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Los choferes del transporte público de Mazatlán conducen cansados y enfermos

Las jornadas de un conductor de estas unidades son largas, con presiones y estrés que no se compensan con el salario

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MAZATLÁN, Sinaloa. En este puerto existe un déficit de choferes, cuyas jornadas de trabajo se vuelven más extensas, además de que en muchos casos conducen cansados y enfermos.

La vida de chofer de transporte público en Mazatlán comienza con el chequeo de llantas, revisar niveles de aceite y de agua en el motor, encender el aire acondicionado, y a las 05:00 de la mañana, cuando aún no se asoman ni los primeros rayos del sol, comenzar la rodada en la ruta que ese día le sea asignada.

Su rutina no tiene tregua. Cada mañana el despertador suena a las 04:00, a esa hora Leonardo Díaz Romero, un chofer de 34 años de edad, se prepara para salir y media hora más tarde se dirige rumbo a la unidad de transporte urbano donde pasa la mayor parte del día como operador.

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La tercera semana de agosto le tocó cubrir la ruta Alarcón- Sábalo, que va desde Pradera Dorada 5 hasta el hotel Pueblo Bonito, son más de 20 kilómetros de trayecto que se multiplican por seis, que es el número de vueltas que tiene que hacer a diario.

Leonardo cuenta que se dedica a este oficio desde hace cuatros años, cuando se quedó sin empleo. No le agradaba la idea de ser chofer, pues ya había escuchado de las largas jornadas de trabajo, pero la necesidad de un ingreso lo hizo aceptar. Dice que en promedio pasa 17 horas frente al volante recorriendo la ciudad, llevando y trayendo pasajeros. Cuando hay tiempo desayuna o come entre corridas, pero la mayoría de las veces no es así, llega al apeadero y va de regreso otra vez a recorrer la ruta.

En horas pico tarda hasta 85 minutos en llegar de un punto a otro; la característica es el pesado tránsito vehicular que se vuelve rutina, esto detona el estrés por el exceso de carga de trabajo que acumula cansancio.

Dice que su trabajo es brindar un buen servicio, pero confiesa que la gente empatiza poco con ellos; pasa muy poco tiempo en casa con su familia; se pierden de momentos y fechas conmemorativas y eso queda opacado por la rutina donde el pasajero ni lo imagina.

Su jornada termina a las 10:00 de la noche, a veces a las 11:00. Es la hora de regresar a casa cuando su familia ya está dormida; se baña, cena, atiende los pendientes del día y se acuesta a dormir. “Descansa” de cuatro a cinco horas antes de que la alarma del reloj empiece a sonar otra vez.

La vida de un chofer de transporte urbano no solo es rutinaria, sino también sedentaria, lo que los hace más propensos a múltiples malestares y enfermedades.

“Aquí hay enfermedades de los riñones, la espalda, la columna. Hay mucho sobrepeso, por lo mismo que no tienes tiempo para comer y lo que comes es pura harina, algo rápido, no se hace bien la digestión; diabéticos e hipertensos, aunque también depende de los hábitos de cada uno”, dice un chofer que responde al sobrenombre de “El Tajín”.

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“Es un trabajo que si quieres lo agarras y si no quieres no, nadie te obliga. Sí ganas bien, sin estudio es una paga muy buena, hay personas que están estudiados y no ganan lo que uno, pero las consecuencias son altas”, asegura.

Este trabajo requiere de destrezas del conductor, pensamiento, atención, cortesía, consideración y sentido de responsabilidad, y precisamente uno de los sentimientos de tensión a los que están sometidos es el estrés.

“Los que tienen muchos años ya están enfadados. Los compañeros se estresan por el tráfico y llega el momento que sí te perjudica, por el estrés no funcionas bien”, explica.

Además de las enfermedades, los choferes no están exentos de ser víctimas de un delito, el más común, los asaltos. Durante 2020, año de la pandemia, se registraron tres hechos delictivos de este tipo, mientras que en el 2021 aumentó a siete.

Hay consenso entre los usuarios del transporte público sobre la figura del chofer del transporte urbano, es un glosario de adjetivos muy estigmatizado.

“Que te señalen siempre va a existir, cualquier cosita no les parece (a los usuarios), no siempre es el chofer, aunque hay de todo, pero por uno la llevamos todos”, comenta.

En Mazatlán existe un déficit de choferes, las jornadas de trabajo se vuelven más extensas pues el servicio se tiene que dar sí o sí, esto hace que pocos sean los interesados en trabajar en este oficio.

Desde hace dos años la crisis en el transporte urbano por falta de choferes se recrudeció, un ejemplo es la Alianza de Camiones, cuyo presidente, Faustino Mejía Chávez, explica que la llegada de la pandemia y el confinamiento social convirtió al servicio incosteable por la falta de pasajeros, lo que orilló a muchos operadores a emigrar a otros trabajos.

“Cuando se vino la pandemia emigraron varios operadores, de los cuales muchos no han regresado, yo creo que no ha regresado ni el 20%”, precisó.

Fueron alrededor de 200 choferes los que dejaron el oficio, algunos regresaron de manera paulatina cuando vino la reapertura económica del puerto. Sin embargo, una gran parte de ellos se desplazó a las plataformas digitales como choferes de transporte privado.

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En la actualidad existen 600 operadores activos y hay un déficit de por lo menos 100 más que ayudarían a eficientar el servicio para que sea más continúo y evitar las largas pausas.

De una cifra de 505 unidades trabajan alrededor de 450, por la crisis económica resultado de la emergencia sanitaria que dejó sin mantenimiento adecuado a las unidades por falta de liquidez.

“Hay mucha gente esperando descansar para que no se pare el servicio. Hemos tenido, los patrones, que mandar escalonadamente a descansar los vehículos para que el servicio no se quebrante, pero sería muchísimo mejor si tuviéramos quién los cubra para que esos tres días de descanso del operador, el otro trabaje”, añadió.

Los choferes padecen de enfermedades de los riñones, la espalda, la columna. Hay mucho sobrepeso; diabetes e hipertensión.

Carla González | El Sol de Mazatlán

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