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Seguridad

El pueblo michoacano de Sicuicho se levanta en el olvido con barricadas contra el crimen organizado

Sus habitantes de raíces indígenas se han organizado para defender su territorio, tras el asesinato del presidente de Bienes Comunales

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MORELIA, Michoacán. La versión del gobierno del estado es que la entidad está libre de barricadas, pero el pueblo de raíces indígenas Sicuicho dice lo contrario y se ha organizado para defender su territorio de las bandas delictivas.

El 21 de febrero pasado, martes de carnaval por el inicio de Cuaresma, el presidente de Bienes Comunales, Alfredo Cisneros Madrigal, salió del trabajo e iba rumbo a su casa a bordo de una camioneta cuando en el trayecto, hombres armados lo interceptaron lo mataron a balazos. Los agresores escaparon.

A partir de entonces, hombres discretamente armados se turnan en jornadas de ocho horas para implementar retenes en dos puntos estratégicos, además de otro en plena plaza central.

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Los acompañan policías de la Guardia Civil, quienes permanecen atentos para enfrentar alguna eventualidad. Entre costales rellenos, piedras, palos y fogatas, de las barricadas cuelgan mantas donde se advierte que los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo a vivir en paz, según lo ha declarado la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Para llegar desde Morelia a este punto se tuvo que tomar la carretera federal a Uruapan para luego subir y subir la montaña, pasando por Capácuaro, Sevina, Angahuan, Nurio, Cherán, Paracho, Cocucho, Charapan, Pamatácuaro, Urascato y después de tres horas descubrir un poblado lleno de trojes, con niños que asisten a la primaria Benito Juárez y conviven en un clima de tensión, de miedo.

Otro de los retenes está en la salida a Los Reyes, el municipio que hasta 2022 dio recursos a cuentagotas a Sicuicho, cuyos habitantes votaron de forma unánime para convertirse en autogobierno en una asamblea realizada en noviembre pasado. No hubo oportunidad ni siquiera para la mínima discusión, pues el resultado fue de 696 votos a favor y cero en contra.

La gente comenzaba a decidir cómo iba a funcionar ese gobierno bajo usos y costumbres cuando fue sorprendida por el primer crimen de alto impacto que recuerden.

A tres semanas de los hechos, en Sicuicho con menos de dos mil 500 habitantes hay cartulinas pegadas en todas partes, donde aparecen leyendas que exigen justicia: “Por defender los bosques lo asesinaron”, “Castigo a los responsables de su asesinato”, “Alto a la violencia de grupos paramilitares”.

En la Jefatura de Tenencia nos recibe uno de los voceros del pueblo levantado, quien pide no citar su nombre, pues así se acordó en una reunión previa antes de atender esta entrevista. Tampoco habrá fotos ni videos con su rostro, ya que hay temor a represalias de cualquier tipo, toda vez que, dice, no tienen idea quiénes son los autores del homicidio.

“A partir de ese suceso nos organizamos para resguardarnos. Lo primero fue poner barricadas en el norte y sur de Sicuicho porque así lo decidió la gente”, relata el hombre que forma parte de la Asamblea Comunal.

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Añade que las medidas son extremas: a todos se les cuestiona a qué salen, y por supuesto, nadie desconocido ha de entrar como lo hacían antes. “Espero que nos comprendan que no es por molestar, no es personal y no sabemos hasta cuándo seguiremos igual”, advierte.

El entrevistado añade que los agentes de la Fiscalía General del Estado (FGE) arribaron a la zona 24 horas después de que mataran a Alfredo. Dice que, ante semejante tardanza, fueron increpados por la gente que estaba enfurecida. Así, tuvieron que pasar tres días para que la vigilancia oficial se pudiera establecer, lo que no incluyó elementos de la Guardia Nacional ni del Ejército Mexicano.

Consultado el 24 de febrero, Luis Miguel Cisneros, hijo de Alfredo Cisneros, reveló que el móvil del crimen puede estar relacionado con la determinación de Sicuicho para convertirse en una comunidad autónoma.

Que se revise el asunto a fondo, ahí hay cosas que están pasando, ya les habíamos advertido a las diferentes instancias de gobierno y no hicieron nada”, dijo, y añadió que todo apunta a que el homicidio fue planeado desde tiempo atrás, “tenían muy claro cómo lo iban a hacer; le quitaron la vida en frente de mi casa”.

Las advertencias a las que se refiere fueron detalladas por su compañera María Dolores, quien precisó que ya se había interpuesto una denuncia por la tala inmoderada de bosques y la pretensión del despojo de tierras ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la FGE, respectivamente, el pasado 10 de octubre.

Juan Gabriel Pedraza Ortiz, secretario del Comisariado, la respaldó al decir a los medios de comunicación que el pueblo de Sicuicho está cerrado “por temor de ser asesinados al momento de salir… estamos siendo amedrentados, pero no sabemos por quién; hay drones sobrevolando y no sabemos qué está pasando”.

El secretario comunal también reveló que el ayuntamiento de Los Reyes jamás puso atención en la seguridad de sus comunidades más pequeñas y alejadas, como lo es Sicuicho.

Solicitamos que nos enviaran policías y como respuesta nos dijeron que ya teníamos una patrulla, solo que esa patrulla no sirve. Hay seis personas a cargo de los rondines, pero están sin armas, sin radios, ¡sin nada!”.

El abandono institucional no es algo nuevo para esta gente. Ya en 2013 los pueblos vecinos de Oruscato y Cherato formaron guardias comunitarias que impidieron el arribo del entonces cártel más poderoso del estado: Los Caballeros Templarios.

Los casos de despojo no son desconocidos en la región. Pavel Ulianov Guzmán, vocero del Consejo Supremo Indígena de Michoacán, señala en entrevista que es un tema generalizado en la Meseta, con prestanombres que intentan engañar a ejidatarios persiguiendo un fin específico: cambiar el uso de suelo de los bosques por huertas ilegales de aguacate.

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En el trayecto de Morelia a Sicuicho se certifica el dato. La cuesta arriba para llegar al pueblo está llena de árboles aguacateros en pleno bosque, un fenómeno que afecta a diversas zonas del estado, de lo cual no se escapa el municipio de Los Reyes y sus alrededores.

De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) y la organización Global Forest Watch-WRI-México, la superficie de este fruto en dicho municipio se ha incrementado de forma constante en la última década.

En 2010 eran tres mil 385 las hectáreas sembradas, para 2016 la cifra rebasó las cinco mil 600 y en 2021 ya iba en siete mil 200. Bastaron 11 años para que se diera un aumento del 111 por ciento.

En automático, vino la tala de árboles. En 2010 se registraron 89 hectáreas con pérdida total arbórea, pero en 2018 se vio la mayor crisis con 480 hectáreas devastadas, mientras que en 2021 fueron 170.

Esas cifras de daños a los bosques no se corresponden con la persecución judicial en el estado. La FGE contabiliza apenas 25 denuncias por delitos ambientales en Los Reyes entre 2011 y 2022, menos de tres por cada año en promedio.

Al aguacate se le ha sumado el cultivo de berries, papas e incluso agave tequilero, los cuales requieren de sistema de riegos intensivos para no parar su producción que paradójicamente da empleo a los purépechas en campos que se extienden hasta Zamora y Los Reyes. Del maíz “ya nadie se acuerda, solo es para el autoconsumo”, lamenta el hombre que da la entrevista en Sicuicho.

También afirma que pese a ser de origen indígena, ahora ya casi nadie habla el purépecha, por lo que se intenta reforzar su enseñanza entre los alumnos de primaria.

En el pueblo existen planteles escolares hasta el nivel medio-superior, pero si los jóvenes desean completar una licenciatura o carrera técnica deben migrar a Los Reyes, Uruapan, Zamora o en el caso más aventurado a Morelia.

La iglesia de Sicuicho es una construcción moderna que permanece abierta durante todo el día, con figuras de la Virgen de Guadalupe en su interior. Sin embargo, el sacerdote poco interviene en las decisiones que toma el pueblo. “Él se dedica a oficiar misas y nada más, lo respetamos mucho y no se mete en otros asuntos”, subraya el comunero.

La lucha por encontrar la paz, cuidar los bosques y obtener justicia por el asesinato de Alfredo Cisneros Madrigal continuará y no tiene límite de tiempo.

La comunicación entre los vecinos de Sicuicho es constante e incluso utilizan como medio de enlace a la radio comunitaria La Mexicanita, que transmite por el 104.5 de Frecuencia Modulada y en cuya cabina se lee una frase para todo el auditorio:

“Que no salgan de su boca palabras corrompidas, más bien que todo lo que digan sirva para edificar a otros según sea necesario”.

Francisco Valenzuela | El Sol de Morelia

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