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Tamara Blázquez es la fotógrafa conservacionista de la CDMX

Aunque la capital del país es una de las ciudades más contaminadas del mundo, aún tiene mucha biodiversidad: venados cola blanca, linces rojos, coyotes y abejas nativas, entre otras especies

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Foto: Tamara Blázquez

Tamara Blázquez Haik es una fotógrafa conservacionista, dedicada a usar la fotografía para tratar de crear conciencia sobre la importancia de la mantener las especies. Y esto lo lleva a cabo, como ella dice, no sólo con la creación de imágenes bonitas, sino con diversos proyectos y hablando de ellos con diferentes sectores de la población.

Así es como intenta crear un impacto positivo en la conservación de la naturaleza y de las especies, incluso en ámbitos que ya no solemos relacionar con la biodiversidad, como es la capital mexicana, donde creó un proyecto denominado Fauna de la Ciudad de México.

“En la Ciudad de México pasa algo muy curioso, a pesar de ser una de las ciudades más grandes, contaminadas y pobladas del planeta, 58 por ciento de su territorio todavía es lo que se denomina suelo de conservación, es decir que son áreas naturales protegidas en cierta medida y eso da la oportunidad de que aún haya mucha biodiversidad”, expuso.

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La base del proyecto de Tamara fue documentar la mayor cantidad posible de especies que aún se encuentran en la Ciudad de México, de las dos mil que se tienen registradas, para después llevar esas fotografías a las escuelas o para exhibirlas en lugares públicos, y charlar con la gente sobre estos hallazgos. Aunque con la llegada de la pandemia todo se tuvo que trasladar a internet.

Sobre algunas de las especies que se pueden encontrar en la Ciudad de México, asegura que aún no las ha fotografiado a todas:

“Te puedo decir que aún podemos encontrar venado cola blanca, coyotes; lince rojo, que es un animal precioso; teporingo, que además está en peligro de extinción y abejas nativas, que me ha llamado mucho la atención encontrarlas incluso en mi propio jardín, diferentes especies de ellas… Son muy diferentes a las abejas color amarillo con negro que conocemos, y también están en peligro de extinción”, asegura.

Eso sí, aclara que será prácticamente imposible encontrarse con alguno de estos ejemplares en pleno centro de la ciudad, sino más bien en la periferia de la ciudad, donde hay más áreas verdes.

Señala que el caso más significativo de eso es del tlacuache: muchos no los ubican, a pesar de que son animales que se han adaptado muy bien a nuestro entorno urbano en los parques, jardines y camellones, pero aún así hay quienes los confunden con ratas; por eso son importantes los proyectos educativos, para hacer el conocimiento científico más accesible al público, y si viene acompañado de imágenes es mejor, porque se genera empatía y respeto hacia ellos.

Comentó que por la zona del Ajusco hubo más actividad de la fauna, que al no haber tanto ruido ni tantos autos circulando, pues las especies empezaron a retomar un poco de ese territorio que originalmente les pertenecía, “es un fenómeno bien interesante, y sucedió sobre todo donde hay más reservas naturales, como en Ciudad Universitaria o Xochimilco”.

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Tamara enfatiza que la educación y el acceso a la información se vuelven de suma importancia para que la gente genere empatía y se involucre en la conservación de las especies.

“No puedes amar lo que no conoces, y si no lo amas no puedes conservarlo; muchas veces la gente no tiene esta información a la mano, pero si tú se la llevas estarás plantando esa semillita para que en un futuro se vayan involucrando”, dice.

Afortunadamente, añade, también ha encontrado una respuesta positiva a su labor, por medio de otras personas que poco a poco se empiezan a involucrar y le hablan sobre las acciones que llevan a cabo.

“Algunas personas me dicen que gracias a alguna publicación que vieron están empezado a sembrar florecitas en las macetas de su calle, para que haya más insectos, para alimentar a las aves y a las abejas, y esas pequeñas acciones, aunque parezcan insignificantes son superimportantes… Se siente muy bien ver que poco a poco esas semillitas van germinando por ahí de repente”, dijo.

Otro proyecto del que Tamara ha dado cuenta es A ver Aves, un programa de ciencia ciudadana de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) donde se involucra la gente en la observación de aves, para reunir información sobre las aves migratorias o locales, sus comportamientos.

“Todos esos datos ayudan muchísimo en la conservación de las aves, porque los científicos no pueden estar en todos los lugares a la vez, y cuando la ciudadanía se involucra y apoya, se pueden tener resultados muchísimo más grandes”, destaca.

Aunque las imágenes que Tamara comparte en sus redes sociales reflejan el trabajo de una profesional de la fotografía, ella invita a toda la población a involucrarse en esta actividad, aunque no cuenten con equipo especializado.

“Incluso con los teléfonos celulares se puede, porque funcionan con los mismos parámetros y bases que una cámara profesional, sólo hay que tener muchísima paciencia para encontrar estas especies y estar disparando hasta que les salga la foto… Será un poco más complicado, pero sí se puede lograr”, asegura.

Tamara no sólo se dedica a fotografiar la fauna de la Ciudad de México; también viaja a diferentes partes del país para documentar el estado de las especies en diferentes regiones y realizar el mismo ejercicio de tratar de concientizar a las personas.

Alejandro Castro | El Sol de México

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