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La Opinión

El mundo vive una maraña de problemas

El mundo mira atento el primer año de la guerra que comenzó Rusia en Ucrania

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Sin duda, el mundo está en ebullición, varias acciones bélicas atizadas por Ucrania, Rusia, China y Estados Unidos tiene al mundo en un punto quiebre, que se maximiza con un posible nuevo éxodo de Turquía y Siria debido a un destructivo terremoto que ha dejado más de 35 mil muertos, unas secuelas del Covid-19 y efectos ambientales que siguen golpeando duramente. 

En unos días, 24 de febrero, se cumplirá el primer año de la guerra que comenzó Rusia en Ucrania, con el pretexto de liberar a las zonas prorrusas de un gobierno “pronazi encabezado por el Volodímir Zelenski, pero esa decisión unilateral tomada por Vladimir Putin puso al mundo de manera indirecta en una nueva guerra mundial, por su puesto, esto está acompañado de graves atrocidades.

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Prácticamente todos los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están en una lucha bélica encarnizada contra Rusia, en una guerra que tiene como como zona de combate a Ucrania, los daños materiales ya son incalculables, aunque con fuertes inversiones puede recuperarse la infraestructura colapsada, pero el daño a la sociedad ese va a estar más difícil resarcir. 

Tan sólo más de 10 millones de personas están desplazadas, muchas de ellas en el centro de Europa, pero muchas en la misma Ucrania esperando que las cosas se tranquilicen para volver a sus tierras, a sus orígenes, a su identidad a lo que es suyo y nadie les puede cuestionar, pero la situación a veces parece imposible, porque Rusia está empeñada en no perder igual que su rival. 

Unos 10 mil civiles han muerto en esa guerra, que comenzó un hombre que tiene aires de grandeza, de sentirse un zar, que piensa en recuperar las viejas glorias de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pero él mismo no acepta que el mundo vive en otra era, siglo XXI, en un planeta que está globalizado, que aprendió de arbitrariedades pasadas de Moscú, como cuando les arrebató Crimea a los ucranianos. 

Putin reformó hace no mucho la Constitución rusa para poder gobernar sin trabas hasta 2036, pero ahora quizá no sea tan seguro que pueda sostenerse porque muchos jóvenes rusos no coinciden con sus aires expansionistas, por el contrario, piensan que sus ideas están desfasadas. 

Hay un fenómeno muy recurrente en los países potencia, siempre tienen que estar buscando un rival para demostrar su poderío, al gobierno ruso le pareció que era fácil aplastar a Ucrania con sus fuerzas en un chasquido de dedos, esa medida de paso desviaría la inconformidad que existe hacia el interior de ese país por las bondades y favoritismos a los oligarcas, contra una población, que en general que se vuelve cada día más pobre. 

El fenómeno se repite en Estados Unidos, sin guerra contra un rival externo la lucha es entre los propios estadounidense, por una parte, los conservadores de Donald Trump y por otra los liberales de Joe Biden, en medio siempre están los migrantes en los que cae toda la ira de sus frustraciones, por eso es necesario que EU busque rivales en el exterior –léase China, por ejemplo– con el afán de tener siempre un enemigo a quién mostrarle el poderío y al gigante asiático le sucede los mismo. 

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Precisamente aquí cabe destacar la guerra de los globos que se ha desatado, con una serie de acusaciones de espionaje entre Washington y Beijing, ambos se acusan de abusos y violaciones a sus estándares de seguridad, pero día tras días las provocaciones suben de tono con advertencias más airadas de respuestas que podrían desatar un conflicto de dimensiones internacionales. 

Hasta el momento, Estados Unidos ha hecho público el derribo de tres objetos voladores no identificados, los cuales tienen forma de globo y parecen de manufactura china, que según los servicios secretos no son los primeros en el tiempo de Trump sucedió algo similar, pero sin tanto foco mediático.  

Ahora China dice que también ha habido globos espías estadounidenses en sus aires, por ejemplo, en 2022, a su favor señalan que los supuestos globos chinos eran de uso civil y meteorológico, y que derribarlos fue una afrenta que responderán en su momento, por supuesto que la Casa Blanca rechazó estas nuevas acusaciones, que tensan aún más la crisis bilateral. 

Y mientras tanto, un sismo de consecuencias dantescas azotó Turquía y Siria, en el primer país se registró el epicentro y también fue el primero en recibir la ayuda de Occidente desde alimentos y productos básicos hasta de rescatistas que ayudar a salvar con vida a muchos supervivientes. 

Pero no sucedió lo mismo con Siria, que mantiene una guerra civil que lleva 12 años, ahí la ayuda llegó a cuentagotas, primero se apoyó a la gente que vive donde ejerce control el gobierno de Bashar al-Assad, con ayuda principalmente de Rusia su único aliado en el exterior y una semana después los apoyos comenzaron a fluir a las zonas rebeldes por gestiones de la ONU. 

Hay cálculos de que unos cuatro millones de sirios no han recibido ayuda de ningún tipo, y la gente está muriendo sin la menor oportunidad es la parte más lacerante que produce un conflicto bélico, a todo esto, hay que sumar los remanentes que todavía deja la pandemia del Covid-19.

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Esa pandemia se vino a sumar a otras 53 crisis sanitarias que enfrenta el mundo, sobre todo, en las zonas más marginales a las que también les golpea más directamente los efectos del cambio climático, por ejemplo, las zonas rurales en Chile que enfrentan una ola de incendios forestales sin precedente, que ya cobran casi 30 muertos y miles de hectáreas destruidas. 

Las posibilidades de solucionar todas las crisis mencionadas pasan por procesos espinosos, de quienes van a ganar y quienes van a perder, por eso nadie quiere ceder nada, es necesario que los tomadores de decisiones asuman nuevas posturas y compromisos, de lo contrario nos están arrastrando a un torbellino que hoy, al menos, parece imparable y muy destructivo. O usted ¿qué cree?

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