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El Galeón de Manila es la leyenda del por qué se suspendió la relación comercial con Acapulco

México declaró su independencia de España y rompió lazos comerciales con el país asiático, y con ello su monopolio del comercio por mar

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Foto: José Cedano

ACAPULCO, Guerrero. Por 250 años se mantuvo el comercio de telas finas como la seda y lingotes de plata, que transportaba el Galeón de Manila, de Acapulco a Filipinas, hasta 1810, cuando México declaró su independencia de España y rompió sus lazos comerciales con el país asiático.

El comercio que tenía el Galeón de Manila con México data desde 1565, con el primer viaje de esta flota que partió desde Cebú el 1 de junio, llegando a Acapulco el 8 de octubre de ese mismo año, según documentos y crónicas de aquella época.

Para el desarrollador turístico José Cedano Galera, en el devenir de los años se han tejido muchas leyendas en torno a las causas que se dejó de utilizar está travesía marítima, que se tardaba de cuatro a cinco meses en cubrir el trayecto entre Manila y la bahía de Acapulco.

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Entre las causas que se atribuyen a que se suspendió la relación comercial, se dice de manera errónea en algunos relatos, que fue por el asedio que sufrían los barcos por parte de los navíos tripulados por piratas de Holanda y de Inglaterra, que operaban en las rutas más importantes de España con los países con los que tenía relación diplomática.

Sin embargo, reportes de oficiales españoles, dieron cuenta que, de la flota del Galeón de Manila, que lo integraban 192 barcos en total, sólo cuatro fueron capturados por piratas ingleses. Haciéndose hincapié, que ninguno cayó en poder de los piratas holandeses.

Por cierto, se documentó que el primer barco interceptado por los piratas ingleses fue El Santa Ana, en 1587, cerca de las costas de California, por dos naves del pirata inglés Cavendish y el único que fue hundido fue el galeón Nuestra Señora de la Encarnación, pilotado por el capitán franco-español Jean Presberty, el 22 de diciembre de 1709, por el capitán inglés Wood Rogers y su barco, el Duke.

Por otra parte, se destaca que la principal captura inglesa sobre un galeón de Manila se produjo en el año 1743 cuando el almirante Anson capitaneó una expedición con el objetivo de atacar la ciudad de Manila, compuesta por seis naves, doscientos treinta y seis cañones y unos mil quinientos hombres.

Sedano Galera, dijo que existen crónicas, de que el 16 de junio de ese año uno de esos barcos ingleses, el Centurión, interceptó al galeón español Covadonga que había partido desde Acapulco el quince de abril. Los ingleses lograron un botín valorado en 1.513.843 pesos de plata y 35.862 onzas en barra de plata. El galeón apresado fue llevado a Macao y vendido a un comerciante por seis mil pesos.

Los piratas de Inglaterra capturaron el último de los Galeones de Manila, el navío Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Buen Fin, alias El Poderoso, en 1762, cuando realizaba el trayecto desde Manila hacia Acapulco, se cuenta que tuvo que volver a las Filipinas debido a la rotura de parte del barco debido a un tifón.

Sin embargo, a su regreso fue atacado por el navío Panther, y la fragata Argo. El Santísima Trinidad se rindió y fue conducido a la ciudad inglesa de Portsmouth donde su venta procuró una verdadera fortuna a sus captores. Además de estos cuatro barcos capturados, otros veintiséis fueron hundidos.

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Es preciso señalar, que, desde el año 1785 el Galeón de Manila tenía el monopolio para ser el único barco que podía viajar de Filipinas a México, pero se anula y se crea ese año la Compañía Real de Filipinas, que animaba al comercio directo entre Filipinas y España de pequeños comerciantes.

Estos navíos transportaban misioneros, oficiales reales, mercaderes y soldados y estaba cargado principalmente de plata mexicana. Esto provocaba que se pudiera comprar las mercancías asiáticas con plata a unos precios muy accesibles. También se transportaban caballos y vacas, y muchos tipos de plantas: maíz, cacao, tabaco, caña de azúcar, cacahuete, tomate, calabaza, papaya, pimiento, entre otros artículos.

Pero todo llegó a su fin, en 1810, cuando México declara unilateralmente su independencia de España. Ese año, el galeón no pudo desembarcar en el puerto de Acapulco, teniendo que hacerlo en el puerto de San Blas, donde la mercancía se vendió muy poco a poco y a menor precio del habitual.

A pesar de ello, las autoridades españolas intentaron mantener el comercio con México, por lo que decidieron al año siguiente enviar de nuevo otro galeón desde Manila hacia Acapulco, el cual quedó atrapado por cuatro largos años, hasta que le permitieron volver a Manila en el año 1815. Ahí se acabó la historia de este barco, que durante doscientos cincuenta años conectó las posesiones del imperio español en Asia con nuestro país.

Celso Castro | El Sol de Acapulco

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