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El artista oaxaqueño Amador Montes asegura que lo pintor no quita lo político

Al final la política es una conciliación, así que siempre es necesario estar con tus cuadros, dijo Armando Montes.

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El artista oaxaqueño Amador Montes asegura que lo pintor no quita lo político

Amador Montes, más conocido como “Amador”, es un pintor mexicano que lleva casi tres décadas dedicado al arte plástico, y cuyas piezas han sido expuestas en decenas de museos y galerías de México, así como de InglaterraEspañaEstados Unidos -donde unos de sus cuadros forma parte del acervo neoyorquino de la ONU-, además de Corea, Suecia y los Emiratos Árabes, entre otros países.

Como buen oaxaqueño, a nadie le pareció extraño que se quisiera dedicar a la pintura, pues como él mismo dice en entrevista con El Sol de México, “de Oaxaca salen principalmente pintores o políticos”.

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Y él se decantó por la primera opción, aunque sólo el tiempo y la experiencia le enseñarían que algunas dotes de la segunda tampoco le vendrían mal, sobre todo si quería dar a conocer su trabajo en tantos lugares como fuera posible.

“Claro. Al final la política es una conciliación, así que siempre es necesario estar con tus cuadros, porque la verdad es que nunca nadie defenderá tan bien tu pintura como lo harás tú mismo, así que hay que estar ahí para cuidarlos”, cuenta desde su propio taller en Oaxaca, al que llama “La Pajarera”.

Y es que, en los tiempos que corren, además del talento se requiere aprender otras dotes para que el arte llegue a donde tiene que llegar.

“Yo siempre le digo a los jóvenes que posiblemente tengan ganas y talento, pero que hay algo que no nos enseñan en la escuela, y son las relaciones públicas, porque tienes que ir a la cena de alguien, viajar y entrar a reuniones donde quizá dices: Yo qué hago aquí, si ni siquiera tengo la ropa adecuada o no sé comportarme de cierta forma, si lo que quiero es estar en mi taller escuchando música y pintando, ¿no?” 

“Pero sí, hoy es muy importante que los artistas sepan que hay que viajar y ser como embajador de tu cuadro para defenderlo… Son cosas para las que quizá no estamos preparados…”.

“Es algo con lo que luché siempre, es más, hasta decía: ¡Ojalá hubiera exposiciones sin mí! Pero bueno, también me ha tocado decir: Qué bueno que estuve en esa reunión para poder defender mi cuadro o para poder decir que no lo colgarán en tal parte… No puedes estar solamente en tu taller trabajando”.

Y esa sería quizá la parte más razonada del trabajo de este artista, quien admite que, en lo que se refiere a sus cuadros, prefiere hacer a un lado la razón para enfatizar mucho más la emoción e incluso el accidente, que en cierta medida definen al carácter de sus obras, a las que define como “honestas, primitivas y nostálgicas”.

En sus cuadros hay temas y motivos recurrentes. Por un lado está la naturaleza, que se hace presente sobre todo a través de los pájaros, y en menor medida de otros elementos, como las flores.

“Hace unos 20 años me invitaron a hacer una exposición en Corea, y ahí me empecé a involucrar con muchos artistas coreanos y me di cuenta de que ellos pintaban muchos pájaros, lo cual me recordó a los miles de pájaros que yo siempre veía en Oaxaca, así que con el tiempo ya se quedaron también conmigo, y ahora regularmente me sucede que un pájaro es un muy buen pretexto para empezar a dibujar una pieza”.

Otro elemento que tiene gran importancia, tanto que probablemente no falte en ninguno de sus cuadros, es el de las letras, que forman parte de su obra desde que estudió la carrera de diseño gráfico.

“Cuando era chavo también trabajé en un taller de rótulos, y fue por eso que comencé a hacer una mezcla entre tipografía, grafismo y dibujo… Así quedó algo que para mí era muy lindo y que parecían como carteles o como portadas de discos muy grandes, así que me fue gustando y hoy la verdad es que ese es mi lenguaje”.

Su arte en 392 páginas

En 2019 Amador publicó un libro titulado Parte de mí se queda hoy aquí, en el que recopila sus primeros 20 años en la pintura, en una edición sumamente cuidada, que se completa con testimonios de gente como Elena Poniatowska, Avelina Lesper, Pablo Milanés, Luis Rius Caso, Luis Carlos Emerich, Rafael Pérez y Pérez, Germaine Gómez Haro, Miguel Angel Muñoz y Rebeca Pareja sobre la obra del oaxaqueño.

Este 2023 verá la luz una segunda edición de dicho título, con una nueva portada y con el objetivo de, como dice él, funcionar como un embajador de su obra.

El tercer elemento (y el más importante)

Amador dice que pinta todos los días, porque para él es un ejercicio plástico que no puede dejar de practicar. Y otro de los temas sobresalientes de su obra es el recuerdo de su madre, Carmen, con quien dice conectarse siempre que está frente a un lienzo.

“Mi mamá era una mujer muy alcahueta, una cocinera tradicional que hacía chocolate para vender y que con eso nos mantenía. Ella sacaba su chocolate y yo me sentaba enfrente de ella a dibujar, era algo que hacíamos todas las tardes…”.

“Todos mis hermanos son ingenieros o arquitectos, así que mis papás esperaban que yo fuera licenciado o algo así, pero cuando le dije a mi mamá que yo quería convertirme en pintor, me dijo: “Yo te ayudo, te voy a apoyar para que seas un buen pintor”.

Sin embargo, cuenta Amador que cuando por fin pudo realizar su primera exposición, ella ya no estaba ahí para verlo.

“Se me hizo muy injusta la vida, porque esa tarde estaban ahí todos: Mi papá, mis hermanos, mis amigos… Todo mundo, menos la que más me apoyó y la única confidente que tuve desde que era niño, y esa fue la razón por la que comencé a escribir Carmen” en todos mis cuadros, a manera de tipografía para sanar”.

“Al principio lo hacía con coraje, con rabia, pero bueno, ahora ya está más tranquila la cosa, pero para mí hacer esto es como decirle que sí me convertí en pintor, que vivo de esto y que me gusta”.

Más allá de esa experiencia que lo marcó, Amador también encuentra inspiración en el cine, la música y todo lo que le ayude a cambiar su estado de ánimo.

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La importancia del altruismo

Quizá porque recuerda a aquel niño que amaba dibujar, aunque no contaba con tantos recursos, ahora Amador también canaliza su arte y sus recursos hacia su propia fundación, también llamada Carmen, que se dedica a apoyar a los niños.

“Apoyamos sobre todo a niños de bajos recursos. Yo pago en especie y triangulamos… Oaxaca es el estado más pobre de la República, así que hay mucho por hacer y así hemos regalado juguetescolchonesbicicletas, instrumentos musicales y hasta operaciones, así que mi trabajo también tiene esa función, y creo que de esa manera el arte tiene sentido más allá de la propia belleza”.

Ya que mencionas a los niños, últimamente me ha llamado la atención que muchos niños oaxaqueños salen a las calles a vender sus propios dibujos sobre la banqueta, ¿hace mucho que eso sucede en Oaxaca?

No, fíjate que es medio reciente. Yo creo que los mismos niños ven tantas galerías y tanto arte por todas partes, que dicen: Pues yo también, así que lo ofrecen y es algo muy lindo. Todos sabemos que Oaxaca está lleno de arte y pues ahí vamos todos, desde el más grande, que fue Francisco Toledo hasta todos los que vamos ahí, en el camino… Es lindo el movimiento artístico que hay aquí en Oaxaca.

En lo que se refiere a otros proyectos, Amador presentó recientemente una exposición llamada “Animalística” en las rejas del Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, a donde regresará este mes de febrero para exponer dos piezas en Zona Maco, además de continuar viajando por otras ciudades del mundo para, como él dice, ser el mejor embajador de sus cuadros.

“He tenido una gran ventaja en la vida, la de poder conectar con mucha gente a partir de mi trabajo, porque hay niños y jóvenes en Corea o en los Emiratos Árabes, con los que no tenemos nada en común, que se identifican con mis cuadros…

O gente de un nivel económico muy alto, y ahí es cuando digo: ¿Cómo pueden entender mi trabajo, si viene de mi niñez, de una niñez sin solvencia… Aunque sí con otras libertades, y entonces resulta que conectamos perfecto”, concluye.

Alejandro Castro @djconchaytoro | El Sol de México

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