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Inteligencia Artificial

Eliminar la música de Spotify no es tan sencillo como se cree

La batalla de Neil Young y Joni Mitchell contra la plataforma de streaming es un lujo que muchos artistas no pueden darse

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Foto: AFP

Hace unos días, cuando Neil Young y Joni Mitchell reclamaron a Spotify que eliminara toda su música de la plataforma, volvieron a poner sobre la mesa el debate sobre las prácticas cuestionables de dicho servicio, aunque en esta ocasión fue por un tema nuevo: la información aparentemente antivacunas que se difundió en algunos episodios del podcast de Joe Rogan.

El gigante del streaming ya había recibido severas críticas de parte del gremio artístico por las insignificantes regalías que paga la plataforma, y posteriormente por las inversiones de 100 millones de euros que la plataforma de Daniel Ek hizo en la empresa alemana de inteligencia artificial de defensa Helsing.

Pero ahora Neil Young, Joni Mitchell, y luego el miembro de Crazy Horse y guitarrista de E Street Band, Nils Lofgren, señalaban a la compañía por este nuevo tema.

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Si bien Young logró retirar casi todo su catálogo -aún quedan disponibles diez canciones del músico en la plataforma- y Mitchell sólo pudo retirar una parte, pues aún quedan cuatro álbumes completos, la mayoría de los artistas no podrían llevar a cabo una protesta como esta, debido a una simple razón: en muchos casos, los titulares de los derechos de las canciones no son ellos, sino sus compañías disqueras.

Como escribió Neil Young en su sitio web el pasado 26 de enero, él mismo tuvo que confiar en la buena voluntad de su sello discográfico para que esto sucediera: “Antes de decirle a mis amigos de Warner Bros sobre mi deseo de dejar la plataforma de Spotify, mis propias fuerzas legales me recordaron que, por contrato, no tenía el control de mi música para hacer eso (…) Quiero agradecer a mi compañía discográfica Warner Brothers-Reprise Records, verdaderamente grandiosa y solidaria, por apoyarme en mi decisión de sacar toda mi música de ahí”.

Por ello, no está de más recordar lo que dijo Prince cuando, en medio de su propia batalla legal con su disquera, le dijo a la revista Rolling Stone en una entrevista: “Si no eres dueño de los másters de tus discos, los másters te poseen a ti”.

En el mismo sentido, David Crosby, el excompañero de Young en la banda Crosby, Stills, Nash & Young, dijo en Twitter que él tampoco podría eliminar su música de estas plataformas, porque no es algo que él controle, aunque le gustaría hacerlo por apoyo a Neil.

Spotify demostró su músculo en este tema al no retirar de su plataforma el podcast señalado por Young y limitarse a agregar algunos avisos de contenido en los episodios de podcasts que hablan sobre el Covid-19.

La semana pasada, el portal especializado Pitchfork puso el dedo en la llaga al cuestionar si la batalla de Young y Mitchell contra Spotify sentaría un precedente para que otros artistas siguieran su ejemplo, como hizo a principios de año el productor electrónico Skee Mask, quien eliminó todos sus álbumes de la plataforma por las inversiones de esta en el sector armamentista.

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Aun así, como destacó Marc Hogan, del portal mencionado, parece persistir la impresión de que los artistas deben estar en Spotify o se arriesgan a ser invisibles en el equivalente moderno de la tienda de discos y la radio en uno: el streaming, un sector que representó el 84 por ciento de los ingresos de la industria discográfica de Estado Unidos en la primera mitad de 2021.

Y es que, aunque la controversia de Young provocó la pérdida de más de $2 mil millones en el valor de mercado de la compañía, esta rápidamente se recuperó con el paso de los días, mostrando así su músculo como actor preponderante.

Por lo anterior no hay que perder de vista que, como dice Hogan, esto es un triste recordatorio de que, según la fría lógica del mercado, el popular Joe Rogan y Spotify parecen ser más fuertes que Neil Young y Joni Mitchell, y que incluso los podcasts comienzan a ser más rentables que la propia música.

Anna Miranda | El Sol de México

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