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La Opinión

El fantasma de las dictaduras sigue vivo en América Latina

Las dictaduras no son exclusivas de América Latina, pero su esencia se sigue utilizando hoy en día en toda la región como método de miedo

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América Latina es una zona del mundo donde las dictaduras nunca han acabado de irse, antes abiertas hoy disfrazadas, pero siempre han estado ahí presentes en nombre de la democracia, del status quo, para reformar las constituciones o inclusive como una nueva forma de gobernar en favor de los más desfavorecidos.

Hoy en día, es difícil declarar una dictadura al estilo tradicional ya no se usa en la región en las últimas décadas, el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, fue el primero en darse cuenta de eso.

Se ha vuelto fácil –y aceptado por muchos– tomar simplemente el control del poder en todas las funciones del Estado (ejecutivo, legislativo y Judicial), como lo hace su heredero político Nicolás Maduro.

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Algunos lo hacen a través de instrumentos aparentemente legales, otros han disuelto el Congreso o llamado a elecciones cuando su popularidad lo ha permitido (también con argumentos legales y justificaciones políticas). Al final, siempre ha sonado atractivo para muchos la idea de “que se vayan todos”, refiriéndose a los políticos y las autoridades electas.

El sociólogo político húngaro-estadounidense Andrew Arato define en la actualidad cuatro tipos de dictaduras: La protectora legal o constitucional; la protectora extra legal o ilegal; la de revoluciones legales orientadas a la democracia; y la revolucionaria, ilegales en sus orígenes, pero orientadas hacia la legitimidad democrática.

El socialismo del siglo XXI tomó el poder en América Latina luego de años de crisis financiera en la región y aprovechó la bonanza de los altos precios de las materias primas y recursos naturales (petróleo y gas, en el caso de Venezuela, Bolivia y Ecuador) para convocar a referéndum revocatorios y asambleas donde consiguen mayorías absolutas y diseñan sus constituciones a modo.

Siempre tendemos a clasificar a las dictaduras por su corte ideológico. La mayor parte de la derecha callaba durante las dictaduras de Augusto Pinochet (Chile), Alfredo Stroessner (Paraguay) o Jorge Rafael Videla (Argentina), entre muchos otros. Y muchos en la izquierda callan ahora con la dictadura de Venezuela, Nicaragua y Cuba, en ambas los procesos “democráticos” son a modo.

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México no escapa este peligro, hace varias semanas, el Congreso aprobó una reforma al Poder Judicial, cuya autoría reconoció el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que contradice la Constitución vigente, según la cual (Art. 97, párrafo 4o): “Cada cuatro años, el Pleno elegirá de entre sus miembros al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual no podrá ser reelecto para el período inmediato posterior.”

Según parece AMLO busca controlar el poder judicial y para ello ampliar dos años más la presidencia del ministro Arturo Zaldivar. Eso representa una intromisión en asuntos internos del poder judicial, por supuesto a favor de la voluntad presidencial.

O el caso de Colombia, que está al borde de una dictadura militar o al menos se le parece mucho, con más de 40 muertos y 548 desapariciones registradas durante más de 20 días de movilizaciones populares en contra del gobierno de Iván Duque.

Los reclamos son, entre otras cosas, por los altos niveles de pobreza, pero en las mismas revueltas hay brotes de violencia y el gobierno apostó por la mano dura, ¿le suena la reacción?, Duque quiere abrir el diálogo, pero actúa de manera violenta, pese a que su gabinete se comienza desmoronar con dos renuncias: Hacienda y Relaciones Exteriores.

En otras partes de Sudamérica, siguen buscando las fórmulas para sacudirse esa herencia maldita. Chile votó para elegir a los 155 redactores de una nueva Constitución, destinada a sustituir la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet y a recoger las demandas de equidad y bienestar que reclamó la calle.

Los chilenos le mandaron un fuerte mensaje a los políticos, al inclinarse por los independientes, muchos de ellos maestros, abogados, activistas sociales, profesionales, docentes, escritores o periodistas que en un año deben proponer una nueva Carta Fundamental.

Gradualmente y en el contexto de la Guerra Fría, América Latina fue tomada por gobernantes que durante años violaron sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos, en un contexto en el que la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética marcaba todas las disputas geopolíticas.

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Precisamente, los estadounidenses, con el objetivo de combatir el comunismo y frenar los gobiernos izquierdistas de la región, brindaron apoyo militar, técnico y financiero a muchos de estos regímenes dictatoriales. De hecho, Estados Unidos entrenó a cerca de 125 mil militares en América Latina entre 1950 y 1998.

Bajo la Doctrina de Seguridad Nacional, los estadounidenses también lanzaron la Operación Cóndor, uno de los planes diseñados desde Washington para acabar con la oposición de los regímenes que no le eran afines, como el de Salvador Allende.

De esta forma llegaron al poder Alfredo Stroessner en Paraguay en 1954; Humberto de Alencar Castelo Branco en Brasil –instaurando la Quinta República Brasileña– en 1964; Hugo Banzer en Bolivia en 1971; Juan María Bordaberry en Uruguay en 1973; el mismísimo Pinochet en Chile en 1973 o Jorge Rafael Videla en Argentina en 1976.

El sociólogo ecuatoriano, Agustín Cueva, se ocupa de precisar aquello que, según él, es objetivamente esencial en el concepto de ese fascismo que vivió y que se resiste a irse en la región. Es decir, se concentra en marcar las características definitorias de ese fenómeno.

En una dictadura el sector monopólico de la burguesía tiene el predominio; adquiere un carácter terrorista produciendo un cambio cualitativo en la forma de dominación y en la forma de Estado, al operar una ruptura radical con las formas democrático-burguesas.

Es ejercido en lo fundamental contra la clase obrera, (pero hoy en día se puede ocupar para defenderla “supuestamente”); y también es usada como el remedio infalible para cuando el capitalismo atraviesa por una crisis y teme un colapso o el de cualquier tipo de régimen.

Es verdad que las dictaduras no son exclusivas de América Latina, pero su esencia se sigue utilizando hoy en día en toda la región, con la finalidad de supuestamente atender las demandas de las clase más pobres, pero a la vez para imponer a esos sectores de la sociedad su nueva realidad les guste o no. o usted ¿Qué cree?

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