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La paramédica potosina Fernanda Osornio demuestra su heroísmo todos los días

Cada emergencia es impactante, pero siempre hay que poner la mejor cara y continuar con la ayuda, dice la joven paramédica Fernanda Osornio

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SAN LUIS POTOSÍ, San Luis Potosí. Cada emergencia es impactante, pero siempre hay que poner la mejor cara y continuar con la ayuda, dice la joven paramédica Fernanda Osornio, quien lleva ocho años salvando vidas.

Desde niña supo lo que quería hacer en su vida y hoy, con 28 años de edad, sabe que al sonar la “chicharra” del cuartel de la Cruz Roja Mexicana, ataviada con su traje de rescate, una llamada de auxilio es una vida que salvar.

Fernanda demuestra el heroísmo enraizado en la mujer, devela el carácter y la fortaleza que emana del universo femenino dentro de la difícil profesión que desempeña.

Estudiante de Fisioterapia, madre de familia, esposa y trabajadora, y también rescatista, tiene una enorme empatía y su amor por la adrenalina que la llevaron a adentrarse al mundo de la atención prehospitalaria, labor que hoy le recuerda una vez más la fuerza que está gestada en su identidad.

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“Yo ya sabía que quería ser paramédica desde que era una niña. Siempre me llamaron la atención las ambulancias. Crecí y me di cuenta que aquí había una carrera en la Escuela Estatal de Técnicos en Urgencias Médicas, me interesé en cursarla y desde entonces, aquí estoy de paramédica”, comentó.

Reconoció que empezar fue difícil, pues se enfrentó en un inicio a un mundo desconocido. “La mayoría de mis compañeros ya tenía experiencia en algunas áreas de la salud que les permitían tener una noción más amplia en emergencias médicas. Pero le puse empeño y pude lograr mi cometido”, dijo.

Desde entonces, para esta paramédica, desenvolverse en la profesión le ha implicado superar varios retos y miedos que se originan de manera natural, al enfrentarse a lo desconocido.

Aseguró que llegar al sitio o lugar del incidente es poner de manifiesto todo el esfuerzo por salvaguardar la vida de otra persona y brindarle un cuidado médico oportuno.

“Al final mi trabajo siempre es satisfactorio. Cuando el paciente me agradece, o su familia reconoce mi labor, eso es lo más gratificante”, expresó.

Fernanda tiene todo el respaldo de su familia, pues saben que su vocación está en el ayudar a otros a estar bien.

“Fue difícil para mis padres, al principio se preocupaban. Ser mujer y desempeñar una labor de esta índole nunca es fácil y mucho menos para quienes forman parte de nuestra vida”, contó.

Indicó que a veces la familia nos percibe vulnerables ante cualquier emergencia, “pero sé hacer mi trabajo y lo he demostrado. Ahora sólo se siente satisfacción de saber que hago algo que amo”.

Pero también admitió momentos de flaqueza en su labor, como cuando por muy a tiempo que llegue a atender una urgencia, ya no hay mucho qué hacer por la persona.

“Lo más difícil de ser paramédica es cuando me doy cuenta que no se puede hacer nada por el paciente. Eso me duele y con el tiempo he aprendido a lidiar con ello”, dijo.

Como mujer, reconoce los casos donde los estragos de la violencia machista ha vulnerado la integridad física y moral de alguna congénere a quien auxiliar.

“He sido testigo de muchas situaciones en las que hemos llegado a brindar auxilio a mujeres violentadas. Por ética sólo puedo mencionar que alguna vez me tocó atender a una mujer por lesiones con arma blanca a manos de su pareja. Fue impresionante la crueldad y el nivel de violencia. Son situaciones que uno difícilmente olvida”, rememoró.

Reconoció que “cada hecho de emergencia es un impacto en nuestras vidas, ver y saber desvalida a una persona, siempre es complejo y doloroso. Por eso es bueno ir a terapia, ayuda mucho”.

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Y sin embargo, Fernanda sabe que no puede llevar ese dolor a cuestas hasta su hogar o que su familia no se puede enterar de lo difícil que pueden ser las situaciones que se enfrentan dentro y fuera de la ambulancia, “una siempre tiene que poner la mejor cara y seguir adelante para ayudar a más personas”.

Es por ello que en cada guardia y servicio que realiza, Fernanda siempre mantiene en su memoria el amor de su familia, que es lo que la mantiene fuerte y le da el ímpetu para hacer su labor de la mejor manera.

“A veces siento un poco de culpa, porque soy muy entregada en lo que hago. Estudio y además trabajo en una tiendita de abarrotes, y en mis tiempos libres soy voluntaria como paramédico. Veo a mis hijos y sé que este esfuerzo sembrará la semilla de la empatía en ellos. Estoy consciente de que ellos saben por qué me gusta ayudar y auxiliar a las personas y eso es lo que me motiva”, aseveró.

Admitió que con la pandemia el temor se intensifica cuando debe atender un caso de Covid-19, pues en muchas veces los pacientes mienten, no dicen de sus síntomas, se arriesgan y nos vulneran, “sabemos que son positivos al virus al momento de llevarlos a urgencias cuando los canalizan al área de atención para enfermos de coronavirus”.

Por otro lado, su dedicación le ha otorgado a Fernanda bastantes logros, como el ser la primera mujer que representa a San Luis Potosí a nivel nacional en el equipo de Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas de la Cruz Roja Mexicana.

En ocho años esta aguerrida y valerosa paramédica ha demostrado que el ser mujer, es ir más allá del típico estereotipo que percibe la sociedad sobre lo femenino.

Es tener la férrea convicción de construir espacios dignos que posibiliten su desarrollo personal, ya sea desde una ambulancia, sobre una camilla auxiliar a un paciente o entre los escombros de un edificio caído. “Soy una mujer valiente y quiero que así me perciba el mundo”, puntualizó.

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