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La Opinión

Una nueva Constitución en Chile está herida de muerte antes de nacer

La nueva Constitución romperá con la estabilidad económica que ha marcado el prestigio de Chile, quien era un ejemplo por sus finanzas sanas

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Mundo fracturado

El próximo domingo, Chile vivirá un día histórico con un plebiscito para votar una nueva Constitución, con la gran posibilidad de borrar definitivamente la huella represora del dictador Augusto Pinochet, lo singular es que la nueva propuesta no goza de la simpatía de las mayorías, pese a que establece mayores derechos en el rubro social.

El alza al precio del boleto del Metro en 2018, fue el detonante que impulsó un movimiento social para modificar la Constitución, pero en el país sudamericano no todos ven con buenos ojos el cambio constitucional, mejor dicho, hay una mayoría de hasta 56% que está en contra.

Analistas explican la ventaja del “rechazo” por múltiples factores, entre ellos la fase de desaceleración de la economía y un ambiente político muy crispado, y una exitosa campaña de quienes se oponen a la nueva Carta Magna.

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Muchos piensan que la nueva Constitución romperá con la estabilidad económica que ha marcado el prestigio de ese país, al que se le señalaba como la Suiza latinoamericana por sus macro finanzas sanas, aunque en el plano de derechos sociales la historia ha sido diferente, es por eso que hace cuatro años la sociedad reventó.

La nueva Constitución también busca modificar el actual Estado reducido, que prioriza la inversión privada, por un Estado de bienestar, con una batería más amplia de derechos fundamentales.

Entre las propuestas más polémicas están la “plurinacionalidad”, o reconocimiento de diferentes naciones indígenas y pueblos originarios; la instauración de un Consejo de la Justicia en vez del Poder Judicial, con una justicia especial indígena; y el derecho al aborto, ni más ni menos.

Un punto importante a destacar es que la Convención Constituyente, elegida por votación popular, otorga escaños a los mapuches, quienes en algún momento han sido considerados grupos terroristas, es parte del rechazo junto con la paridad de género.

No hay que perder de vista, que en menos de dos décadas, Chile pasó de ser uno de los países más conservadores de la región, con el divorcio y cualquier tipo de aborto prohibidos, a escribir una de las constituciones más feministas del mundo, un texto que pivota sobre la igualdad de género y que se plebiscitará el domingo.

Si bien muchos países han incluido algunas cláusulas de género en sus leyes fundamentales, ninguno ha abordado el tema de manera tan integral como Chile, en cuya propuesta al menos 36 de los 388 artículos hablan de feminismo, según un recuento de ONU Mujeres.

Pero, de acuerdo con el profesor del departamento de informática de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Marcelo Mendoza, que ha estudiado por años la propagación de desinformación, el rechazo a la nueva Constitución se debe en buena medida a una ola de mentiras que corren a gran velocidad en las redes sociales.

Las afirmaciones falsas sobre la nueva constitución viajan tres veces más rápido en Twitter que las noticias de los medios acreditados, sostiene Mendoza, al comentar que tienen la mayor parte de su impacto dentro de las 24 horas, un período que las empresas de redes sociales luchan por superar.

El propio plebiscito y el estatal Servicio Electoral (Servel) también han sido objeto de desinformación. El jefe del organismo, Andrés Tagle, señaló que este es el quinto proceso electoral en el que han sido cuestionados, y agregó que los ataques se han caracterizado por una intensidad creciente y un efecto acumulativo en la confianza pública.

En ese sentido, Meta, matriz de Twitter y Facebook, señalan que ha estado trabajando activamente con el gobierno chileno de Gabriel Boric, y los verificadores de hechos para ayudar a detener la propagación de información errónea.

Lo cierto es que los chilenos están muy polarizados ante lo que sucederá el próximo domingo, según analistas la balanza se inclinará por el número de personas que salgan a votar, por el momento parece que el “no” lleva la delantera, aunque nada está escrito todavía.

Chile tiene la gran oportunidad de colocarse a la vanguardia de los derechos sociales más igualitarios en todos los rubros, pero el fantasma de la ortodoxia neoliberal, heredada por Pinochet, se niega a morir y no dude que harán todo lo posible, hasta el último momento, por defender la Constitución de 1980.

Esa Carta Magna, de hace más de 40 años, que coloca a la educación, a la salud, a las pensiones y a la vivienda como bienes de consumo regulados por el mercado, lejos del alcance de la mayoría de la población, si las cosas en Chile se quedan como están será un gran salto para atrás. O usted ¿qué cree?

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