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La Opinión

Una vacuna de Covid-19 que aún no existe, pero es muy política

Sputnik V, la vacuna del gobierno de Rusia, contra el Covid-19, ya da frutos geopolíticos, porque es una de las principales opciones para América Latina

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Donald Trump no tiene su vacuna contra el Covid-19.

Desde que comenzó la primera ola de contagio del coronavirus (Covid-19) por Asia y Europa ya se pronosticaba una segunda embestida, lo que probablemente no se consideró que está nueva fase viene con más fuerza y el mundo permanece otra vez como al principio, casi a ciegas y sin una vacuna.

Claro que en esta ocasión Asia y Europa en cuanto detectan un brote recurren a los confinamientos, que es lo que mejor funcionó en la primera andanada, pero la verdad es que no hay aún un antídoto para frenar este avasallador virus, que según nuevos estudios te puede volver a contagiar y hoy se duda de la inmunidad.

Se habla de 176 proyectos experimentales que buscan una vacuna contra el Covid-19, de esos 11 están en fase tres –que es previo a que comience su masificación–, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Aunque esos anuncios más bien parecen paliativos para los hombres en el poder.

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La vacuna contra el Covid-19 ya está en el centro del debate, que si la Sputnik V es la primera en el mundo como presume el presidente ruso, Vladimir Putin- Pero hoy Moscú vive un repunte de contagios alarmante y el antídoto no ha comenzado a surtir su efecto sanitario.

El efecto geopolítico de la vacuna contra el Covid-19 ya está dando frutos al presidente ruso, debido a que Sputnik V  se ha convertido en una de las principales opciones para América Latina, que ya se encuentra en el umbral de los 20 millones de contagios, encabezados por Brasil.

El presidente de brasileño, Jair Bolsonaro, tuvo que sentir la fuerza del Covid-19 para que ocultara su postura de no creer en las cuarentenas. Si las cosas no mejoran seguramente el llamado de Donald Trump sudamericano tiene los días contados en el palacio presidencial de Planalto. 

Eso nos lleva al mandatario estadounidense, Donald Trump, si alguien ha hecho el ridículo es él. Hace 15 días la Casa Blanca anunció que se contagió de Covid-19 y sólo cuatro días después fue dado de alta, tras ser sometido a un cóctel de anticuerpos y medicamentos, la verdad esos anuncios fueron ofensivos para quien sí ha estado enfermo o ha muerto por falta de una vacuna contra el Covid-19.

Hoy el presidente de Estados Unidos se encuentra contra la pared, porque su campaña de reelección no logra remontar a su rival demócrata Joe Biden. 

Donald Trump dice que es inmune, que fue una bendición haberse contagiado, que es casi un ser humano perfecto, un discurso que no lo hemos escuchado en ninguna otra parte del mundo.

Ni el mismo presidente de Venezuela Nicolás Maduro, quien habló con el pajarito de Hugo Chávez, tuvo ocurrencias como las del mandatario estadounidense, quien todos los días sale con una nueva puntada. Por ejemplo, en su mitin de Florida se puso a bailar.

The New York Times dio a conocer que el día que salió del hospital militar, donde fue atendido por el Covid-19, pidió una camiseta de Superman para mostrarla en el balcón de la Casa Blanca donde realizó su retorno triunfal, como si fuera un dictador.

Lo peor está por venir. Donald Trump ya le pidió a los estadounidenses que no le tengan miedo al Covid-19, que él está comprometido con cuatro vacunas –que por cierto ya no necesita, pues se autoproclamó inmune–. El caso es que varios ensayos han presentado problemas entre sus voluntarios y la elección ya es el 3 de noviembre de 2020.

La vacuna y las farmacéuticas no están abonando a la campaña de Trump y a no ser que suceda un milagro el tan electoralmente ansiado antídoto no llegará antes de las elecciones. Esa misma pandemia y no otra cosa, es la que tiene agonizando al magnate que primero desdeñó al virus y luego se sacudió la responsabilidad culpando a China y a la Organización Mundial de la Salud.

Otro que le espera una tormenta perfecta es al Trump británico, Boris Johnson, Reino Unido está convertido en el país más afectado en la segunda ola de contagios, por si fuera poco, la vacuna experimental de AstraZeneca y la Universidad de Oxford ha sufrido dos descalabros y eso la pone en duda y en el mejor de los caso la demorará más.

Johnson ya fue fustigado por asesores científicos y la oposición, al conocerse que ignoró hace cuatro semanas el consejo de imponer un breve confinamiento para frenar los contagios de coronavirus en el Reino Unido, porque su programa de detección y rastreo de casos era cada vez menos efectivo.

No dude usted que si este año hay una vacuna británica, todos los problemas que hay entre la Unión Europea y Reino Unidos por los acuerdos del Brexit pasarán a un segundo plano.

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Alemania y Francia presionan a Gran Bretaña para que haga concesiones en tres áreas clave de las negociaciones comerciales del Brexit –derechos pesqueros, gobernanza empresarial y competencia justa– o en caso contrario enfrentar el 1 de enero una separación sin acuerdo puede dañar más la economía inglesa, vapuleada por la pandemia.

No puede faltar el líder a perpetuidad de China, Xi Jinping, aunque su gobierno ha controlado el contagio con millones de test, no se puede olvidar su responsabilidad en la falta de información sobre el desarrollo del contagio en Wuhan, prefirió ocultarlo y luego cuando el virus se propagó por todo el mundo mejor se escondió él.

Si alguna de las tres vacunas chinas que se encuentran en fase tres logra consolidarse, no dude que todo el mundo va olvidar donde surgió el brote, el antídoto catapultará a Xi como uno de los mejores líderes. Pero mientras eso no suceda prefiere el bajo perfil y sólo ha utilizado su presión diplomática para apagar el fuego geopolítico en Occidente.

Ya veremos qué sucede cuando la vacuna sea una realidad, por lo pronto muchos países ya están implementando otra vez los confinamientos, pero ahora más estrictos, algo que ya no le parece a las sociedades y es comprensible porque el daño económico, psicológico y familiar ha sido muy alto o ¿usted qué cree?.

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