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Sonora

“Aquí tengo mi arco y mi paca, no necesito más”: Alejandra Valencia

Sin los centros de entrenamiento abiertos, la arquera hermosillense Alejandra Valencia ejercita su tiro en el terreno campestre de su familia

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Alejandra Valencia es una celebridad en el mundo deportivo.

HERMOSILLO, Sonora. Amanece y es la hora de apuntar y disparar. Alejandra se pone su ‘bucket hat’ en la cabeza y sale al patio de la casa donde ha pasado los cuatro meses que lleva en confinamiento. En el terreno de su familia ubicado en el Real del Alamito, un área campestre aislada y a las afueras de Hermosillo, tiene los 70 metros que necesita para practicar su tiro.

Alejandra Valencia es una celebridad en el mundo deportivo. La arquera hermosillense de 25 años, lejos de los más importantes centros de entrenamiento mexicanos donde se preparaba para ir a los juegos olímpicos de Tokio, Japón, ahora practica entre la naturaleza sonorense. De su retorno forzado a casa, la salvan las videollamadas con sus amigas y compañeras de equipo. También las distracciones que encuentra en el espacio que ahora habita.

De frente, observa la paca que tiene como objetivo. Sobre su cabeza, tiene el sombrero y una sombrilla playera. A los costados, un camino de terracería y los mezquites. Solo le acompañan el leve trino de algún pájaro, los grillos, las nubes de polvo que ocasionalmente levanta el viento y el silbido de las flechas disparadas desde el arco.

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“Lo bueno de estar aquí, es que tal vez por eso no he sentido tanto la cuarentena, porque hay espacio y está el monte”, dijo Alejandra a través de una videollamada, “puedo salir al monte a caminar, a cruzarme con una vaca, con una liebre o algo. Puedo estar con mis perros. Entonces, no he sentido tanto ese estrés de estar encerrada en la ciudad”.

Volar de la Ciudad de México a Sonora sin saber si sus planes se lograrían o no, la mantuvo acostada sobre la cama. La incertidumbre la dejó sin ánimos ni motivaciones para nada. Se dedicó a descansar los días que su entrenador le indicó: solo diez. Y a empezar de nuevo.

“Mi entrenador se reunió con la federación para saber si la selección se quedaría como estaba y sí, cada quien va a seguir entrenando como lo hemos estado haciendo y yo me voy a quedar con el boleto que ya me había ganado. El lugar que ya tenía mi nombre, se va a quedar a mi nombre”, afirmó la deportista.

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Desde su cuarto en la casa donde ahora vive con su mamá, papá y hermana, Alejandra narra cómo es que su vida marcada por la exigencia y la concentración, se convirtió en una más relajada, entre ver Netflix, lavar platos y, eso sí, entrenar lo suficiente -de lunes a sábado- para no perder lo avanzado. Por eso fue una suerte tener la paca que alguna vez dejó guardada en el terreno. A la par, en este tiempo se dedicó a trabajar en su salud mental como algo importante para mantener su disciplina.

“También he estado en contacto con mi psicóloga, hemos estado trabajando, porque eso no hay que dejarlo”, explicó la medallista y también estudiante universitaria de diseño gráfico, “en sí, el trabajo mental es algo que no se debe dejar nunca, seas deportista o no. En la concentración, duermes, comes, entrenas y ya. Pero aquí, salen cosas como limpiar la casa, lavar los platos. Hay muchas cosas además de entrenar, entonces te cambia la rutina. Y es lo que trabajo con ella: volver al camino que ya tenía, mantenerme en eso y no irme por vereditas. Aquí tengo mi arco y mi paca, no necesito más”.

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