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Vivir con estoicismo: Ser coherentes con el orden natural y nuestra naturaleza humana 

Una persona es estoica cuando tiene la capacidad o la suficiente fuerza de voluntad como para controlar sus emociones o sentimientos.

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Vivir con estoicismo: Ser coherentes con el orden natural y nuestra naturaleza humana 

Los diccionarios definen el estoicismo como “fortaleza o dominio sobre la propia sensibilidad” y a quien lo cultiva como alguien “fuerte, ecuánime ante la desgracia” o que “sufre dolor o problemas sin quejarse o sin mostrar lo que siente”.

A nivel coloquial suele entenderse que una persona es estoica cuando tiene la capacidad o la suficiente fuerza de voluntad como para controlar sus emociones o sentimientos o que es indiferente al placer, la alegría, así como la pena o el dolor.

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Sin embargo, para Nacho Bañeras, especialista en estoicismo y una de las personas del mundo iberoamericano que más ha reflexionado sobre la prevalencia de esta doctrina filosófica en las sociedades actuales, el pensamiento y la actitud estoicos van mucho más allá, y en algunos casos difieren, de lo que reflejan estas definiciones populares.

Nacho es licenciado en Derecho y Filosofía, doctor en Filosofía, profesor de yoga y meditación y formador en acompañamiento filosófico. Además, es fundador y codirector de la Escuela ‘Cura sui- Cura mundi’ de autoconocimiento, pensamiento crítico y acompañamiento terapéutico.

“Para los estoicos, como para gran parte de la filosofía antigua, las personas debemos desplegar el potencial que lleva implícito el hecho de que seamos humanos. Y el ser humano se caracteriza de una forma particular por su dimensión racional”, explica.

“En la medida que la persona despliega esta dimensión está siendo coherente con su naturaleza, todo lo contrario a la opción de no escucharla, que le lleva a la vía de vivir de manera contraria o de espaldas a su propia naturaleza”, dice.

Coherencia con el orden natural

“El principal lema del estoicismo es ser coherente con la naturaleza”, añade Bañeras, quien explica que “ser coherente tiene que ver con no entrar en contradicción con nuestra propia naturaleza humana y actuar en consecuencia con esta”.

Asegura que “también debemos entender el vivir en coherencia como el vivir en correspondencia”. En este contexto, “la correspondencia se refiere a la relación que mantienen la naturaleza y el ser humano”.

Añade que “como en cualquier relación, las dos partes son importantes. Si la naturaleza nos predispone a un horizonte, el de desplegar una vida virtuosa, los seres humanos debemos corresponderle, escogiendo la vía virtuosa. Esa es nuestra responsabilidad”.

“Existe en el cosmos un orden, que marca unas coordenadas y principios que deben ser escuchados, aprendidos y seguidos. En la medida que el humano los siga podrá ser coherente con este orden y manifestar su propia plenitud, es decir, desplegarse a través de la llamada y la naturaleza que mora en su interior”.

Bañeras aclara que “el estoicismo no consiste en un dominio de la sensibilidad. En lugar de eso, busca vivir en serenidad a través de la sensibilidad. Para hacerlo posible despliega todo un conjunto de ejercicios o prácticas sobrias y austeras”.

Desde el ámbito de la filosofía estoica, Bañeras “propone mirar hacia dentro, desde la calma, la reflexión y la meditación, para encontrar algunas de las respuestas a nuestras vidas”.

Algunos referentes estoicos

Esta filosofía ha estado siempre presente en la historia del pensamiento occidental, a través de autores clásicos y propiamente estoicos como Séneca o el emperador Marco Aurelio y pensadores fuertemente influenciados por el estoicismo como Michel de MontaigneMontesquieu o Quevedo.

Sócrates, un filósofo griego antiguo considerado como uno de los más influyentes de la Historia, es “un referente y modelo de la vida estoica por muchos motivos”, aunque propiamente no forme parte de la escuela estoica, según Bañeras.

“Por ejemplo, fue capaz de desplegar una vida virtuosa pese a ir a la contra de lo políticamente correcto, y por otra parte vivió cercano a su propia máxima de ‘sólo sé que no sé nada’, ocupándose de lo que realmente estaba a su disposición”, destaca.

En ese sentido, describe tres ejemplos de situaciones de la vida actual a las que se pueden aplicar las tres disciplinas que nos ofrece el estoicismo para encarnar una vida filosófica y estoica:

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La vía estoica del deseo

“Pasamos mucho tiempo pensando la vida, rumiándola. Le damos muchas vueltas a la cabeza pensando sobre situaciones futuras o qué pensarán los demás, pero muchas de las cosas que intentamos pensarlas, para controlarlas, están fuera de nuestro control y disposición”, dice Bañeras.

La disciplina de la acción

“Vivimos en una sociedad cada vez más individualista y muchas de nuestras acciones las construimos desde esa premisa, de la misma manera que, muy a menudo, nos percibimos como islas aisladas, en soledad. Nos percibimos solos, pero los estoicos partían de la bella idea de que estamos hermanados entre nosotros y eso nos debería impulsar a actuar en base a la solidaridad.

El camino del juicio

“Muchas veces nos presentamos como personas libres. Actuamos y decidimos a través de lo que pensamos, que a su vez, está fundamentado en el conjunto de ideas y creencias que tenemos del mundo y de nosotros, pero ¿de dónde viene aquello que pensamos?”

“De un conjunto de creencias que hemos ido recibiendo de nuestro entorno y ese camino nos abre a la disciplina del juicio, que nos permite trabajar sobre el contenido de lo que creemos y la forma en la que lo hacemos”, puntualiza.

Pablo Gutman | El Sol de México

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