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Los médicos tradicionales de la Ciudad de México persisten con sus métodos ancestrales

Una partera, una doctora que receta hierbas y una masajista con ventosas siguen aplicando sus conocimientos de medicina tradicional para ayudar a la gente

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Foto: Daniel Galeana

Como muchos médicos tradicionales que aún existen en la Ciudad de México, Norma Victoria Cabezas sabe su labor como partera se debe a su entrega, a su deber como “doctora”. Tengo que hacer todo para que este bebé esté aquí. Todo, no nada más cosas médicas, sino todo de mi fuerza, de mi ímpetu, de mi enfoque, de mi voluntad, de mi ser”, relata uno de los muchos nacimientos que ha asistido. Desde niña ella soñaba con partos.

Norma Victoria es parte del grupo de médicos y médicas inscritos en un directorio elaborado por el Gobierno de la Ciudad de México donde están registrados quienes practican la medicina tradicional mexicana.

Ella tiene 30 años y es licenciada en Enfermería y Obstetricia. Narra que desde los cuatro años tiene un sueño recurrente: partos y una anciana que le enseña cómo traer niños a este mundo. El camino, dice, no ha sido fácil pues después de terminar la escuela trabajó en el Sector Salud y en el primer parto que presenció se impresionó mucho y pensó que aquello era muy violento; en ese entonces, en una guardia llegó a atender hasta ocho partos.

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En estos años ha tratado de encontrar a la anciana de sus sueños y no lo ha conseguido, pero ha hecho amistad con parteras que le han transmitido sus conocimientos tradicionales y sabe que tiene que seguir preparándose para atender a sus pacientes ante cualquier eventualidad.

Norma Victoria atiende a mujeres que no tienen complicaciones en el embarazo, pero eso no implica que todos los partos sean fáciles. Recuerda uno en el que la mamá fue la heroína.

Todo indicaba que la mamá y el bebé estaban bien. Todo se desarrolló en la casa de los padres, pero en el momento que nace, cuando comienza a respirar le da un paro respiratorio.

“Es ese momento en el que te dices: tengo que hacer todo para que este bebé esté aquí. Todo, no nada más cosas médicas, sino todo de mi fuerza, de mi ímpetu, de mi enfoque, de mi voluntad, de mi ser, porque las mujeres embarazadas están siendo alimentadas energéticamente por todas las personas que están en el parto, pero específicamente quienes estamos acompañando y guiando su parto.

“Cuando empezó todo esto utilizamos todas nuestras herramientas para que el bebé pueda salir de esta situación y todo se vuelve un caos, no un caos en nosotras, era nuestro equipo, era bebé, mamá y el papá por allá enloqueciendo, pero a mí me llenó tanto de fuerza y me llenan tanto de fuerza las mamás que saben que todo va a estar bien. Esta chica, nunca, nunca perdió los estribos y siempre confió en nuestro trabajo y el bebé salió del paro sin ningún problema, el bebé se estabilizó, lloró.

“(Para lograrlo) hicimos maniobras de ventilación, hicimos una reanimación y también frotamos la placenta, calentamos la placenta, enviamos de la placenta como el último impulso de oxígeno.

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“(Aún tenía el cordón umbilical unido a su mamá), eso lo salvó, su cordón, el que su mamá estuviera muy fuerte, porque nosotras hacemos herramientas y hacemos técnicas, pero al final de cuentas quien alimenta a bebé y decide si el bebé está aquí o no es su mamá y nosotras sabemos nuestros lugar: guiar, apoyar, hacer, estar centradas y movernos para que nada salga mal.

“Lo más grandioso es que esta chica dijo: ‘¡Ya basta!’, calmó a todos (la familia de ella), porque en una adversidad todos se desquician, ‘¡Sálganse todos!, mi partera sabe qué hacer, mi bebé está bien, mi bebé y yo estamos bien’, y todo se calmó (…) y el bebé está muy bien”.

A su vez, Raquel Escobar, de 70 años, concluyó sus estudios de Medicina en la UNAM y en los últimos 30 años ha ejercido no sólo la medicina tradicional mexicana, sino también la china, además de haber estudiado herbolaria y homeopatía.

“Diez años después de haber ejercido la medicina normal empecé a estudiar medicinas alternativas y además la cuestión de la medicina tradicional mexicana. Mi bisabuela era partera en su pueblo, mi abuela también lo ejerció y yo también, de ahí aprendí muchas cosas”, cuenta.

En su consultorio de la calle de Bajío 131, en la colonia Roma, platica que “encontré en la medicina herbolaria y la tradicional la prevención, la prevención real, si uno se somete a una dieta balanceada hay cambios realmente y la medicina normal a veces va a lo drástico, por eso encontré que es mejor prevenir”.

Raquel obtuvo una beca para estudiar por tres años en China la medicina ancestral de ese país. “Estudié acupuntura y encontré que esta cultura con la mexicana se une en algún punto, porque, por ejemplo, el empacho los chinos nombran o ejercen la acupuntura y en la espalda están puntos que gobiernan la digestión, encontré esa similitud”.

A la pregunta de por qué las personas prefieren la medicina occidental o alópata ella responde: “La gente es muy desesperada. Nada más quiere tomar una pastilla y que se le quite el problema, pero no se quiere responsabilizar en mejorar la salud, eso requiere tener un cuidado en la alimentación, en el tipo de comida, es más fácil ir a la esquina y comprar cosas que no son nutritivas, entonces la gente no se quiere involucrar, cree que con una pastilla va a estar bien y ya”.

Y agrega: “Uno tiene éxito con los pacientes que son constantes y hay logros; por ejemplo, el mes pasado, y fue a distancia, vino una familiar de Canadá y yo sin saber que le hicieron un ultrasonido en el que le diagnosticaron que tenía dos piedras. Yo le di una receta herbolaria. Se llevó plantas de aquí y otras las consiguió allá y en mes y medio arrojó dos piedras.

“A nosotros nos ven como el UR, que es el Último Recurso, y luego llegan gentes que están como desahuciadas, les dieron diagnósticos fatales y quieren que uno lo arregle. A lo mejor pueden mejorar. Yo tengo muchas alternativas, medicina her-bolaria, medicina china también y cosas de laboratorio”.

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En la colonia Buenos Aires nos recibe en su casa la señora Josefina, quien realiza limpias usando ventosas. “Me gusta de la medicina tradicional tratar las partes de mi paciente, sus partes emocionales con masajes y ventosas. Aparte de utilizar ventosas también podemos utilizar nuestras manos, porque nuestras manos tienen la energía que necesitamos del universo para curar, cuidar, sanar la parte emocional, que casi en todas las ocasiones están implicadas las enfermedades”.

Rechaza que sus pacientes le dejen malas energías después de una limpia: “Nosotros nada más somos un conducto del universo, yo me siento con más energía. Si una persona viene muy cargada de emociones negativas mi cuerpo se hace más energético, más fuerte y sobre todo se siente como más pesadez, pero la fuerza del universo hace que no nos afecte; o sea, yo me siento muy bien”.

“Hacemos ferias de medicina tradicional en el Zócalo en diferentes partes, como pertenecemos a la Sepi (Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes del Gobierno de la ciudad), ellos nos llevan a trabajar a diferentes lugares de la Ciudad, ahorita ha bajado por esto de la pandemia”.

También explica que le gusta trabajar en un temazcal. “Tiene propiedades depurativas, se dice que es una transfusión sanguínea cuando entra uno a un Temazcal, es entrar al vientre de la madre Tierra para sanar todas nuestras emociones, Entonces en esas partes donde estamos con la madre Tierra sanamos mente, cuerpo y espíritu, es lo máximo que tenían nuestros antepasados para sanar todas las enfermedades”.

Claudia Mendoza | El Sol de México

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