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La Opinión

La cumbre de las superpotencias es el último volado de Donald Trump

El G7 o G11 pueden llevar a la popularidad al presidente de Estados Unidos, Donald Trump o lo pueden dar la espalda por sus maneras de romper acuerdos

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La cumbre de las superpotencias es el último volado de Donald Trump
Donald Trump sacó a Estados Unidos de la Unicef, del Acuerdo de París y del Acuerdo Transpacífico.

Una nueva tormenta se avecina para el mundo después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump comenzó a mandar mensajes mordaces sobre la celebración de la nueva cumbre  del G7, que estaba programada para celebrarse el 8 de junio en suelo estadounidense, pero fue suspendida por la crisis sanitaria de coronavirus (Covid-19).

Hoy la nueva fecha está presupuestada para septiembre, pero eso es lo de menos, el jefe de la Casa Blanca ya dijo que el G7 “es un grupo de países muy obsoleto” (engloba a las siete economías más industrializadas Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Japón).

Dejó entrever que retirará a parte de su fuerza militar que tiene basada en Alemania, como una forma de presión al gobierno de la canciller Angela Merkel, para que invierta más en la logística y operatividad de la OTAN, que ha sido un reclamo recurrente contra Europa.

Los soldados estadounidenses ‘forman parte de nuestra sociedad y están bien integrados en ella’, dijo en respuesta el gobierno alemán. El plan de Trump considera de retirar 9 mil 500 del total de 34 mil efectivos estacionados en sus bases en territorio alemán.

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El verdadero problema es la debilidad política y militar de la Unión Europea (UE) que le impide asumir un mayor liderazgo en la OTAN ante las amenazas de repliegue de Trump.

La pandemia del Covid-19 ha magnificado las existentes tensiones mundiales, con conflictos sin resolver en Europa, Oriente Medio, Asia y África y con grupos yihadistas muy activos. A esos problemas de seguridad, se suma la carrera por la supremacía económica y tecnológica y una competencia sobre el modelo político: democracia liberal frente autoritarismo.

Lo que definitivamente no le cayó a la UE es que Trump le abrió la puerta a Rusia, y por ende a Vladimir Putin, quienes estaban vetados por el bloque debido a la anexión de Crimea, pero la Casa Blanca también invitó a Australia, Corea del Sur e India, sin duda, una cortina de humo para maquillar los intereses de Moscú. Ahora la reunión se llamará G11.

El mandatario señaló que la cumbre podría celebrarse el fin de semana anterior o posterior a la Asamblea General de la ONU, cuyo inicio está programado para el 15 de septiembre de 2020. Aunque no descartó una fecha posterior, pues con el presidente Trump todo es posible, y hay que tener presente que moverá sus fichas como mejor le convenga de cara a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y a su pleito velado con China.

La manera en que Estados Unidos ha mantenido su capacidad de liderazgo global es cuestionable, sobre todo desde la llegada de Trump, pues tiene varios frentes abiertos en el mundo. Baste recordar su pleito con Irán y Venezuela, aunque la gran incógnita es si será capaz o no de utilizar la cumbre como plataforma para promover su agenda contra Beijing.

El país asiático le ha plantado cara a Trump y le responde de igual a igual, en 2019 tuvieron una serie de ataques arancelarios para apoderarse del control de la era tecnológica, pero a ambos potencias se les atravesó el coronavirus y después de sacudirlas junto con el resto del mundo. Ahora el origen y propagación del Covid-19 es un nuevo motivo de choque.

Es verdad que las cumbres del G7 han adoptado mecanismos, por ejemplo, el G7-más y el país anfitrión puede emitir invitaciones. Sin embargo, bajo la administración de Donald Trump se ha provocado una fuerte disminución en su poder blando y su atractivo global, definitivamente es muy baja o casi nula la confianza de los aliados de Washington.

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Y es que Donald Trump se ha convertido en un experto en la ruptura de alianzas y el abandono de amigos, aliados y acuerdos. Por ejemplo, su reciente salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) acusándola de ineficaz y de apoyar los intereses de China, esa decisión representa para ese organismo la pérdida de 450 millones de dólares anuales aportados por EU.

La lista de rupturas abruptas es muy extensa durante la era de Donald Trump. Sólo por mencionar algunas de alto impacto: la salida de Unicef, del Acuerdo de París,  del Acuerdo Transpacífico, del Acuerdo nuclear con Irán, etc, etc.   

Por lo pronto, la canciller Merkel, ya fijó su postura y dejó en claro que no puede confirmar su participación personal en la cumbre de Washington, debido a la pretensión de Trump de incluir a Rusia. En el mismo sentido la Unión Europea se negó repentinamente a traer de vuelta a Moscú a estas reuniones que definen en buena medida los destinos del mundo en materia económica, política y social.

Precisamente esta reunión toma un alto índice de valor porque se espera que las potencias definan las políticas a seguir para revertir los efectos de la pandemia del Covid-19, de lo que ahí se decida se cimentará el nuevo futuro de prácticamente todos los países del mundo.

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La reunión no será nada fácil, porque es un año electoral en Estados Unidos, y el magnate inmobiliario y jefe de la Casa Blanca está habido de apoyos internacionales, porque a escala doméstica no las tiene todas consigo. Los estadounidenses no dejan de reclamarle a Donald Trump su tardía atención a la pandemia y su desdén por atender el racismo, tras la muerte de George Floyd, una factura que puede ser muy alta en su aspiraciones reeleccionistas.

El G7 o G11 según se salga con la suya Donald Trump, es casi casi la última oportunidad para que el mandatario estadounidense retome el vuelo de la popularidad. Pero también es una excelente ocasión para que el resto de las potencias en el mundo le den la espalda a un presidente  de Estados Unidos que nunca ha tenido buen trato para manejar sus relaciones exteriores con sus aliados.

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