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La Opinión

Nayib Bukele sacude a El Salvador

Hoy el mundo vuelve a voltear hacia El Salvador por la llegada de Nayib Bukele, quien sin duda alguna marcará un nuevo rumbo

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Nayib Bukele sacude a El Salvador
La forma de gobernar de Nayib Bukele rompió esquemas en Centroamérica

La llegada al poder de Nayib Bukele, en 2019, sacudió todas las estructuras de El Salvador, un país con altos índices de violencia en América Latina propiciada por el poder de las pandillas o maras, lo que ha derivado en un fuerte rezago económico y social, pero el nuevo gobierno tomó el toro por los cuernos y no tiene contemplaciones.

A sus 38 años, es uno de los mandatarios más jóvenes en el mundo y por consecuencia su forma de gobernar ha roto con todos los esquemas, puede estar bien o no, pero eso sólo lo dirán los resultados que obtenga su gestión. Por lo pronto, ante la llegada de la pandemia del coronavirus, no sólo comenzó temprano con los confinamientos, también tomó medidas extremas hacia el exterior para contener al Covid-19.

El mandatario de El Salvador reconoció y envío un saludo a Andrés Manuel López Obrador en junio de 2019, tras aportar 30 millones de dólares para impulsar el campo en El Salvador y con ello frenar los flujos migratorios hacia México. Pero ocho meses después, al inicio de la propagación de la pandemia en Latinoamérica lanzó una crítica mordaz contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

En aquel capítulo Bukele prohibió la entrada a un vuelo proveniente de la Ciudad de México, debido a que aseguró que el avión llevaba a bordo “12 casos confirmados de Covid-19”. Aunque nunca ofreció prueba alguna, pero de alguna manera, eso rompió con el incipiente romance político.

Lee: El Salvador suma tres días consecutivos sin homicidios: Nayib Bukele

Marcando su propio estilo, en septiembre del año pasado, sin los otros presidentes del Triángulo Norte (Guatemala y Honduras), Bukele negoció con Estados Unidos para convertirse en un Tercer País Seguro y rastrear en su territorio a las personas que solicitan asilo, como parte de una estrategia de Donald Trump para frenar la llegada de migrantes irregulares.

Esta medida ayudó a contener el fenómeno de las caravanas migrantes que iniciaron en Honduras en busca del sueño americano, pero que también fomentaban la delincuencia con maras infiltrados para tratar de ingresar a Estados Unidos, tráfico de personas y fuertes problemas sanitarios en las estaciones migratorias, pero sobre todo, la medida ayudó a contener los embates de Trump con amenazas de castigos económicos.

Al final, todos los países del Triángulo Norte y México aceptaron las condiciones del arbitrario Donald Trump para ser Tercer País Seguro, incluso con diferentes nombres.

En el caso particular de El Salvador el gobierno pasó por alto que en alguna ocasión el mandatario estadounidense se ha referido a ellos como un “país de mierda” y que por ningún motivo aceptaría a sus migrantes, pero en el país centroamericano corren nuevo vientos, encabezados por un Bukele que eclipsa y seduce a todos para bien o para mal.

El político inició su carrera con el histórico y oficialista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), saltando desde un olvidado municipio hasta la alcaldía de la capital del país, San Salvador, donde muy pronto ganó protagonismo por sus obras sociales, culturales y por donar su salario para becas.

En octubre de 2017 fue expulsado del FMLN, supuestamente por causar división, violar los estatutos del partido y por haber agredido a una síndica con una manzana durante una sesión de concejo, una acusación que él niega, pero parece que sólo fueron excusas, la verdad es que no pudieron frenar la nueva ola política que representa Bukele.

El empresario de ascendencia palestina no pudo inscribirse con su propio partido, Nuevas Ideas, por lo que llega de la mano del derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Se convirtió en el presidente más joven en la historia reciente de El Salvador.

Bukele adelantó en su campaña que uno de sus propósitos era bajar los niveles de violencia propiciada por las pandillas (con una tasa de homicidios de 50.3 por cada 100 mil habitantes, en 2018), que por décadas han carcomido al país centroamericano, y en cuanto tomó las riendas de El Salvador puso manos a la obra.

Delineó tres estrategias para hacer frente a ese flagelo dentro de su llamado Plan Cuscatlán: Primero atacar las finanzas de las pandillas, buscando a quienes les proporcionan los recursos económicos, Bukele aseguró que se trata de los tradicionales partidos políticos y que se contaba con videos ofreciendo a las maras hasta 10 millones de dólares.

Después recuperar los centros de grandes ciudades. La idea es controlar los territorios “donde más flujo de dinero se les generan a las pandillas”, que en opinión del presidente son los centros históricos de ciudades de gran tamaño donde estarían la mayoría de negocios relacionados con la extorsión.

Y cortar la comunicación en las cárceles, el presidente afirmó que el 80 por ciento de las órdenes de homicidios y extorsiones salen de las propias cárceles, por lo que “descabezar” la comunicación en estos centros es una de las prioridades de su plan de seguridad, pero eso no gustó las ONG internacionales pro derechos humanos.

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La postura de las ONG a veces es difícil de entender. Las autoridades deben de respetar los derechos humanos al pie de la letra de los infractores y ellos cuando delinquen no reparan en nada, si es necesario asesinan a sus víctimas. Esto a propósito de las fotos que el gobierno de Bukele publicó donde están juntos los pandilleros de las maras MS13 y la Barrio 18 en los patios de una cárcel.  

La medida, en realidad buscaba aislar a los miembros de pandillas presos y por eso selló sus celdas para evitar que se comunicaran con otros reclusos y cortar así órdenes de asesinatos hacia el exterior, se habla de que existen unos 70 mil pandilleros en El Salvador. Pero sólo 16 mil presos, entre ellos varias cabezas.

Bukele no tardó en reprochar a las organizaciones internacionales que criticaron su política de endurecer las medidas de encierro en las cárceles que albergan pandilleros.

Todo parece indicar que el mandatario no piensa recular, por supuesto que esta política tiene una alta carga de riesgo para la persona del. Ya está echado para adelante.

Los niveles de violencia en El Salvador tomaron los reflectores del mundo hace más de 10 años con el asesinato, en septiembre de 2009, del periodista franco-español Christian Poveda a manos de Mara 18, después de publicar su documental “La vida loca”, que narra la vida entre las pandillas. Hoy el mundo vuelve a voltear hacia ese país, por la llegada de Bukele, quien sin duda alguna marcará un nuevo rumbo.

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