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La Opinión

La OEA no sabe qué hacer con Nicolás Maduro

Unos 21 países de la OEA acusan a Nicolás Maduro de consolidar una “dictadura”, en momentos en que ya controla la Asamblea Nacional

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Un triunfo en las urnas le dio el poder a Nicolás Maduro para controlar la Asamblea Nacional.

Hay un alto grado de impotencia entre varios países y organismos internacionales, por lo que se vivió electoralmente en Venezuela, ahora el presidente Nicolás Maduro tendrá el control de la Asamblea Nacional (Congreso), que le da manga ancha para negociar con China, Rusia e Irán, entre otras cosas. 

Por supuesto, si a alguien le debe de preocupar la nueva jugarreta del chavista, es a lo que queda del gobierno estadounidense de Donald Trump y al entrante de Joe Biden. El primero lanzó una serie de bravatas contra Nicolás Maduro –un especialista en congelar a sus enemigos y buscar otras puertas para evadir los bloqueos– que no funcionaron.

El miércoles 9 de diciembre de 2020, unos 21 países de la Organización de Estados Americanos (OEA), financiado en buena medida por Estados Unidos y con sede en Washington, rechazaron el resultado de las elecciones parlamentarias de Venezuela y acusan a Nicolás Maduro de intentar consolidar una “dictadura”.

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La resolución es contundente, pero a Nicolás Maduro le viene guango lo que diga la OEA. Venezuela abandonó formalmente, el pasado 27 de abril de 2020, a la OEA en un acontecimiento histórico, porque ningún Estado hasta ese momento se había retirado.

 La justificación fue que la OEA llevó a cabo “acciones injerencista, arbitrarias, ilícitas, desviadas, groseras, contra la soberanía de la patria”, argumentó la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, quien en 2017 era canciller de Venezuela, al interponer la denuncia a la Carta del organismo el 27 de abril de ese mismo año.

Dos países del Grupo Puebla votaron en contra de la iniciativa de la OEA: México y Bolivia. Mientras que cinco naciones se abstuvieron, entre ellas Argentina, que sigue guardando silencio sobre su reconocimiento a los comicios.

En la primera reunión del Grupo Puebla, celebrado entre el 12 y el 14 de julio de 2019 en Puebla, con 30 líderes de 12 países coincidieron en unir fuerzas y propuestas para consolidar el nuevo eje, con el objetivo de “producir consensos regionales y articular políticamente al progresismo”.

Además, aliados tradicionales de Maduro, como Nicaragua y Antigua y Barbuda, decidieron ausentarse de la votación de la OEA a modo de protesta por considerar que la reunión del Consejo Permanente fue convocada “indebidamente”, ya que la Venezuela de Nicolás Maduro se retiró oficialmente del organismo.

Actualmente, la silla de Venezuela lo ocupa Gustavo Tarre, nombrado por el líder opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por medio centenar de naciones y que fue uno de los promotores de la resolución, junto a otros nueve países (Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, EU, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay).

En concreto, el texto aprobado por la OEA resuelve “rechazar las elecciones fraudulentas celebradas en Venezuela el 6 de diciembre de 2020 y no reconocer sus resultados por no haber sido libres ni justas de conformidad con las condiciones establecidas en el derecho internacional”.

Por cierto que el chavismo haciendo oídos sordos a las declaraciones de la OEA, de la Unión Europea y de otros organismos anunció que logró el 91% de los votos, en una jornada que registró un poco más de 30% de participación, pero esto último es lo de menos, el chavismo ganó y nadie le quita lo bailado.

La OEA ya había sentado la base legal para no reconocer los comicios con otra resolución aprobada en octubre y en la que establecía que solo se aceptarían los resultados si se liberan a “los presos políticos”, se contaba con observación electoral internacional y participaban “todos los actores políticos”.

De manera llamativa, el texto incluye la palabra “dictadura” para referirse al gobierno de Maduro, un término que hasta ahora los países del organismo se habían resistido a incluir en los textos oficiales que aprueban, aunque algunos como Brasil y Colombia sí lo han usado repetidamente.

El desinflado y autonombrado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, hace lo que puede para invalidar esos comicios, pero aunque Europa lo apoya y en especial Reino Unido, en donde está guardado el oro venezolano, el respaldo no tiene mucho eco, menos en tiempos de pandemia, la verdad es un asunto de segundo nivel para casi todos los países que ahora organizan sus confinamientos y campaña de vacunación contra el coronavirus.

Lo que es realmente importante, es que después del 5 de enero, que comienza el nuevo Congreso en Venezuela, las cosas pueden cambiar para Maduro, nada va impedir que avale nuevas negociaciones con la otra potencia, China, que por su parte busca consolidar nuevos mercados en América Latina donde ya le lleva una buena ventaja a Estados Unidos.

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También, es primordial poner la mira en las posibles nuevas arbitrariedades del régimen chavista, pues la afrenta de Guaidó y los suyos no se puede quedar así, y es previsible que inicie una cacería en su contra para apagar las cenizas opositoras y de paso mandar un mensaje a todos aquellos que busquen oponerse a la consolidación del chavismo revolucionario. 

Lo que no se ve, es cómo va revertir Nicolás Maduro la extrema pobreza que vive la mayoría de los venezolanos, cómo va a volver a echar andar la industria petrolera, cómo va a recomponer el tejido social. Es posible y probable que el gobierno no quiera hacer nada de eso ¿de qué le serviría? a un régimen que no tiene rumbo, que sólo busca sentirse poderosos o usted ¿Qué cree?

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