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Querétaro

25 Años del caso Blanca Erika, un crimen ritual que marcó a Querétaro

La única mujer del grupo, la señalaron de la autoría intelectual del crimen.

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La única mujer del grupo, la señalaron de la autoría intelectual del crimen.

El 8 de enero del año 2000, Querétaro despertó con una noticia aterradora: personal de limpieza municipal encontró restos humanos en bolsas de basura abandonadas en el Centro Histórico. 

La víctima, Blanca Erika Zamora Puga, de 14 años, quien había sido asesinada y desmembrada el 7 de enero por personas de su círculo cercano, en un caso que reveló prácticas ritualistas y que dejó una huella imborrable en la sociedad queretana.

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El hallazgo inicial ocurrió en la esquina de las calles Venustiano Carranza y Manuel Altamirano, donde trabajadores municipales abrieron una bolsa que contenía partes humanas. 

Al revisar el vehículo recolector, encontraron otras dos bolsas con más restos de la misma víctima. La comunidad quedó conmocionada por la brutalidad del crimen, que sembró temor y marcó un parteaguas en la percepción de la seguridad en la ciudad.

Las indagatorias llevaron a la identificación de Blanca Erika como la víctima y a ubicar a los principales sospechosos: un grupo de jóvenes que eran parte de su círculo social. 

Se descubrió que la noche previa había asistido a una reunión con amigos, quienes posteriormente serían acusados de estar involucrados en su muerte. Durante el encuentro, según las confesiones, los involucrados llevaron a cabo un acto violento con connotaciones ritualistas que terminó en homicidio.

El caso no solo sorprendió por la violencia del crimen, sino también por las implicaciones culturales que generó. Los jóvenes implicados pertenecían a una subcultura urbana conocida como los “darketos”,relacionada con la música y la estética oscura.

Las autoridades lograron la captura de los responsables en menos de dos semanas. Entre los detenidos estaban Teotli Denith García, Enrique García Martínez, Francisco Olvera Escobedo y Ramsés Emmanuel González García. 

Los primeros tres fueron condenados a penas de hasta 50 años de prisión, aunque estas sentencias se redujeron posteriormente. Ramsés, menor de edad al momento del crimen, cumplió una pena de cinco años en un centro de internamiento.

Mientras, sus coacusados que permanecen en el penal de San José El Alto se dedican a distintas actividades al interior. Por ejemplo, Enrique “El Henry” García se distingue como jugador de ajedrez y ha estado como encargado de la biblioteca; Francisco “El Crazy” Olvera, lo hizo como jugador de voleibol, quien muestra buena conducta, pero no se ha considerado su salida antes de lo dictaminado, 47 años y siete meses.

Por lo que respecta a Teotli Denith García, de quien se dice que muestra considerables avances que en un momento dado pudieran ayudar para su liberación, debido al tipo de participación que se le acreditó en el crimen es que no se ha autorizado una evaluación de su sentencia.

De acuerdo con registros de la época, Francisco “El Crazy” Olvera Escobedo, era originario de Lomas de Casa Blanca; Enrique “El Henry” García Martínez, fue identificado como uno de los más influyentes en el grupo, y se le señaló con problemas de alcoholismo y propietario de la vivienda en donde se realizó el crimen, en Lomas del Cimatario, que era el punto de reunión y fiestas; Ramsés Emmanuel González García, de quien se dijo era de familia ‘acomodada’; a Teotli Denith García, la única mujer del grupo, la señalaron de la autoría intelectual del crimen.

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A raíz del crimen, este grupo social fue estigmatizado, lo que dio lugar a prejuicios hacia personas ajenas al suceso pero que compartían gustos similares.

A 25 años del incidente, el caso sigue siendo recordado como uno de los más impactantes en la historia de Querétaro. La memoria de Blanca Erika permanece como un recordatorio de la necesidad de abordar las problemáticas juveniles desde perspectivas que prioricen la comprensión y la prevención de la violencia.

David Álvarez|Diario de Querétaro

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