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El emblemático restaurante de Acapulco Beto Condesa agoniza entre ruinas y el recuerdo de lo que fue

Lleva dos años cerrado por huelga y con evidente falta de mantenimiento

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ACAPULCO, Guerrero. Beto Condesa, el famoso restaurante que gozó de gran fama durante las décadas de los 70 y 80, al ser visitado por las leyendas de Hollywood y de la época dorada del cine mexicano, agoniza entre ruinas y el recuerdo de su gran época, en la franja de la playa del mismo nombre.

El inmueble fundado en 1957 se ubica a un costado de otro restaurante que está a punto de desaparecer “El Paradise”, propiedad de don Chuy Rodríguez, que también cuenta su propia historia.

De acuerdo con el turistólogo José Cedano Galera, el dueño de Beto Condesa fue el empresario gastronómico Humberto Silvano Bello Espinoza, conocido como Don Beto.

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Esto explica el nombre del restaurante Beto Condesa, que fue el pionero en ubicarse en la franja de playa Condesa en 1957, cuando empezaba a detonar como destino de playa el puerto de Acapulco. Es importante señalar que junto con Jesús Rodríguez y Carlos Mendoza fueron los precursores del turismo en la zona Dorada de Acapulco.

Con la construcción de la costera Miguel Alemán, que fue inaugurada por el entonces presidente de México, Miguel Alemán Valdés, la noche del 28 de febrero de 1949, que hizo posible conectar desde las playas de Caleta y Caletilla hasta el Farallón del Obispo, en el actual tramo de la Glorieta de la Diana Cazadora del puerto, también se presentan oportunidades para los empresarios porteños.

Toma la iniciativa Humberto Silvano de construir su negocio, cuidando en todo momento respetar el entorno del lugar y se hace con troncos y palapa, aunque se tuvo que acondicionar toda el área, que era de rocas y tupida vegetación, por lo que hubo necesidad de quebrar las piedras grandes con dinamita y alcanzar la franja de arena, donde rompían las olas.

¿Pero quién era don Beto? Bueno, su hermano Sergio Mendoza dijo que fue hijo de Natividad Espinoza Díaz, una reconocida cocinera que le imprimió su sello personal a la preparación de los platillos de la casa, como el ceviche acapulqueño y el pescado a la talla, en los restaurantes Beto Condesa, Beto Barra Vieja y Paraíso, es de donde toma la sazón y su propio estilo de preparar sus guisados.

Al principio no había tanta concurrencia, pero a medida que degustaron los pescados fritos o camarones al mojo de ajo, sin descuidar la especialidad de la casa: el pescado a la talla, y el nombre del restaurante Beto Condesa, fue ganando popularidad y traspasó fronteras, en esa medida empezaron a llegar los clientes distinguidos.

Entre estos se encuentran: Tom Jones, James Caan, Frank Sinatra, Sammy Davis Jr., Elizabeth Taylor, Sean Connery en sus años de James Bond, Farrah Fawcett, George Hamilton, Richard Burton, por citar algunos, que a la vez no perdían la oportunidad de disfrutar las playas del que fuera alguna vez el distintivo del turismo en México.

Pero también, se cuentan a María Félix, Jorge Negrete y los ex presidentes Adolfo López Mateos y Miguel Alemán Valdés, además del genial Tin-Tán, Verónica Castro, el divo de Juárez, Juan Gabriel, que eran asiduos a este paradisiaco lugar, a pesar que en esos tiempos enfrentaba una fuerte competencia con El Paradise, de don Chuy Rodríguez.

El establecimiento gozó de gran fama durante las décadas de los 70 y 80, lapso en el que sufrió una serie de cambios estructurales, incluso, se amplió y abarcó una área más extensa, para deleite de sus comensales, que sin proponérselo fueron testigos del nacimiento de los hoteles más importantes como el Condesa del Mar, Las Torres Gemelas, por citar algunos.

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Crescencio Muños Adame, uno de los viejos meseros, por su parte, recuerda con nostalgia, que su patrón innovó el concepto, al contratar dos grupos musicales, por lo que la fiesta era continúa e hizo una importante aclaración, que antes de que se construyeran los hoteles y discotecas, primero llegaron los restaurantes y mucho después la vida nocturna.

Pero no todo es para siempre, a mediados de los 90 empezó el declive, al no haber innovación ni inversión, el mobiliario se fue deteriorando, la preparación de los platillos fuertes, dejaron de tener esa sazón que los distinguía, pero el cambio más radical que sufrió fue su desaparición del mercado del entretenimiento juvenil nocturno.

A la postre, don Beto, enfermó y dejó a su sobrino Héctor Rodríguez Escalona, el restaurante, pero nunca pudo recuperar su esplendor, ni la iniciativa de cambiarle el nombre por: Bar Beto Safari y más tarde volver a dar pie al establecimiento Mangos-bar, logró mejoría alguna y su giro lo volvió a cambiar, tan es así que tuvo que volver a sus orígenes y quedó como Beto Condesa.

Para ese entonces, los 26 empleados empezaron a denunciar la falta de pagos de sus quincenas, llamaron al diálogo al nuevo propietario Rodríguez Escalona, pero nunca aceptó alcanzar un acuerdo y estalló la huelga hace dos años.

Actualmente, el secretario general de los trabajadores hoteleros y de gastronomía de la Confederación Mexicana de Trabajadores (CTM), Raúl Ramírez Gallardo, reclama el pago de 9 millones de pesos por concepto de indemnización, pero no hay disposición del patrón.

Mientras que el restaurante Beto Condesa, está convertido en ruinas, el viejo mobiliario está cubierto de polvo y las estructuras de fierro están siendo devoradas por la corrosión y la salinidad, agonizando lentamente, en medio del recuerdo del bullicio de este mítico lugar que ya nunca volverá.

Celso Castro | El Sol de Acapulco

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