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Farmacognosia son las drogas que van de la naturaleza a la farmacia

Están preparadas de fuentes naturales como plantas, minerales, animales y otros organismos, como una buena alternativa para el tratamiento de diversos padecimientos

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Foto: AFP

Los fármacos desarrollados a base de plantas experimentan un avance sin precedentes en distintas ramas de la química, lo cual ha sido posible gracias a los avances científicos y tecnológicos de nuestra era. Las aportaciones de los medicamentos de origen natural, cuya materia de estudio también se conoce como farmacognosia, son incuantificables y su importancia radica en que son una fuente de principios activos, además de que sirven para aislar compuestos naturales que son útiles para la síntesis de otros medicamentos.

De hecho, algunas plantas han servido de inspiración para crear medicamentos más efectivos por medio de síntesis química, según explica Mario Figueroa, doctor en Química de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Entre los medicamentos fabricados por síntesis química que aún conservan su origen en las plantas destacan algunos antibióticos, corticoides y antitumorales, como la morfina y la aspirina.

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Uno de los principales beneficios de los medicamentos basados en productos naturales es que contienen activos con baja toxicidad y una relación costo-beneficio favorable, lo que les permite ser considerados como medicina de precisión, es decir, más personalizada.

Desde tiempos ancestrales, las plantas se han utilizado con propósitos curativos, diagnósticos y preventivos. Desde los civilizaciones griega y egipcia, hasta los sabios indígenas mexicanos como Juan Badiano y Martín de la Cruz, quienes documentaron la enorme riqueza que tiene México en cuanto a medicina tradicional, hasta nuestros días, los productos naturales siguen siendo una referencia incuestionable, incluso en esta era en la que la medicina basada en plantas comparte espacio con otras dos fuentes de obtención de los fármacos, que son la síntesis química y la biotecnología.

Además del Uso Tradicional (UT) que se le da a los medicamentos hechos a base de plantas, estos deben contar con un Uso Bien Establecido (UBE), el cual se obtiene después de diversos estudios que acreditan sus propiedades sobre seguridad y eficacia.

Por otro lado, tanto su inocuidad como su eficacia quedan probadas mediante evidencia bibliográfica y de expertos con base en un periodo de utilización de 15 años en Europa y 30 años en el resto del mundo.

Todo fármaco requiere ser autorizado para su comercialización. Por ejemplo, en la Unión Europea se busca que los procedimientos para obtener la autorización se unifiquen y armonicen en todos los estados miembros.

El Taxol es una sustancia que en su momento revolucionó el tratamiento contra el cáncer, y cuyo componente original se obtenía de la corteza del árbol Tejo del Pacífico. Sin embargo, remover la corteza de este árbol suponía un daño ambiental, por lo que después de diversos estudios se descubrió que se podía obtener la misma sustancia de un recurso renovable del árbol, que son sus hojas. Así se pudo cumplir con el mismo fin sin dañar a la fuente de origen.

Otro ejemplo es la Flor de Toloache, que además de ser utilizada por algunos como “planta del amor” es ampliamente empleada en la medicina tradicional, ya que contiene atropina y hiosciamina, alcaloides que deben ser usados con mucho cuidado.

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La primera de estas sustancias es útil para aliviar los espasmos abdominales, es astringente, broncodilatador y eficaz para acelerar el ritmo cardíaco. Su ingesta en grandes dosis produce el síndrome atropínico y se trata de un compuesto que es usado por los laboratorios para tratar el mal de Parkinson. Por su parte la hiosciamina, es un antiespasmódico similar al compuesto activo de la Buscapina.

Por otro lado está la capsaicina, un componente que se encuentra en las venas o semillas del chile y que se emplea en parches o cremas con propiedades analgésicas para dolores neuropáticos.

También se descubrió que una molécula proveniente de la saliva del monstruo de Gila tiene propiedades parecidas a la molécula del ser humano que permite que la glucosa se adhiera a la sangre. Después de su modificación, se utilizó como medicamento para la diabetes.

Por su parte, la hiedra contiene propiedades que permiten crear fármacos para la tos. Éstos a diferencia de los demás son obtenidos directamente de la molécula original de la planta.

Los principios activos pueden ser obtenidos de las moléculas naturales de los organismos, pero no siempre sus estructuras originales llegan a ser un fármaco; más bien sus componentes son los que son procesados mediante síntesis química para que el efecto deseado se maximize.

En todos los casos, las dosis utilizadas deben ser recetadas y supervisadas por un especialista, ya que, como añade Figueroa, “se tiene la falsa creencia de que los fármacos de origen natural no te puede hacer daño y eso en ocasiones lleva a la gente a automedicarse sin responsabilidad”.

También es importante destacar que en la mayoría de los casos, la medicina tradicional proporciona dosis subterapéuticas; es decir, funciona como calmante de dolor o controlador de padecimientos como gripe, tos o dolor de estómago, llevando a las personas a pensar que necesitan más dosis, lo que puede resultar en una dependencia.

Sin embargo, para padecimientos más severos la farmacognosia puede disminuir el dolor crónico e incluso erradicar la enfermedad. Es decir, contrario a la medicina tradicional, la farmacognosia obtiene los resultados esperados al tener una previa purificación de los elementos naturales y control sobre las dosis.

Su rentabilidad y reducción en cuanto al uso de compuestos químicos artificiales llevan a los fármacos naturales a tener un organismo más sano a la larga.

En 2015, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina puso de relieve el papel de la Medicina Tradicional China y de los productos naturales descubiertos por la Dra. Youyou Tu.

El premio también fue compartido con los doctores Campbel y Omura por el descubrimiento de la avermectina, un producto natural producido por una cepa de Streptomyces para infecciones parasitarias. Ésta era utilizada para la fiebre, aunque en un principio no sabían que la fiebre era causada por otra enfermedad, que era la malaria.

Dicho compuesto fue modificado para aumentar su actividad y seguridad, y hoy en día es uno de los fármacos más vendidos para el tratamiento de oncocercosis y filariasis linfática.

La medicina ha evolucionado mucho, y lo seguirá haciendo, pero como dice nuestro especialista, hay que dejar de lado la idea de que la ciencia va a reemplazar a la naturaleza o viceversa, porque en todo caso ambas trabajan en conjunto, sólo hay que darles un buen uso y no abusar de ellas.

José Carlos Román /  El Sol de México

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