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“La verdad es que en la escuela no hacía nada y me iba de pinta”: Alberto Baillères González

“Yo no tenía ni idea” hasta donde iba llegar en los negocios, dijo  Alberto Baillères González, al esposo de una de sus hijas. Hoy murió el empresario

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 Alberto Baillères González, ex presidente del Consejo de Administración de Grupo Bal, le pidió a su padre que lo mandará en su juventud a estudiar a Estados Unidos, ya que se iba de pinta y no hacia nada en sus clase de secundaria del Colegio Americano en la Ciudad de México.

Un rasgo que probablemente retrata algo de mi forma de ser es que un día le
dije a mi padre: “Mándame a Culver”, contó el fundador de empresas como Peñoles, Fresnillo plc, El Palacio de Hierro, TANE, Grupo Nacional Provincial, Profuturo, Valmex Casa de Bolsa, Grupo de Agro-negocios BA.

El empresario minero recordó que su padre se sorprendió y le preguntó por qué quería irme, si aquí estaba aprendiendo inglés: “No estoy aprendiendo inglés y se me va a olvidar el español. La verdad es que en la escuela no hago nada y me voy de pinta”, soltó el creador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Hoy el empresario Alberto Baillères González falleció en la Ciudad de México.

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Las palabras del empresario que le entregó un premio hace unos meses a  Alberto Baillères González.

Alberto Baillères en una entrevista que le concedió al ITAM contó que era hijo de Don Raúl Baillères, un empresario de mucho reconocimiento en nuestro país y con un gran cariño por México, y de Doña Celia González de Baillères, una mujer muy bella, bohemia y de gran carácter.

“Mi bisabuelo, francés, emigró a México y fue comerciante y agricultor: se dedicó al campo en los alrededores de Silao, Guanajuato, e inclusive tuvo un rancho que le llamaban el Plan Baillères, porque era un valle productor de muchos cereales y granos”.

“Mi padre nació en Silao y allí pasó su infancia. Luego vino la Revolución mexicana y la familia perdió todas sus tierras. Entonces, mi padre —el menor de su familia de siete hermanos— vino a la Ciudad de México muy joven para empezar su carrera empresarial. Comenzó como cajero de un banco y llegó a ser hasta gerente de Equitable, una compañía subsidiaria de Chase Manhattan Bank.

“En esta compañía, aprendió acerca del manejo de la plata y su comercialización. Posteriormente, consideró que había aprendido suficiente y se independizó para empezar a manejar contratos pequeños de compra y venta de plata y oro. Incluso, llegó a tener una parte del comercio de la plata con el Banco de México, siendo aún muy joven, y este contrato con el Banco Central le proporcionó mucha proyección”, dijo Alberto Baillères González.

“Su negocio creció a tal grado que lo institucionalizó y fundó una financiera especializada: la primera financiera especializada que se autorizó después de la ley de banca de 1931. Así fue su comienzo en el terreno de los bancos, con la financiera Crédito Minero y Mercantil, que en sus inicios se dedicaba, principalmente, a financiar a la minería”.

“Después, fundó una hipotecaria, una afianzadora y otros negocios industriales. Mi madre era de León, Guanajuato; era una mujer muy hermosa, de una gran personalidad y sencillez. Creo que mi ADN salió muy bien balanceado, porque tengo rasgos de mi padre y también cosas de mi madre que me hacen ver la vida con una visión bastante completa. En el ambiente de esa familia, nací yo, el tercero de cuatro hermanos”.

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“Los valores que aprendí en mi casa fueron, por ejemplo, valores éticos, de honestidad y disciplina, así como los valores culturales de México. Mi padre nos inculcó en la familia el amor a México: él era muy mexicano, a pesar de tener orígenes franceses. Pensaba que México tenía un gran potencial de desarrollo y que dependía de los ciudadanos poder llevarlo a un mejor destino”.

“Él realizaba sus actividades empresariales con gran dedicación y amor a México. Yo desde muy chico lo oía platicar de esto. Las costumbres en nuestra casa eran muy mexicanas. Mis padres tenían una casa en Cuernavaca a la que íbamos todos los fines de semana”.

“Estábamos acostumbrados a la comida mexicana, éramos aficionados a las cosas de
México, viajábamos mucho por la República… Como eso fue parte de mi educación, resultó muy natural desarrollar mi amor por México”.

El escritor despide a Alberto Baillères González.

“En sus negocios, mi padre siempre actuaba con un sentido de responsabilidad social. Por ejemplo, decía siempre que hay que pagar los impuestos, pues es lo que permite que el país progrese. Éste es un ejemplo de cómo entendía lo fiscal, de su forma de ser, de cumplir realmente como un contribuyente honesto y que sus negocios contribuyeran para el desarrollo del país, a la vez que creaba empleos”, comentó Alberto Baillères González.

“Así, todas las prácticas de negocios tenían que ser muy transparentes y muy bien hechas. En fin, éste fue el entorno en el que fui creciendo”.

“Respecto a su pregunta de qué decisiones importantes tomé para mi vida profesional, la verdad es que no lo sé”.

Hace algunos años, cuando mi hija acababa de casarse, su marido me preguntó: “Oiga, Don Alberto, ¿usted sabía hasta dónde iba a llegar en el mundo de los negocios?”. Y mi contestación, clara y rápida, fue: “Yo no tenía ni idea”. Él me lo preguntaba buscando orientación sobre cómo tener éxito. Mi contestación lo dejó desconcertado. Alberto Baillères dejó un legado en el mundo empresarial en México.

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