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Toalla, tampón o copa, ¿cuál impacta menos en el medio ambiente?

Durante los últimos años se ha puesto sobre la mesa el uso de diferentes productos de gestión menstrual como los tampones, las toallas sanitarias y las copas menstruales.

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Toalla, tampón o copa, ¿cuál impacta menos en el medio ambiente?

Tanto las toallas sanitarias, como los tampones y las copas menstruales, cuentan con características que diferencian su uso, producción e impacto ambiental de los demás.

En un mundo post pandemia y con una gran cantidad de residuos que gestionar, la preocupación por el impacto de estos productos en el medioambiente es cada vez mayor y muchas personas están dispuestas a actuar en ese sentido.

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Pero, ¿cómo pueden escoger el producto que más les convenga?, ¿funcionan de diferente manera? y sobre todo ¿cuál es más amigable con el planeta?

Durante los últimos años se ha puesto sobre la mesa el uso de diferentes productos de gestión menstrual como los tampones, las toallas sanitarias y las copas menstruales. Esto debido a la ola de factores ambientales, sociales y económicos que rondan en torno a cada uno de ellos.

“Para poner sobre la mesa el uso de este tipo de productos se deben tomar en cuenta muchos factores que no sólo abordan el punto de vista médico o de salud; también se debe tomar en cuenta la preocupación por el medioambiente y el impacto que tienen los residuos de estos productos”, explica a El Sol de México la doctora Jessica González, jefe médico en la Universidad La Salle.

Sin embargo, aún con esta preocupación, sólo una cuarta parte de las personas menstruantes reconoce alternativas reutilizables, así como los materiales con los que son fabricados y el impacto que pueden tener en el medioambiente, según lo señala el Informe de la Primera Encuesta sobre Gestión Menstrual realizado por la Defensoría del Pueblo bonaerense.

Por ello, el factor ambiental ha sido un factor determinante para el uso y la compra de estos productos.

La clásica toalla sanitaria

Hasta hace algunos años, la toalla femenina era la única manera de gestionar la menstruación en cuanto a productos comercializados. Sin embargo, esta opción ha perdido adeptos por el gran impacto ambiental que representa.

“Las toallas sanitarias pueden tardar hasta 500 años en degradarse porque el algodón que contienen está envuelto por varias capas de sintéticos las cuales impiden el acceso a los microorganismos que realizan dicha función”, cuenta a este medio Luz Dehni Acosta, estudiante investigadora de doctorado en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT.

Además de los materiales de los que están compuestas, una de las grandes desventajas ambientales que tienen es que la mayoría son de un sólo uso.

De acuerdo con el Programa para el Medio Ambiente de la ONU, tan sólo en la India el uso de toallas sanitarias genera más de 100 mil toneladas de desechos al año.

“Una persona menstruante tiene su periodo durante un promedio de 40 años, lo que podría representar entre nueve mil 600 y 13 mil 300 toallas sanitarias durante todo ese tiempo, lo que se traduce en 60 kilos de residuos por cada persona menstruante”, explicó Dehni Acosta, quien además es ingeniera ambiental y líder climática.

Otro de los aspectos que quita a las toallas sanitarias de la lista de aliados del medioambiente es la cantidad de recursos que se requieren para su fabricación, tales como el aguapetróleo energía.

“La cantidad de agua que se necesita para elaborar una toalla sanitaria es siete veces mayor que la que se necesita para crear una copa menstrual. Haciendo una comparativa con otros productos, las toallas sanitarias suponen un gran consumo de agua tan sólo antes de su comercialización”, puntualizó Acosta.

La fabricación de un sólo paquete de toallas sanitarias requiere poco más de 30 litros de agua, según señalan datos de la Escuela Herbal El Brote Urbano.

“El proceso de fabricación, así como la producción en masa que se les da, son algunos de los aspectos más relevantes a considerar en cuanto al impacto ambiental que generan”, añadió Luz Dehni.

¿Y los tampones?

Durante la década de los años sesenta, la presencia del plástico alcanzó el mercado de los productos de gestión menstrual, lo que dio pie a la creación de los tampones como una nueva alternativa para las mujeres de la época.

Sin embargo, poco después de su creación su uso se vio opacado por algunos factores que afectaban la salud de quienes lo utilizaban.

“Desde su aparición en el mercado a muchas personas no les pareció la manera y los materiales con los que estaban elaborados. Además de que al poco tiempo de usarlos, algunas mujeres comenzaron a morir a causa de septicemia”, cuenta a este medio la ginecóloga Adriana Hernández.

Además de haber perdido adeptos desde entonces, la cantidad de residuos que generan ha causado ruido entre las personas menstruantes preocupadas por el medio ambiente.

Según datos de la empresa NaturCup, en promedio una persona utiliza 18 tampones por periodo menstrual, lo que supone 234 tampones al año y se traduce en poco más de nueve mil tampones durante todos los años de menstruación.

Otro de los aspectos por los que los tampones resultan en una gran cantidad de residuos es que sólo pueden ser utilizados una vez, según señala la agencia estadounidense de Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA.

Si bien existen los tapones reutilizables, la misma agencia señala que estos pueden conllevar riesgos como infecciones por levaduras, hongos o bacterias.

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¿Las copas son el futuro?

La copa menstrual surgió por la necesidad de crear un producto de gestión menstrual cómodo y amigable con el medio ambiente.

“Si bien es un producto que puede ser utilizado a cualquier edad, su adopción ha sido en gran parte por personas jóvenes que rondan entre los 15 y 30 años, debido a que son quienes tienen una conciencia ambiental mucho más latente”, comentó Adriana Hernández.

Una de las bondades que tiene la copa menstrual es que su ciclo de vida es mucho más largo en comparación con los demás productos, el cual puede llegar hasta los 10 años o más si se le da un buen manejo y limpieza.

“La larga duración de vida de la copa contribuye a la economía circular, porque estas pueden ser reintegradas a los procesos de fabricación de otros productos, lo que de entrada evita toda la gran cantidad de residuos que generarían”, puntualizó Luz Dehni Acosta.

Sin embargo, sus contribuciones ambientales comienzan desde el momento de su producción. Una de ellas es que no utilizan algodón, el cual es considerado uno de los cultivos más contaminantes por la gran cantidad de abonos nitrogenados e insecticidas que se emplean en sus cultivos.

“Además de disminuir la demanda de los cultivos de algodón, el hecho que puedan reutilizarse también supone una disminución de la energía eléctrica, así como la cantidad de agua que se requiere para los procesos de fabricación”, explicó Acosta.

De acuerdo con datos de la empresa Cero Residuo una copa menstrual puede llegar a ahorrar entre dos mil y tres tampones durante todo el periodo menstrual, lo que se traduce en una disminución en la cantidad de residuos que llegan a los basureros.

Sin embargo, no todo es color de rosa para las copas menstruales. El factor que ha perseguido a este producto desde su creación es la alta inversión inicial que supone.

“Si bien resulta un dispositivo muy cómodo que además es responsable con el medio ambiente, en comparación a otros su costo es elevado porque ronda entre los 100 y 500 pesos”, explicó Jessica González.

Además, según señalan las especialistas, la falta de información sobre el uso de este producto ha provocado incomodidad o pequeños dolores en algunos de sus pacientes.

Entonces, ¿cuál utilizar?

Si bien cada producto tiene un impacto ambiental, social y económico de diferente magnitud, todos cumplen su función de gestión menstrual.

“Para hablar de qué producto se debe utilizar primero se debe tocar el tema de la menstruación digna, la cual se basa en que todas las personas tengan acceso a las alternativas de productos para utilizar durante su periodo”, puntualizó Luz Dehni.

De acuerdo con la especialista, el primer paso para lograr una mejor gestión menstrual es dejar de lado la estigmatización del periodo.

“Es de vital importancia que desde pequeños los infantes menstruantes tengan acceso a una menstruación digna para que puedan explorar los diferentes productos que puedan estar a su disposición”, añadió.

Por ello, para ampliar las opciones de estos productos, la industria ha implementado algunas estrategias para adaptarse a la creciente preocupación ambiental por el impacto de estos productos.

“Últimamente han salido toallas biodegradables e incluso algunas que están hechas de bambú o de retazos de otras mismas telas que pueden ser reintegradas a los ciclos de producción”, puntualizó Luz Dehni.

De acuerdo con las especialistas, todos los productos tienen pros y contras dependiendo del contexto y las necesidades de cada persona por lo que no se podría generalizar la preferencia por uno de ellos.

“No se puede decir que uno es mejor que otro, Siempre se debe entender el contexto, el organismo y las necesidades de cada persona, por lo que el mejor producto en términos de salud es el que más se adecúe a tus necesidades y posibilidades personales”, puntualizó Adriana Hernández.

Asimismo, las especialistas hacen la invitación a todas las personas menstruantes a involucrarse e informarse sobre ellos para tener un panorama más amplio sobre todas las opciones que el mercado tiene para ellas.

“Hoy en día ya existen diferentes dispositivos, además de que la visibilización de sus beneficios es mucho más grande que antes. Es importante acudir con un especialista para conocer la manera correcta de emplear cada uno de ellos y conservar una buena salud íntima”, dijo finalmente Jessica González.

José Carlos Román | El Sol de México

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