros cuatro años.

Hasta la semana pasada, observamos a un Trump errático ante la pandemia: minimizaba su gravedad, daba pie a teorías conspirativas sobre su origen y repetía que no había que tomar medidas exageradas para que “el remedio no saliera peor que la enfermedad” y la economía estadounidense no se viera profundamente afectada por las acciones preventivas.

Esto parecía favorecer a Joe Biden, quien tiene la candidatura presidencial demócrata prácticamente asegurada. Frente a un Trump que sólo improvisaba y emitía declaraciones sin sustento político ni científico, el antiguo vicepresidente y senador aparecía como un líder experimentado y bien curtido, al haber vivido de cerca contingencias como el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, la guerra de Irak y la crisis económica de 2008-2009.

Lee: El coronavirus ya entró al juego electoral de Estados Unidos

Sin embargo, las cosas han cambiado bastante durante esta semana, ya que se conjuntaron dos situaciones que favorecen a Trump: los errores de campaña de Biden y la articulación de una estrategia gubernamental de respuesta ante la crisis.

Con el fin de evitar eventos masivos que fungieran como focos de contagio, las actividades proselitistas se suspendieron temporalmente en Estados Unidos. Esto ocasionó que Biden pospusiera giras y mítines para obtener apoyo popular, y reuniones con empresarios para conseguir fuentes de financiamiento.

En lugar de los eventos presenciales, Biden tuvo que acudir a los medios digitales para seguir su campaña en línea. Sin embargo, su equipo tardó mucho en replantear su estrategia electoral para ajustarla a esta nueva realidad y el ex vicepresidente prácticamente desapareció de la mirada pública durante varios días.

Esto ocasionó que el hashtag #WhereIsJoe (¿Dónde está Joe?) se hiciera tendencia y que surgieran rumores de que el candidato demócrata, quien tiene 77 años de edad, había contraído Covid-19 y, por ello, había puesto en pausa su campaña.

Lee: Las cuatro posibles consecuencias positivas del Covid-19

Además, la avanzada edad de Biden, en adición a su tardanza para aparecer en medios digitales y en redes sociales, ocasionó que algunos sectores del electorado (en especial, los jóvenes) lo visualizaran como un candidato viejo e incapaz de utilizar las herramientas tecnológicas básicas para ejercer la comunicación política hoy en día.

De por sí, Biden, candidato demócrata, había tenido problemas para conectar con los votantes jóvenes y esto empeoró su situación. Por el contrario, Trump, quien ha demostrado ser un maestro del Twitter desde la campaña electoral de 2016 y durante su presidencia, aprovechó la situación para reposicionar su liderazgo en esta crisis por esta vía.

Más allá de los tuits, durante esta semana, el gobierno de Trump comenzó a poner en marcha acciones para mitigar los efectos de la crisis derivada de la pandemia.

En particular, anunció una serie de medidas para paliar los efectos financieros de la pandemia. Se trata del paquete de ayudas económicas y estímulos fiscales más grande de la historia de Estados Unidos en conjunto con diversas acciones de política monetaria.

El paquete, que ya fue aprobado por el Senado y está en espera de la aprobación de la Cámara de Representantes, consiste en: la entrega directa de mil 200 dólares del gobierno a todos los estadounidenses (con excepción de los que perciben más de 99 mil dólares anuales), y 500 dólares extra por cada niño; el incremento del monto de los seguros de desempleo, la relajación de los requisitos para los beneficiarios y el aumento del período de duración de esta ayuda; la emisión de créditos para asegurar la sobrevivencia de las micro y pequeñas empresas; el rescate financiero de aerolíneas y otras empresas directamente afectadas por la pandemia; así como el alza del gasto en el sector salud.

El monto total de estas ayudas será de dos billones de dólares, lo cual equivale a 9.5 por ciento del producto interno bruto estadounidense. Es una cifra descomunal.

En cuanto a la política monetaria, la Reserva Federal está reduciendo las tasas de interés gradualmente, está vendiendo bonos del tesoro al por mayor y está emitiendo grandes cantidades de dinero. Todo esto para inyectar liquidez a la economía y evitar la paralización del mercado.

No obstante, la respuesta del gobierno de Trump no ha estado exenta de críticas, las cuales se han centrado, principalmente, en tres aspectos.

En primer lugar, se critica al gobierno de Trump por responder demasiado tarde a la pandemia y por perder semanas valiosas para tomar medidas preventivas. El presidente se ocupó de pintar al Covid-19 como una amenaza menor durante el primer trimestre del año y, ahora, de un día al otro, cambió radicalmente su posición frente a la pandemia.

En segundo lugar, se critica a Trump por poner mucho énfasis en mitigar las consecuencias económicas del virus, pero poca atención en prevenir y tratar los efectos de la enfermedad en la salud de los estadounidenses.

En tercer lugar, se critica a la Casa Blanca porque, fiel al estilo de Trump, ha enviado señales contradictorias. A pesar de que el presidente ha aceptado la magnitud de la amenaza que representa la pandemia, también ha emitido mensajes en sentido opuesto, rebajando la gravedad de la situación. Por ejemplo, el mandatario declaró que espera que la economía esté totalmente reabierta para la temporada de Pascua, pese a que el paquete económico anunciado todo lo contrario.

Amén de estas críticas, la popularidad de Trump se mantiene estable. El nivel de aprobación presidencial, según distinto sondeos, ronda entre los 45 y los 50 puntos porcentuales. Además, aproximadamente 60 por ciento de los estadounidenses aprueba su gestión de la crisis del Covid-19.

Hay dos maneras de ver esto: 1) Trump mantiene una alta aprobación a pesar de su respuesta errática y, por tanto, tiene buenas probabilidades de ganar la reelección o 2) la popularidad del presidente se mantiene estable, pero no ha crecido como la de otros mandatarios estadounidenses en tiempos de crisis, cuando los ciudadanos se suelen cohesionar para apoyar a su líder (por ejemplo, la aprobación de George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 rondaba los 90 puntos porcentuales).

Así las cosas, la contienda entre Trump y Biden, candidato demócrata, se mantiene abierta.

Con un presidente tan impredecible como Trump, es difícil saber si la respuesta gubernamental ante la pandemia seguirá siendo adecuada o si el mandatario reculará y volverá a su típico estilo de líder incendiario y carente de oficio político.

Con Biden de vuelta y con su campaña ya ajustada a las circunstancias actuales, habrá que ver si el demócrata logra proyectarse como un líder con capacidad para gestionar esta clase de contingencias a diferencia del actual ocupante de la Oficina Oval.

Publicidad

Trends

Publicidad