De El Libro Vaquero a Netflix, el arte de la historieta de Jorge Aviña

Es uno de los ilustradores más importantes de la historieta mexicana, cuyo estilo ha sido plasmado en publicaciones icónicas a lo largo de más de medio siglo. Jorge Aviña comenzó su carrera como historietista en la década de los 70 y unos años después comenzó a colaborar en publicaciones como Lágrimas y Risas, El Libro Vaquero, El Libro Policiaco, El Solitario, Aventuras Vaqueras y Memín Pinguín.

A lo largo de 22 años fue el portadista estrella de famosas series, entre las que también se encontraban publicaciones como Fuego, Denuncia! y ya en los años 90, la muy atrevida Sensacional de Barrios.

El dibujante recuerda que a los 15 años comenzó a trabajar con un familiar, donde comenzó a dibujar escenografías.

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 “En ese tiempo había una forma de hacer historietas que era fotomontaje, tomaban fotos y la pegaban en la cartulina”.

En la tradición de la historieta mexicana, Jorge Aviña recuerda la colonia San Rafael, donde él, con tan solo 12 años y su medio hermano iban a entregar cartones para Pepín, una popular revista mexicana. Y ahí observó a grandes ídolos de la historieta como Antonio Gutiérrez y varios más.

“Tuve la suerte de llegar con Antonio Gutiérrez, el dibujante de Lágrimas y Risas cuando tenía 19 años”, recuerda.

En su faceta de caricaturista, colaboró con la revista Siempre! y con el periódico El Universal, además de trabajar en diversos proyectos de teatro, cine y televisión, ya sea como ilustrador, artista de storyboard, diseñador de personajes y de escenografía

“Un día hice unas portadas y las llevé a la Editorial Vid… Me dijeron que si quería trabajar con ellos, me dieron tema para hacer una portada, y de ahí me seguí”, cuenta.

También laboró durante más de treinta años en Novedades, a donde lo invitó el director del diario a realizar portadas de las historietas, y fue ahí donde surgió la tendencia de dibujar a mujeres voluptuosas, lo cual se convirtió en un elemento que ayudó a levantar las ventas de esas y otras publicaciones.

A nosotros no nos querían decir, pero luego los del taller nos contaban que como 650 mil a la semana… Sí era demasiado.

Destaca que el número de personas que las leían era mucho mayor, porque las personas que las compraban las intercambiaban, e incluso en algunos lugares llegaban a rentarlas, por lo que varias personas leían un mismo ejemplar.

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Fue la época de oro de estas publicaciones. Una etapa en la que Aviña recuerda que había días en los que empezaba a trabajar a las seis de la mañana y terminaba a la una de la mañana del día siguiente.

El dibujante dice que nunca realizó dibujos que “lastimaran” a la vista familiar, aunque las editoriales querían seguir haciéndolo. Asegura que nunca estuvo de acuerdo con que se hicieran historietas semi-pornográficas, como comenzó a suceder en la década de los noventas con historietas como Así soy y qué y Sensacional de Barrios, e incluso considera que todo eso fue lo que acabó con la industria editorial, porque la gente se aburrió.

En el Siglo 21 ya no se venden mucho ese tipo de historietas, pero a él lo siguen contratando para realizar proyectos específicos en los que retoma ese tipo de estética que se hizo tan popular y que la gente asocia con una época del país.

 “Todo lo que hago en general son cosas más serias, también hago retratos, caricatura e ilustro libros, carteles para cine, arte para discos…”

De todo el trabajo que ha realizado durante décadas, ¿hay alguna ilustración en particular que recuerde especialmente?

Una vez hice un Zapata que tiene detrás a un revolucionario que se ve con mucho enojo… Ese dibujo está exhibido en una pared del Metro Zapata y eso es algo que me da mucho gusto.

Jorge Aviña recuerda que durante las primeras décadas en las que se dedicó a este oficio, su labor no era muy valorada en general, y que los directivos de las editoriales no le daban mucho peso a los autores de los dibujos, por lo que incluso se editaron varias historietas sin su firma.

Sin embargo, durante los últimos años su actividad se ha revalorado, lo que lo ha llevado a exponer parte de su obra en países como Cuba, España, Francia y República Checa.

“Gusta mucho fuera de México, me tocó verlo en librerías en Nueva York, portadas mías que yo no sabía llegaran hasta allá”, cuenta Jorge Aviña.

Dice que en décadas anteriores la gente tampoco tenía la misma percepción acerca de su trabajo. Actualmente disfruta el hecho de ir caminando por la calle y observar un cartel de cine de su autoría. “Somos unos artistas a los que las empresas nunca les dieron la publicidad ni el nombre”, lamenta.

También en años recientes ha ilustrado libros infantiles para la editorial francesa Les Guides Goursau, además de colaborar con la prestigiosa marca de relojes Ulysse Nardin en la creación de diversas líneas temáticas.

Asimismo ha colaborado en la publicidad y carteles de empresas como OCESA y Netflix, realizando comisiones especiales para diversos productos y artistas.

Sí, para artistas como Gran Sur o Estrambóticos, frecuentemente llegan los jóvenes para pedirme artes que quieren sacar para sus discos.

Para celebrar las seis décadas de trayectoria artística del dibujante e ilustrador, el sello independiente Comikaze Books, dedicado a la promoción de la cultura del cómic, editará Wanted: The Ace High Art Of Jorge Aviña, un libro de arte que repasará buena parte de su carrera.

Aunque la primera edición de este volumen se publicará en inglés con el fin de acercar su trabajo al público internacional, el libro ofrecerá un amplio panorama de la carrera de Jorge Aviña, concentrándose en mostrar una rica selección de sus portadas para diversas historietas nacionales de temática western, policíaca y romántica, además de su faceta como caricaturista político e ilustrador publicitario para la industria teatral, fílmica y discográfica.

Aunque se puede encontrar más información sobre su obra en la página del artista https://www.jorgeavinailustrador.com, él considera que su principal escaparate es Instagram, donde puede admirarse más fácilmente buena parte de su trabajo de ayer y hoy.

Alejandro Castro | El Sol de México