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La Opinión

El hambre avanza a pasos agigantados

El cambio climático, los incendios, las sequías, las guerras, las enfermedades abonan para que el hambre esté presente en todas partes del mundo

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El mundo está inmerso en una creciente hambruna, en una alta pobreza, en varias guerras y múltiples enfermedades encabezadas por la pandemia del Covid-19, esta tendencia parece que todos los días toma tintes más alarmantes, por ejemplo, las llamadas “colas del hambre” en España han tomado tintes dantescos.

En circunstancias extremas, las personas desesperadas pueden recurrir a comer barro, frutas de cactus, flores, ratas, huesos desechados o pieles de animales para mantenerse con vida.

El hambre severa, la mala alimentación y la desnutrición son un desafío cotidiano en muchas partes del mundo y su escala es verdaderamente gigantesca, la hambruna también comenzó su marcha ya no está solo en el tercer mundo está migrando al primero.

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El cambio climático, los incendios, las sequías, las guerras, las enfermedades abonan para que el hambre esté presente en todas partes del mundo y lo peor es que no hay, en el corto plazo, como frenarla. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU afirma que “hasta 828 millones de personas se acuestan con hambre cada noche” y “345 millones enfrentan inseguridad alimentaria aguda”.

A los migrantes y desplazados que huyen de sus países por cuestiones políticas, de oportunidades de empleo, por asuntos ambientales o por no tener techo; hoy se suman los refugiados a causa de la guerra de Ucrania son uno de los nuevos grupos sociales en estas circunstancias porque se hallan en una situación de vulnerabilidad.

Al terminarse los recursos con los que han vivido desde febrero los ucranianos y porque las familias que los acogían ya no pueden mantenerlos en muchos casos, no les ha quedado más remedio que migrar para no morir por falta de comida.

En América Latina y el Caribe había unas 60 millones de personas con desnutrición en 2020, último dato disponible de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esa cifra es 30% superior a la registrada solo un año antes.

La incertidumbre en los mercados alimentarios está golpeando a los agricultores de todo el mundo, tanto de países ricos como de pobres, lo que se traduce en más dificultades para producir alimentos debido a los altos costos de producción y un mayor impacto del hambre. 

En el Día Mundial de la Alimentación, que se conmemoró, el pasado 16 de octubre, bajo el lema “No dejar a nadie atrás”, los organismos internacionales llaman la atención sobre la actual crisis alimentaria “sin precedentes” que puede arrastrar a un número récord de personas a sufrir grave inseguridad alimentaria. Pero hay un punto a destacar muy importante: los países donantes, como Estados Unidos, también están en medio de esta crisis que golpea a todo el mundo.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), que atendió a más de cien millones de personas en el primer semestre del año, ha advertido de que el número de personas hambrientas ha crecido un 22 % en lo que va de año, hasta los 345 millones. 

En 2021 había unos 828 millones de personas que sufrían desnutrición y 2,300 millones que no se podían permitir una dieta saludable.  Existen puntos críticos como el Cuerno de África, donde la situación no ha hecho más que empeorar por la sequía y los conflictos.

La responsable de Apoyo, Política y Asociaciones de la Organización Mundial de Agricultores (OMA), Luisa Volpe, señala que muchos agricultores están saliendo del mercado en los países en desarrollo porque no pueden producir en las condiciones actuales, lo que está causando más desabastecimiento, pobreza y hambre. 

La inflación que afecta a las materias primas, persistirá mientras no bajen los precios de la energía, a no ser que haya una recesión que lleve a la reducción de los precios de los alimentos, si bien eso significa menos ingresos para las familias y más inseguridad alimentaria.

El Banco Mundial estima que los precios seguirán altos hasta finales de 2024, mientras que los mercados de fertilizantes continúan volátiles, especialmente en Europa, donde la falta de gas natural y su encarecimiento han llevado al parón de fábricas productoras de estos insumos.  

El asunto es que la espiral al alza de precios impulsada por la guerra en Ucrania lleva a la pobreza a cuatro millones de niños más en Europa Oriental y Asia Central. Esto supone un incremento del 19% respecto a 2021. Ahora, con motivo del Día Mundial de la Alimentación alertan de que el precio de los alimentos supera el de la inflación. Una situación que se complica todavía más en lugares como República Dominicana del Congo o Haití. 

Con el hambre avanzando a pasos agigantados, el mundo está comenzando a vivir su tormenta perfecta, pero lo peor es que no se avizora una salida en el corto o mediano plazo, por el contrario parece que nos encaminamos a un precipicio sin retorno y eso puede desatar una nueva ola de violencia y rapiña difícil de frenar. O usted ¿qué cree?  

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