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Negocios

Hay un “rincón” venezolano surgido en medio de la pandemia de Covid-19 en Mazatlán

Mientras miles de comercios cerraban sus puertas en Mazatlán por la pandemia de Covid-19, Iván Ramírez y María Ángela Scilla emprendieron su “rincón” venezolano

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MAZATLÁN, Sinaloa. Mientras miles de comercios en el puerto cerraban sus puertas a causa de la pandemia por el coronavirus, unos por obligación al no ser de un giro esencial y otros por las bajas ventas que tenían debido al confinamiento social, Iván Ramírez y María Ángela Scilla, contra todo pronóstico, emprendieron su propio negocio, un “rincón” venezolano.

Ambos procedentes de Isla Margarita, Venezuela, llegaron a Mazatlán en el último trimestre de 2019, nunca con el propósito de abrir un establecimiento, sino que fueron orillados por la crisis sanitaria ante el desempleo.

“Yo tengo en Mazatlán un año y cinco meses, soy chef y estaba trabajando en Puerto Vallarta en un restaurante, mi trabajo era solamente hacer el menú, reestructurar el personal de la cocina, eso en tres meses”, contó Iván.

Al terminar su contrato, Iván se enteró que en Mazatlán solicitaban un chef con urgencia en un restaurante de comida venezolana, por lo que decidió venir al puerto por otros tres meses, después debía viajar a Cabo San Lucas, donde ya tenía un compromiso de trabajo.

El establecimiento pertenecía a una hermana de María Ángela y ahí fue donde se conocieron. En ese lapso de tres meses el Covid-19 causó estragos en el país; los planes cambiaron, el restaurante fue vendido y todos se quedaron sin empleo.

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Nos quedamos sin trabajo y dije: bueno, tenemos que hacer algo’, así que empecé a vender arepas en la calle, contó el chef venezolano.

Por varias semanas, elaboró y salió a vender arepas, producto de masa en forma circular hecha con harina de maíz, insignia de los venezolanos a nivel internacional. Comenzó haciendo 12 piezas al día, luego casi sin darse cuenta elaboraba hasta 50, fue ahí donde decidió tener un lugar fijo.

“Este ‘rincón’ tiene siete meses, pero el trabajo que yo ya venía haciendo de caminar y en una hielera yo le metía 12 arepitas y me iba caminando a venderlas, es más, entonces la gente me empezó a comprar, los muchachos de los centros comerciales se empezaron a enterar a través de otros y un día estaba vendiendo 50 arepas diarias”, relató.

Sin muchas herramientas para sacar adelante el negocio, algunos utensilios los llevaron de casa y otros fueron prestados, en la esquina de Teniente Azueta y calle México, en el Centro, en medio de un panorama sombrío, aperturó Arepas “El Chamo”.

“Cuando abrimos este rincón nos decían: ‘¿ustedes se volvieron locos? todo el mundo cerrando y tú vas abrir negocio’. Así empezamos, en una cocinita de dos hornillas y cocinando en una ollita.

La gente se empezó a enterar que yo ya había abierto un lugar y empezaron a venir a darnos apoyo, nos compraban empanadas y arepas. Con el tiempo dijeron: ‘oye ¿por qué no haces desayuno?’ y después ‘¿por qué no haces comida?’ y empecé agregar los platillos”, recordó.

Iván viene de una familia de ocho hermanos y su mamá los sacó adelante “a punta de arepas”; hacía arepas en la mañana para el desayuno, al ir al colegio les ponía otra para el recreo y las que quedaban de la mañana las guardaban para cenar en la noche.

Sus inicios en la gastronomía se los debe a su madre, Luisa Tabares, pues de una generación a otra han heredado la receta para elaborar las arepas, platillo que tiene sus orígenes en la época precolombina.

Yo aprendí la cocina de mi mamá y eso viene de una generación a otra; lo que nos caracteriza a nosotros es que esos sabores son heredados, expresó.

Además de ofrecer arepas y empanadas, también hay pan jamón, patacones, asado negro y no podía faltar el platillo típico que representa al país sudamericano en el mundo: el pabellón venezolano, que consiste en frijoles negros con arroz, plátano frito y carne deshebrada y si se quiere un pabellón “a caballo”, se le pone un huevo estrellado frito encima.

Mismos elementos, pero diferente forma de prepararlos, asegura Iván, es lo que diferencia a las cocinas de ambos países; no obstante, también han tenido que fusionar sabores para complacer al paladar mexicano, al incorporar rellenos que son típicos de aquí.

Pero también hay en elemento que los une, que es el maíz, catalogado como un alimento base en la dieta indígena en Latinoamérica; lo que hace auténticas a las arepas de Iván y María Ángela es que son elaboradas con la original harina PAN.

“El sazón que tenemos es latino ciento por ciento, en el rincón utilizamos ingredientes muy similares a los que utilizan en México. Gastronómicamente hablando, el mexicano y el venezolano tenemos la misma cocina, sólo diferentes preparaciones”, aseguró.

La arepa para el venezolano es como un taco para el mexicano y aunque existe una “discusión” en torno al origen de este platillo, si es de ese país o de Colombia, de lo que Iván está seguro es que sus paisanos llevaron las arepas a todo el mundo.

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