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La Opinión

La (supuesta) superioridad moral de la izquierda mexicana

Andrés Manuel López Obrador usa el estrado presidencial como púlpito de líder religioso, que alientan a sus huestes de izquierda a erigirse como los guardianes de la moralidad en México

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En México, las figuras públicas (desde políticos hasta columnistas y académicos) que se asumen de izquierda se expresan con un dejo de superioridad moral difícil de entender.

Digo “que se asumen”, porque no importa qué tan progresistas o conservadoras sean sus posiciones, lo que importa es la autoidentificación con la izquierda.

Con eso basta y sobra para colocarse del lado bueno de la historia. Eso es suficiente para convertirse en un juez moral, con la autoridad para calificar todos los actos de los demás.

Gerardo Fernández Noroña, diputado del Partido del Trabajo (PT), advirtió a sus “compañeras” militantes de “izquierda” que no se dejaran engañar por los conservadores, que se están colgando del movimiento feminista para impulsar su agenda.

Noroña es un reconocido misógino, pero aun así se asume con la autoridad moral para indicarle a las mujeres de izquierda qué posición asumir respecto al paro del 9 de marzo.

Este fenómeno no es nuevo, pero se ha intensificado a partir de la llegada del presidente-predicador Andrés Manuel López Obrador al poder.

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En el imaginario de la 4T, AMLO no solamente es el juez principal del tribunal moral del país, sino que es quien sostiene la balanza de la justicia, por lo que tiene la potestad de evaluar la moralidad, la legitimidad y la validez de las acciones de todos los mexicanos.

El mandatario utiliza el estrado presidencial como púlpito de líder religioso y da discursos moralinos cada mañana, por lo que no debe sorprendernos que sus huestes se sientan alentadas a erigirse como los guardianes de la moralidad en la sociedad mexicana.

El presidente repite constantemente: “mis adversarios, los conservadores, están moralmente derrotados”. Sus seguidores lo asimilan y actúan con la seguridad de quien se sabe superior en la escala de la ética.

Ahí tenemos a Hernán Gómez Bruera, uno de los columnistas favoritos de la 4T, utilizando su cuenta de Twitter para validar o reprobar el contenido de los periódicos.

El 26 de febrero, Reforma publicó una nota titulada “Coordina Haces Jr. Asamblea y acarreo”. El artículo trataba sobre el partido en ciernes Fuerza Social por México, que está impulsando el líder sindical Pedro Haces. Al respecto, Hernán tuitéo: “Otro partido familiar y de juniors. Otro niño verde. Buena crónica de @amormundi_ Me hubiera gustado que la publicara un diario como @lajornadaonline pero ni siquiera tocaron el tema. Un punto positivo para @Reforma esta vez”.

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Otro ejemplo lo dan las posturas que los lopezobradoristas asumieron ante el la maniobra política orquestada por el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien adelantó la votación para renovar el secretariado ejecutivo del Instituto, con el fin de asegurar la continuidad de Edmundo Jacobo en el cargo, en aras de conservar la autonomía institucional.

Gibrán Ramírez Reyes, otro de los analistas consentidos del lopezobradorismo, escribió en su columna del 10 de febrero en el periódico Milenio: “Córdova manipuló los tiempos de una votación y dilapidó la credibilidad que tuvo, sacó el cobre y utilizó el mismo razonamiento que Evo Morales esgrimió para su reelección […], dañando el prestigio sin mancha de Edmundo Jacobo, el secretario ejecutivo. Y ambas cosas son igual de válidas, pero una es más democrática que otra, porque implica la validación del pueblo. Si Morales hizo una chacalada sancionada por los votos, Córdova hizo una chacalada sancionada por sus polainas”.

Además del evidente doble rasero para analizar los hechos, destaca la desfachatez con la que Gibrán se asume con la autoridad moral para asegurar que “ambas cosas son igual de válidas, pero una es más democrática que otra”.

La secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, exhibió un razonamiento similar al tuitear: “No es de demócratas, señor Lorenzo Córdova. ‘Sea valiente’: escuche bien al único consejero electoral del INE que hoy nos representa a todos los mexicanos. Mi reconocimiento a José Roberto Ruiz por su valor y dignidad”.

José Roberto Ruiz votó en contra de la reelección de Edmundo Jacobo y, como para los lopezobradoristas, la maniobra de Córdoba para reelegirlo fue inmoral, entonces todos los demás consejeros que votaron a favor no representan al pueblo, sólo Ruiz lo hace.

Parece que la secretaria Sandoval —es decir, una funcionaria del poder Ejecutivo— se siente con la entereza moral de decidir quién es un digno representante de todos los mexicanos y quién no lo es. Ella, por el simple hecho de estar encolumnada detrás de la figura de López Obrador, puede determinar quién es un buen mexicano y quién es un mal mexicano.

Ejemplos sobran. Se podrían llenar páginas y más páginas con ellos. Pero lo importante aquí es denunciar esa falsa superioridad moral de esos “izquierdistas” y advertir de lo peligrosa que es esta dinámica de vencedores y vencidos en la arena moral.

El que las figuras públicas detenten una posición de superioridad moral, adquirida simplemente por su identidad política, de izquierda, incentiva a los ciudadanos a seguir su ejemplo. Esto solamente abona a la falta de diálogo, a la polarización y, en última instancia, a la falta de acuerdos, lo cual disminuye las posibilidades de éxito de cualquier proyecto político, pero aumenta las probabilidades de que surjan alternativas radicales provenientes de cualquier extremo del espectro político.

Por Jacques Coste Cacho

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