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Beatriz Eugenia Hernández Gutiérrez es la restauradora de arte reconocida en Bélgica y ahora en San Luis Potosí

Hace 30 años, Beatriz Eugenia llegó a Bélgica, en dónde se dedicó a la venta y colección de piezas arte y galerista

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SAN LUIS POTOSÍ, San Luis Potosí.- La restauración de arte es un proceso mágico en donde se conjuga la sapiencia de conocer ampliamente la técnica y la pasión hacia el arte en su infinidad de expresiones.

Es un oficio y también una profesión que demanda, no sólo una vasta noción sobre cómo preservar el patrimonio cultural, sino también, reconocer el valor histórico y social de cada pieza que se intervendrá para su conservación.

Para Beatriz Eugenia Hernández Gutiérrez, este trabajo ha significado una entrega total. Ser restauradora fue una consecuencia de la vida y de su profundo amor hacia el arte.

Hace más de 30 años, Beatriz Eugenia llegaría a Bélgica, en dónde durante un buen tiempo se dedicó a la venta y colección de piezas artísticas, donde se convirtió en galerista.

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Después de algunos años, al tratar de preservar algunas piezas de arte antiguas conocería a un restaurador quien le enseñaría todo lo que hoy ha puesto en práctica durante su carrera.

El arte religioso y el arte sacro se convirtieron en el principal lienzo de trabajo para ella, convirtiéndola no sólo en una restauradora prominente y muy solicitada por los museos de mayor renombre en Bélgica, sino también en territorio mexicano y por supuesto en el estado de San Luis Potosí.

Originaria de la Ciudad de México, se mudaría a Bélgica por cuestiones familiares y se dedicaría a gestionar una galería de arte, para después abrirse campo en el coleccionismo de arte antiguo.

“Aprendí de un restaurador Belga quien me dio clases de restauración. Así comencé a restaurar las obras de nuestra galería. Posterior a ello, me hice de una vez nombre en aquel país y los nuevos me empezaron a buscar para realizar trabajos de restauración”, mencionó la experta.

Tras años de dedicarse a este importante oficio, su técnica y “ojo clínico” la convertirían en una experta en la materia, siendo solicitada para restaurar importantes piezas de arte pertenecientes a los santuarios y templos de renombre del estado y el país.

“La restauración es compleja y delicada. Un buen restaurador trata de tocar lo más mínimo la pieza al restaurarla, pues se trata de dejar el vestigio histórico de la pieza original. Y es eso lo que me ha hecho muy solicitada, para intervenir piezas de gran importancia histórica”.

Para Hernández Gutiérrez, tener cercanía con piezas artísticas con gran importancia histórica y cultural, es una de sus más grandes satisfacciones dentro de su trabajo como restauradora.

Un trabajo que conlleva una responsabilidad y un reto, de mantener toda aquella metodología que respalde la conservación de la misma.

“He restaurado gran cantidad de piezas sacras y religiosas de gran importancia. Cada proceso me requiere más de un mes de trabajo”, señaló.

Y es que, durante el proceso de restauración, para esta maestra, lo más disfrutable es trabajar las tonalidades y la inversión de tiempo que destina para sentirse satisfecha con su trabajo restaurativo.

“No es fácil y muchos de los restauradores hoy día, no respetan los procesos idóneos de restauración. Yo elaboro todo, desde la manera tradicional, como la creación de pigmentos, de la goma arábiga y hasta rentelados y sentados de color”.

Parte de la clientela a quien atiende, mayormente son personas que cuentan con un acervo de piezas artísticas antiguas, instituciones culturales como museos y galerías a nivel estatal, nacional e internacional, hasta templos e iglesias que buscan conservar piezas de arte sacro y religioso.

En su haber como restauradora, ha conservado y restaurado más de 10 mil piezas que incluyen desde imágenes sobre lienzo, esculturas en talla de madera, yeso y cera, hasta piezas religiosas articuladas de la época virreinal.

Las y los restauradores tienen la encomienda dentro de su profesión de ser las y los garantes de mantener la conservación de cualquier objeto material que van desde muebles hasta piezas de arte.

Para la maestra Beatriz Eugenia Hernández, llevar a cabo este trabajo, se necesita gran cantidad de conocimiento de instrumentos que permitan desarrollar ampliamente su trabajo.

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“Son infinidad de herramientas base, que van desde un hisopo simple de algodón, hasta las más complejas como los pinceles especiales, gurbuas y espátulas”, apuntó Beatriz.

Quien además explicó que, dentro de este oficio y profesión existen herramientas que incluso son creadas por las y los mismos restauradores.

“Uno busca la manera idónea de ingeniárselas para encontrar las formas correctas de utilizar las herramientas ya existentes, o bien crear las propias. Hay trabajos que nos demandan la utilización de herramienta que tal vez no exista, pero que podemos tallar o crearla para salir de esos trabajos tan complejos”.

Espátulas, estiques, gurbias, bisturies, algodón, pinceles entre otras cuantas, son su principal herramienta de trabajo.

En su taller todo es color y armonía, la maestra Beatriz es una docta en este tema y sabe que el cuidado de un espacio, es el territorio ideal para comenzar a trabajar.

Actualmente restaura un cristo, que rememora el arte ortodoxo ruso del siglo pasado, el cual posee una pigmentación cerulea muy difícil de obtener, pero que, con gran precisión y dedicación Beatriz ha logrado restaurar durante estas últimas semanas.

Sin duda, ser restauradora para Beatriz es toda una motivación de vida, pues dice que esta profesión la ha puesto en cercanía de obras de arte valiosas repletas de historia cultural y social, mismas que la han posicionado como una de las mujeres restauradoras más prominentes de la entidad.

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

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