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Helado Negro es el concepto musical de un hijo de inmigrantes crecido en Brooklyn

Roberto Carlos Lange afirma que la música puede vivir en tantos lugares que ni siquiera lo puedes pensar, como un espacio portátil

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Foto: Nathan Bajar

Al escuchar a Roberto Carlos Lange se siente estar en otro mundo. Un mundo que no es mejor ni peor que el que habitas, sino diferente, un lugar que se llena con cosas que no sabías que no tenías y que quisieras tener.

Tal es el poder mágico de Helado Negro, concepto musical de un hijo de inmigrantes ecuatorianos, quien creció en Brooklyn después de estudiar diseño de audio y computación para dedicarse primero a las instalaciones, los performances y el arte experimental.

El 22 de octubre sale su séptimo álbum de estudio Far In, el primero doble y el primero con 4AD, un sello que lanzó a grupos como Cocteau Twins y This Mortal Coil. 

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Al contar cómo llegó ahí, relata que fue el año pasado, “aunque nosotros no estábamos buscando cambiarnos de disquera ni hacer un nuevo disco, sino en cómo íbamos a sobrevivir, de repente apareció la conexión y comenzamos las pláticas. Para mí fue fácil tomar la decisión, porque como dices, tienen una larga historia con grupos como This Mortal Coil, pero también con bandas como Pixies y Twin Shadow”.

Actualmente, apunta, el sello sigue cambiando y lanzando nuevos grupos, y creo que me gusta ser parte de ese cambio de sonido y de personas involucradas en la música, por eso es que me gustó trabajar con ellos.

Comentó que disfruta hacerle al DJ con sus amigos, “siempre estoy buscando música, porque es como mi medicina, además de un vehículo para conocer gente y el mundo.

Siempre me ha pasado, ya sea con amigos en sus casas o en sus coches, siempre hay una retroalimentación para escuchar lo que uno trae para ofrecerlo. Y por eso escucho música, principalmente para comunicarme con el mundo, porque esa forma de expresión me sirve cuando se me van las palabras, y en canciones de otras personas siempre encuentro la forma de explicar cómo me siento. La música es magia… Puedes transportarte a otras dimensiones e inclusive viajar por el tiempo”, dijo.

Señala que cada vez que escucha Far In, “fue del frío, porque estaba en Nueva York y lo grabé de septiembre a marzo, recuerdo que caminaba al estudio y nevó muchísimo durante esa época. Es como un frío que me da, es por lo que me acuerdo de eso. Esa es mi primera memoria.

Pero hay muchas más cosas adentro, porque también escribí las canciones en Malfax, Texas el año pasado. Y era el calor, el solazo y era increíble porque el disco es muy denso, tiene sonidos y ritmos de ese tipo y para mí fue un poquito de reacción al desierto, porque no hay nada, y cuando te enfrentas a eso sientes la necesidad de poner algo en ese espacio, de ocuparlo. También hay eso: ese frío y esa densidad, pero también el desierto, las dos cosas, menciona.

Destaca que cuando hace un disco piensa en el formato, aunque la música no está restringida a un solo formato, “la gente la escucha en su teléfono o con bocinas carísimas o en el super, y es interesante, porque la música puede existir en todos lados, es una forma de arte sónico más increíble que el diseño de audio que está contenido dentro de una galería. La música puede vivir en tantos lugares que ni siquiera lo puedes pensar, como un espacio portátil”.

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Indica que a la hora de crear un disco, ya sea en inglés o español, “de repente sale una palabra y ahí busco como conectar todo si hay una idea o alguna narrativa. Me encanta también lo abstracto, cantar en poesía. Y para mí hay niveles que conozco y algunos que se conectan con la música. y la gente puede encontrar el sentido. Pero el idioma nunca es un requisito”.

Platica que Mirror Talk “fue la primera canción que grabé, pero la última que hice cuando terminaba This Is How You Smile, mi anterior disco. Después grabé una o dos más, pero siempre me pegó esta, se me quedó en la cabeza… Luego descubrí que así quería que sonara mi próximo álbum, y por eso la incluí, porque fue siempre una guía para construir este último disco, además de que fue algo súper diferente, en el que canté diferente… Es otro mundo”.

Asegura que conocer a muchos hijos de inmigrantes le ha ayudado a encontrar “a gente con mucho amor, porque generan una fuerza artística propia. A veces me siento un outsider dentro de los outsiders, porque todos somos así al conocernos nosotros pero generamos un espacio para deambular por el mundo actual”.

Guillermo Franco-Guevara / El Sol de México

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